Hispano-austrohúngaro, por Pep Marín

Hispano-austrohúngaro

Se dice, y de esto ya ha llovido, que una de las posibilidades de aprendizaje es por imitación, por la observación de lo que el/la otro/a hace. Anda que no era avispado el señor Bandura.

Cuando una viene de fuera, de otro país, observa conductas y comportamientos; la idea de bien o mal es posible que se pueda difuminar y emprender un camino inexplorado en ti, según en qué lugar del mundo te encuentres, según lo que ya traes aprendido, y que choca con la observación de “nuevos comportamientos y nuevas conductas”; yo soy alemana, y he venido a pasar unos días a Cieza a casa de unas amigas marroquíes. Y sé, ahora, y antes, ¡somos europeos!, que está muy mal lo que hice, me desinhibí con medio litro de Mahou, me dejé llevar.

El caso es que en mis paseos por las calles de Cieza observo muchísima suciedad, ya no sólo objetos pequeños o material orgánico conquistando el asfalto y las aceras, sino bultos importantes de enseres, muebles, colchones, pelucas, juguetes, exprimidores eléctricos, dentaduras postizas; hasta un día me encontré de lejos un maniquí en bañador sentado en un butacón corroído que creía que era un persona de edad avanzada y que la habían tirado a la calle; a la calle, a lo público, a lo de todos y todas; una persona anciana:, ¡Dios mío¡, el fin del mundo. Me puse las gafas, y, menos mal, qué sufrimiento.

He conocido en mis vacaciones a uno de los mejores grupos de senderistas y ciclo turistas de Cieza, ‘la patrulla canina’, gentes sanas, con la cabeza sobre los hombros y la mirada clara en general, eficientes como la ingeniería de mi tierra. He salido por ahí con ellos y todavía estoy conmocionada de las cosas que he observado: ¿Cómo ha llegado hasta ahí este escombro a este paraje inhóspito? Pos pijo (esto se aprende rápido a verbalizar cuando una está por estas tierras). ¿Qué hace aquí, casi en el borde del fin del mundo, esa lata de cerveza? ¿En qué momento y por qué se produjo el impacto mental que dio lugar a la separación espacio público y ser humano? ¿Qué es para ti el espacio público? ¿Un váter? ¿Sodoma y Gomorra? ¿Maquiavelo y Calígula juntos? ¿Es qué NO piensas cuando lanzas una bolsa de basura desde tu balcón para hacer canasta en un contenedor verde abierto? ¿Es qué NO piensas cuando dejas la bolsa de basura o litros de cerveza o el camastro de tu abuelo en la calle? ¿Qué venganza social llevas dentro? ¿No ves que el contenedor está lleno? ¿Ensucias para crear puestos de trabajo? ¿Ensucias porque pagas impuestos? ¿Te cortas una oreja porque pagas impuestos? ¿Te meas en el pasillo de tu casa porque eres fijo/a discontinuo/a? ¿Qué imaginarán los niños y niñas de muy corta edad cuando ven a su paso esa cantidad de mierda rodeando un contenedor de basura? ¿Es innato, genético, hispano-austrohúngaro? ¿Defecamos todos y todas en la orilla del mar a modo de experimento sobre la marea?

¿Qué soluciones veis ante hechos tan incívicos?

Sé que lo hice mal. Y me arrepiento. Me quité las bragas en un momento de desinhibición pasajera y tapé una cámara que apuntaba a un contenedor de basura. Pensé que la vigilancia no era remedio, ni las multas eran remedio, ni todo un escuadrón de agentes de limpieza, ni toda una política pública que no ha dado en el clavo tras años y años de mierda y contaminación. Así que me llevé conmigo a un grupo de amigos y amigas de todas las edades, sin preguntas, sin esperar absolutamente nada, en modo zen. Imité lo que hacen otros grupos y asociaciones a los que aplaudo y nos pusimos a limpiar, parapetados con nuestros guantes y escobas, bolsas de basura y carretones prestados. Eso sí, nos vestimos con llamativos monos de trabajo negros estampados con calaveras blancas. Y así lo hicimos día tras día. Y el día tras día dio resultado y cada jornada se sumaba más gente a la ingente tarea de la educación y el respeto por el espacio público.

Desde Alemania, recuerdos a ‘la patrulla canina’.