Ana, la mamá de Antonio, ha puesto en marcha una recogida de firmas para que su hijo pueda tener una “educación de calidad”
M.S.G.
Con un año, Antonio fue diagnosticado de hiperinsulinismo congénito. “Es una enfermedad potencialmente muy peligrosa, ya que una bajada por debajo de 60mg/dl puede tener consecuencias muy graves. Mis niveles suelen estar en torno a 70 si hago ingestas de alimento cada 2 o 3 horas. Pero, aun así, sufro bajadas. Últimamente y debido al inicio de la adolescencia, estoy más descontrolado. Las bajadas son más frecuentes, y cuando empiezo a notarlo ya estoy en 50 mg/dl. Estas situaciones requieren la rápida actuación de una persona que controle el tema”, explica él mismo.
Ahora con 12 años se enfrenta a una nueva etapa educativa en el instituto. Mientras está en casa, sus padres se encargan de actuar cuando es necesario. “Pero este año paso al instituto, un centro de 1000 alumnos, y cambiando de docente cada 55 minutos. Yo controlo mis niveles y sé cómo hay que actuar. Pero en una bajada por debajo de 60 mg/dl no puedo razonar, estoy somnoliento, desorientado y me quedo sin fuerza”, relata.
Los padres de Antonio llevan una lucha de 9 años, desde que entró en el colegio, solicitando la enfermería escolar, “pero la Consejería de Educación, y en especial el Servicio de Atención a la Diversidad, aunque no dice que no, no soluciona el problema”. “Soy un niño, tengo derecho a tener una educación como el resto de niños y niñas, sin que corra peligro mi integridad física” declara Antonio en su petición en change.org, iniciada el pasado 11 de septiembre con el título ‘Que el azúcar no sea un problema’.
“Y eso es lo que pedimos, que se reconozca la necesidad de Antonio de tener asistencia ante una situación de hipoglucemia, para evitar que pueda tener consecuencias para él. Que esa necesidad no solo se reconozca, sino que sea cubierta y que mi hijo tenga la educación de calidad a la que todo niño y niña tienen derecho”, solicita la mamá de Antonio, Ana.