“Vientos del pueblo me llevan……”, según José Antonio Vergara Parra

“Vientos del pueblo me llevan……”

Dios mediante, en mayo habrá elecciones municipales y autonómicas, y generales por diciembre. En cuanto a las autonómicas, faltarán a la cita País Vasco, Cataluña, Galicia, Castilla-León y Andalucía. ¿Por qué creen que los hijos de la Gran Bretaña, aun mayoritariamente diestros, circulan por la izquierda y llevan el volante donde no es? O, ¿por qué abrazaron unidades de longitud y peso distintos a las del mundo mundial? Lo de siempre, queridos. Unos por circunstancias, lógicas; otros por marcar distancias, hilarantes.

Abundios y tragavirotes aparte, vayamos a lo mollar. Para mi pueblo votaré a mi amigo y camarada Antonio Ortega, el del Bar Triunfo, porque triunfante es el testimonio de quien se gana la vida con decencia y honradez. Antonio, hostelero y juglar, es una maravillosa especie en extinción que vive para sus férreos principios y no de conveniencias mutantes. Entiéndase bien la idea. Nuestros representantes públicos, mandatados en elecciones democráticas, merecen los estipendios y honores proporcionados a sus representaciones pero lo menos que debemos exigirles es lealtad a los ideales y propuestas explicitados en plaza pública, por cuya virtud fueron encaramados a ambones y escaños. Antonio, decía, siente y orea ideas y principios enraizados en lo más profundo de su consciencia y en una desinteresada libertad. ¡Qué le vamos a hacer, querido amigo! No hemos nacido para lo prosaico y sí para el verso, quimérico pero decididamente posible.

Para las autonómicas votaría a mi admirado y respetado Alberto Garre. Podría estar, debería estar pero no estará pues la luz propia, la llaneza y la rebeldía valerosa y documentada nunca gustaron a los círculos circulares ni a consiliarios de dudosa fidelidad. Cuando vote en blanco, Don Alberto, brindaré por usted y por el gratísimo e ilusionante testimonio que esculpió por San Esteban y en los corazones de miles de murcianos entre quienes me cuento.

Poco  antes de hincar el diente a polvorones y mantecados, será el turno de las generales. Hagamos  abstracción y lancemos preguntas a los desfiladeros a ver si el eco retorna respuestas. Supongamos que PP y Vox logran el apoyo necesario para cogobernar sin necesidad de rendir pleitesía a nacionalismos egoístas y excluyentes. Puestos en esa tesitura, digo yo:

¿Derogarán, ipso facto, la ‘Ley de Desmemoria Histérica y Selectiva’ que, en la remoción de un dolor condonado y felizmente superado, únicamente busca la ocultación de una indigencia intelectual y propositiva?

¿Devolverán a la Justicia la independencia expoliada por González en 1985, ulterior, cínica y desvergonzadamente apuntalada por Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez?

¿Aprobarán una Ley Electoral que prime al individuo sobre el territorio y que, por ende,  reconozca idéntico peso a la voluntad de todo español sin que el lugar de nacimiento o empadronamiento otorgue irracionales plusvalías representativas?

¿Promoverán la inconstitucionalidad de todo partido político que en virtud de sus objetivos o del comportamiento de sus afiliados se proponga menoscabar el orden democrático, ponga en peligro o socave la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles?

¿Tipificarán, de nuevo, el delito de sedición y endurecerán, como merece, el de malversación de caudales públicos?

¿Promoverán un Plan Hidrológico Nacional que aproveche hasta la última gota de lluvia, llevando agua de cuencas excedentarias a las secularmente deficitarias?  ¿Tendrá el Estado español el coraje, libre de cálculos electorales, de fiscalizar el almacenamiento, transporte y uso  del agua, en tanto un bien de exclusiva titularidad pública, persiguiendo al abyecto negocio privado que demasiadas garrapatas hacen de un bien tan capital para la vida y la economía del país?

¿Pedirán papeles sólo a los pasajeros de clase business de las pateras? A los que llegan vivos a nuestras costas, se entiende. O, de igual modo, ¿tendrán el coraje y rigor ético de pedírselos a quienes, cargados de billetes de desconocida génesis, compran nuestra indiferencia con su narcotizante consumo? Mientras el PIB sufra espasmos placenteros a nadie parece importarle que la más abyecta corrupción, la trata de mujeres, el tráfico de armas o de drogas puedan cimentar la opulencia de tan distinguidos huéspedes.

Pero tengo otras preguntas que mi inquietan igualmente.

¿Recuperará Vox la posibilidad de despedir a un trabajador estando de baja médica? Hoy, a Dios gracias, encarnado en el vigente Gobierno socialcomunistabolivariano, no es posible despedir a un trabajador enfermo. Hay que controlar el absentismo laboral, adujo VOX en su día para justificar su negativa.  Habrá que perseguir también a los facultativos médicos que firman y confirman partes de baja por colaboración necesaria y dolosa de ese presunto fraude ¿Verdad queridos? ¿Por qué será que quienes, al cobijo de las ubres del partido y con virginales vidas laborales, hablan con tanta ignorancia y malicia?

¿Por qué en febrero de 2021, en el Parlamento Europeo, el PP se abstuvo y Vox dijo no a un texto en el que se instaba a los órganos de la Unión Europea a trabajar para erradicar el estrés laboral y se marcaba el camino para establecer rentas y salarios mínimos en todo el continente? ¿Por qué los señores eurodiputados españoles del PP y Vox cobran idéntico pastizal que el de sus homólogos alemanes o franceses pero niegan a los españolitos de a pie la posibilidad de converger con sus vecinos? Será que la reducción de las desigualdades, con especial atención a la pobreza de los trabajadores españoles, se las trae al pairo.

¿Por qué PP y Ciudadanos censuraron las recientes subidas del salario mínimo interprofesional por carecer de la bendición apostólica de la CEOE y de Cepyme mientras Vox, posicionado igualmente en contra, defendía que tales subidas fuesen asumidas por las cotizaciones y no por los empresarios? De llegar al poder, y como muestra de coherencia con lo votado, ¿retrotraerán el SMI a los niveles de 2018?

No se rían, por favor ¿Algún día de estos tendrá alguien la decencia de preguntar al pueblo si quiere una república donde el PUEBLO, libre de  bufones y apaños palatinos, pueda poner y quitar al primero entre todos?

Se agolpan las preguntas pero se acaban los espacios. Es suficiente para quien quiera entender que la política española sigue arrastrando al pueblo  hacia la sempiterna y dolorosa encrucijada. Una izquierda desnortada e ida, revanchista y resentida, postrada a los pies de supremacistas, xenófobos y traidores. O una derecha que venera a España y a sus símbolos (o eso dicen) mientras ningunea y olvida a los españoles más vulnerables.

Creo que me la voy a jugar por quien, durante estos últimos años, ha tirado del BOE para proteger a los olvidados. Por quien ha decidido tirar para adelante soltando lastres pesados y lesivos. Creo en la libertad profunda del hombre y defiendo el derecho de todos a ser, amar y pensar como plazcan sin más limitaciones que el respeto a la libertad del semejante. Las leyes deben amparar, sin fisuras, la libertad de todos pero el legislador debe adoptar todas las cautelas para que el ejercicio efectivo de esa libertad no se convierta en una trampa para sus destinatarios. Estoy radicalmente a favor del matrimonio homosexual, de su derecho a adoptar niños, de su derecho a ser felices sin que una sociedad mojigata, hipócrita y troglodita mancille o trunque sus caminos. Defiendo sin fisuras que el hombre y la mujer sean y amen desde la más absoluta libertad. Y no imaginan hasta qué punto me sonroja tener que recordar  semejantes obviedades.

La patria puede esperar pero me temo que los españoles no tienen tanto tiempo. Lo diré de otra manera. Donde no hay pan y justicia para todos, no hay patria que valga. La caverna política y mediática ha lanzado un ataque furibundo contra la señora Díaz fundamentado en la vieja falacia ad hominem por la que, sirviéndose de un lenguaje belicoso y soez, intenta manchar al emisor para desacreditar el mensaje (la idea). El viejo sofisma retórico de quien carece de argumentos. No es éste el único frente pergeñado contra la señora Díaz pues se han adherido nacionalistas,  machos alfa y agradecidas jaurías que no hacen más que constatar que el corcel blanco cabalga por prados muy aconsejables. No sé si la Sra. Yolanda Díaz ha entendido la grandeza de su proyecto. Tampoco sé si quienes le acompañan serán tan generosos y juiciosos como la ocasión requiere. Está por ver si, de una puñetera vez, emerge una socialdemocracia posible, útil, integradora y valerosa que se libere de rémoras y prejuicios y que, al mismo tiempo, delate el cinismo de una derecha que ama a su nación con la misma intensidad que olvida a su pueblo. Ojalá Yolanda crea con Borges: “NADIE ES PATRIA. TODOS LO SOMOS”.