Juan García Torres (‘Maestro Rada’). Inventor y constructor de maquinaria ciezano

Fotografía de Juan García Torres, cortesía de su hijo Fernando García Aroca

Una vida dedicada a la mecánica y a la construcción de maquinaria durante la que proporcionó trabajo a compañeros mecánicos y ayudó a mantener el tejido industrial de nuestra ciudad

Pascual Santos López

De las 95 patentes que tengo contabilizadas en Cieza sobre el esparto, la primera registrada en 1909 por el ingeniero Bernardo H. Brunton y la última en 1971 por el industrial y periodista José Gómez Velasco, cuatro de ellas fueron registradas por Juan García Torres, conocido en Cieza como ‘Maestro Rada’. También patentó un modelo industrial que no tiene que ver con la industria espartera sino con la automoción.

Gracias a los datos proporcionados por su hijo, Fernando García Aroca, sabemos que Juan García Torres nació en Cieza el día 24 de octubre de 1928 y de joven comenzaría a trabajar como aprendiz en el taller de José Bernal Puigcerver, más conocido en Cieza como ‘Maestro Andrés’, industria dedicada a la construcción y reparación de maquinaria agrícola e industrial, que estaba ubicada donde ahora se encuentra la Administración de Hacienda y que fue una escuela para muchos jóvenes mecánicos de Cieza, como Pedro Antonio López Marín, su compañero y luego socio. Eran tiempos duros de trabajo y estudio, pero también había tiempo para el ocio. En 1941 Juan participó en un concurso de pesca en el pantano del Quípar. En la foto podemos ver de pie por la derecha: Antonio Piñera, presidente de la Perla Blanca; Juan García Torres, el Rada; Andrés Perona; Jesuso y otro hombre más que quizás nuestros lectores identifiquen. Sentado tenemos a Antonio, ‘el Largo’. Detrás el coche de línea que los llevó al evento.

Si analizamos las patentes registradas en Cieza según sus fechas podemos ver la evolución y el desarrollo de la mecanización de la industria espartera. Antes de la Guerra Civil se registraron 19 patentes, surgidas de la principal labor inventora de cuatro grandes industriales de Cieza: Bernardo Brunton, Luis Anaya, Antonio Pérez Cano y José García Silvestre. Después de la contienda, la política autárquica de la dictadura franquista favoreció en extremo el desarrollo de la industria ciezana de la fibra nacional, de ahí que en los 20 años posteriores se patentaran en Cieza 50 inventos relacionados con el esparto, sobre todo, maquinaria para majar y rastrillar el esparto, que eran los trabajos más duros e insalubres de esta industria y los que demandaban una urgente mecanización. Claro está que eso exigía tener un buen número de hiladores expertos, como los había en Cieza, para hilar con diferentes grosores el hilo necesario.

A pesar de la crisis espartera de finales de los 50 y 60, todavía se registraron en Cieza 25 patentes en los primeros cinco años de la década de los 60 y la última patente, que ya hemos dicho fue en 1971. Total, 95 inventos, una cifra envidiable que demuestra la gran industria espartera que tuvo nuestra ciudad y el esfuerzo realizado al final por nuestros mecánicos e industriales, sobre todo por desarrollar la hilatura mecánica y el arranque del esparto. Dos procesos de muy difícil mecanización.

En 1959 tenemos a dos mecánicos bien formados en los talleres del ‘Maestro Andrés’ que aspiraban a trabajar por su cuenta: Juan García Torres con 31 años y Pedro Antonio López Marín que se asociaron y montaron su taller en la calle Virgen del Buen Suceso, al pasar la Gran Vía, justo al inicio de la que ahora se llama Escultor Salzillo. Pasaron años trabajando, reparando maquinaria, soldando, realizando piezas en el torno y en la fresadora, mecanizando ballestas y construyendo maquinaria para la industria espartera. Tal sería la aplicación a la mecánica y estudio de Juan García Torres que sus compañeros le pusieron el sobrenombre de ‘Maestro Rada’, debido a que existía en España un mecánico famoso llamado Pablo Rada.

Pablo Rada Uztárroz nació en Caparroso (Navarra) en 1901 y aprendió el oficio de mecánico ajustador. En 1924 fue alistado en el ejército y gracias a sus conocimientos técnicos pudo realizar el curso de mecánico de aviación en Cuatro Vientos. Al terminar fue destinado a Los Alcázares, pero en la guerra de Marruecos necesitaban mecánicos, por lo que enseguida fue destinado a la base de hidroaviones del Atalayón (Mar Chica, Melilla), donde voló en diferentes misiones con el capitán Ramón Franco, que lo seleccionó para acompañarle en la gesta del hidroavión Plus Ultra, primer vuelo entre España y Sudamérica, realizado desde el 22 de enero al 10 de febrero de 1926 entre Palos de la Frontera y Buenos Aires. La tripulación la formaban Ramón Franco, el capitán Julio Ruiz de Alda, el teniente de navío Juan Manuel Durán y el sargento mecánico Pablo Rada. Franco acertó de lleno con la elección de Rada, pues realizó a la perfección el mantenimiento del aparato, petroleando motores, limpiando bujías e inspeccionando el hidroavión, incluso arriesgó la vida apagando un amago de incendio con su cuerpo en la escala de Río de Janeiro. Gracias a su incansable trabajo y la pericia del equipo la expedición fue todo un éxito y la campaña de prensa los hizo famosos.

Tras la gesta del Plus Ultra, el mecánico Rada vino a Murcia el 14 de junio de 1926, un evento organizado por el director de la Agencia Ford en Murcia José Viudes Guirao. Rada vino desde Alicante conduciendo un “hermoso Lincoln” seguido de una caravana de coches Ford y el periódico Levante Agrario recogía la noticia al día siguiente “En la puerta de Orihuela esperaba numeroso público que al descubrir en el volante al simpático Rada prorrumpió en vítores y aclamaciones”. Después de una vuelta por las calles de Murcia fue invitado a almorzar en el Hotel Reina Victoria y sigue la noticia: “Como detalles que ponen de relieve las altas cualidades de sencillez y compañerismo del mecánico del Plus Ultra se cita el hecho de que al darse cuenta que el chofer Serrano Romero le seguía con el coche animado del deseo de admirar las cualidades del maestro Rada como conductor, le invitó a seguir desde Orihuela a Murcia charlando animadamente y dándoles todos cuantos detalles le fueron solicitados referente al magnífico Lincoln que conducía”.

Debido a las cualidades y fama del ‘Maestro Rada’ el público murciano recordaba al mecánico y por eso los amigos de Juan García Torres le bautizaron con ese cariñoso apelativo. Juan García se casó el día 4 de septiembre de 1960 con Josefa Aroca López, hija de Pepe ‘el Colao’, técnico electricista muy conocido en Cieza, y su hijo Miguel ‘el Colao’ también. La unión tuvo como frutos una hija y un hijo, llamados Pilar y Fernando, como ya hemos dicho. En 1962 encontramos al ‘Maestro Rada’ ciezano anunciándose como taller de construcción de maquinaria en la calle Buen Suceso, sin número, junto al antiguo Garaje Albert, trabajando ya sin socios. Y en efecto, un año antes ya había solicitado registrar la única patente en Cieza por una máquina para fabricar bobinas de estropajo. Operación que se realizaba de forma manual con una maquinita de manivela, para aprovechar los desperdicios del rastrillado del esparto. La máquina, patentada por Juan García el 6 de diciembre de 1961, enrollaba, gracias a un motor, una faja de esparto sobre un eje y luego la envolvía en papel, dando al conjunto forma cilíndrica. El estropajo se desprendía gracias a un embrague que actuaba el operario y cuando lo soltaba quedaba en condiciones de fabricar otra bobina.

El hecho de patentar cuatro máquinas en plena época de crisis espartera nos dice mucho del esfuerzo y trabajo de Juan García. Las siguientes patentes tenían que ver con la hilatura del esparto. Una de las operaciones de la industria espartera más difíciles de mecanizar. La primera de ellas se titula ‘Perfeccionamientos en máquinas hiladoras de hilos vegetales’ y es una máquina que permitía al hilador trabajar sentado frente a ella. La máquina podía variar la velocidad, invertir el sentido de giro del motor y frenar si era necesario, además, enrollaba el hilo en una bobina. Una de estas máquinas todavía se puede ver en el Museo del Esparto de Cieza. En el documento de la patente figura ya el nuevo domicilio del taller, por lo que se puede deducir que Juan García se mudó a su nuevo taller en el Camino de la Estación entre septiembre de 1962 y el 21 de mayo de 1964, fecha de la patente, ya que un anuncio del 25 de agosto de 1962, en plena feria ciezana, lo sitúa todavía en la calle Buen Suceso.

La tercera patente la registró el 28 de agosto de 1964 y se titula ‘Perfeccionamientos en máquinas dobladoras de hilos de fibras vegetales’. Este invento incorporaba un carrete desmontable provisto de tres aletas plegables que facilitaban la extracción rápida de la bobina. Al empujar hacia abajo con el pie se podía sacar fácilmente el carrete y al soltarlo volvía a su posición. Existía también un tensor que regulaba la potencia del freno, según el grueso de los cordones que se deseaban doblar. El freno no producía desgaste ni calor progresivo, al contrario que las dobladoras existentes hasta la fecha y se podían cambiar fácilmente los calibres según el grueso de los cordones.

Fue prolijo año ese para el inventor, pues el 5 de noviembre de 1964 patentaba su última máquina, titulada ‘Perfeccionamientos en máquinas alimentadoras de fibras para la obtención de hilos vegetales adaptable a máquinas hiladoras’. Con esta máquina conseguía el hilado mecánico completo, eliminando la fabricación manual del hilo. Además, la máquina podía alimentar directamente de fibra a la hiladora, eliminando también el sistema existente de máquinas mecheras, que eran las que hacían la mecha para cederla después a la hiladora. La máquina constaba de una tolva en la que se depositaba la fibra, ya fuera esparto, sisal, cáñamo u otras y dicha tolva era regulable para poder modificar el grueso de los hilos. En la parte inferior de la tolva existía un tambor de púas que transportaban la fibra a la boca de salida, la que conectaba con la hiladora formándose el hilo.

Pero no sólo se ocupó de la industria espartera, sino también de otras industrias. Su hijo nos cuenta que pudo sortear la crisis espartera haciendo trabajos de mecánica en su taller para la Sociedad Explotadora de Petróleos Españoles (SEPE), que iniciaban trabajos de prospección de hidrocarburos en Cieza el 22 de diciembre de 1964, y también para la Compañía General de Geofísica, empresa francesa con delegación en Madrid que realizó prospecciones en Cieza a finales de los 80. Además, trabajó también para la agricultura, la industria de envases de madera, conservera y la industria de la automoción. De hecho, el 4 de mayo de 1968, patentó un modelo industrial consistente en un refrigerador para motores de vehículos, constituido por un cuerpo cilíndrico del que sobresalían aletas periféricas, patente que le fue concedida el 7 de febrero de 1969. Su taller fue también una escuela donde trabajaron y aprendieron muchos mecánicos industriales, entre los que podemos nombrar a Paco ‘Jaruto’, ‘el Rojo Guardiola’ y Benjamín, y al final estuvieron con él su hijo y el tornero Fulgencio Morales Piñera, conocido en Cieza por ‘Camacho’ o ‘Sillero’.

Para terminar, decir que Juan García Torres (‘Maestro Rada’) se jubiló en 1993 y murió el día 11 de octubre de 2007, pocos días antes de cumplir los 79 años. Con una vida dedicada a la mecánica y a la construcción de maquinaria y consiguió progresar en una etapa de crisis, durante la que proporcionó trabajo a compañeros mecánicos y ayudó a mantener el tejido industrial de nuestra ciudad, con diseños novedosos y complejos y consiguiendo la mecanización total del hilado del esparto.