No a la guerra, por Antonio Balsalobre

No a la guerra

“¡Qué gilipollez la guerra!”, dejó escrito el poeta Jacques Prévert. Y la de Putin con su ataque a Ucrania y sus aspiraciones imperialistas no iba a ser menos. Desde que el pasado miércoles Rusia iniciara la invasión del país vecino, con ataques militares que no cesan de recrudecerse y cuyas consecuencias sobre la población civil empiezan a ser dramáticas, la pregunta que nos hacemos todos es hasta dónde llegará el presidente ruso. Un líder cada vez más autoritario y enredado en su propio laberinto.

Es verdad que en Ucrania el conflicto territorial está servido. Por un lado, están la UE y Estados Unidos, que la ven como una prolongación de la Europa Occidental y de la OTAN; y por otro, Rusia (con el apoyo de China) que la considera (por algo en antiguo ruso Ucrania significa “región fronteriza”) como una zona de influencia histórica y cultural propia.

Ahora bien, cuando el derecho internacional y la diplomacia deberían ser las únicas vías para la resolución de conflictos, Putin va y elige la vía militar. “¡Qué dramática gilipollez!”.

 

 

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