Siyâsa
Hay premios que se merecen y ese es uno de ellos. Me refiero al Premio Architizer concedido recientemente a los arquitectos Angostos e Ibáñez por su proyecto de ‘Musealización y puesta en valor de Siyâsa’. Desde el primer momento supe, como tantos otros ciezanos y ciezanas, que la concepción de estas obras, la remodelación de este espacio, iba a ser todo un acierto. Así lo dije en agosto del año pasado durante la inauguración oficial de esta infraestructura en la que tuve el honor de participar para presentar mi novela recién publicada “Maryam de Siyasa”, y el tiempo nos ha dado la razón. El galardón, justísimo, no es más que la confirmación internacional de un trabajo que ya estaba premiado por el veredicto popular.
Durante la escritura de la novela, ambientada en el siglo XII, el del esplendor y decadencia del poblado andalusí, luego abandonado, pasé muchos días, semanas, meses, sumergido con la imaginación en sus calles, en su entorno, entre sus gentes y sus luchas. Con toda seguridad, menos que los que han pasado estos arquitectos en la creación de una infraestructura integrada en el entorno que democratiza el acceso y ayuda a explicitar y ponderar este valioso patrimonio. Y muchas menos, desde luego, que los historiadores y arqueólogos que han dedicado parte de su vida a su estudio. Y sin cuyo esfuerzo y tesón, no me cabe ninguna duda, ninguno de los que nos hemos beneficiado de esas investigaciones y hemos seguido esa estela podríamos haber culminado nuestros trabajos.
Ese largo tiempo consagrado a Siyâsa, que no se cuenta porque no se cuentan las horas empleadas en lo que se hace con pasión, me han hecho amarla, si cabe, con más intensidad. Y estoy convencido de que ese sentimiento se está extendiendo cada vez con mayor fuerza entre los ciezanos.
No hay ciudad abandonada que no renazca cuando alguien vuelve a pisar sus calles, digo en el prefacio de la novela. Gracias al trabajo de Angosto e Ibáñez últimamente pero también al de tantos otros anteriormente y al apoyo del ayuntamiento de Cieza, esta ciudad ha vuelto a renacer. No dejemos nunca de seguir pisando sus calles.