La biblioteca de Ricote

El Valle de Ricote fue cuna, desde antaño, de la sabiduría murciana

Rosa Campos Gómez

Biblioteca es un sustantivo femenino, es como una madre que acoge a sus hijos, los libros. Como una madre los cuida, los ordena amorosamente, recordándoles a cada uno su lugar y su nombre para que ninguno olvide nunca quién es, y decimos quién y no qué, porque poseen la humanidad de las mujeres y los hombres que los han escrito. Entre las estanterías que albergan sus estancias se acuna el conocimiento, la vibración desde diferentes sentires, la diversión y el viaje.

Porque estamos en vísperas de celebrar el Día de las Bibliotecas -24 de octubre-, a todas las personas que las atienden y cuidan les agradezco el bien que deparan.

Los centros culturales en los que he estado presentando libros albergan bibliotecas que poseen una historia que suma sabiduría a las palabras que acogen: la de Calasparra está dentro de la Casa de la Cultura, edificio que ayer fuera el Colegio Don Antonio Maya; La Biblioteca Padre Salmerón de Cieza, ubicada en el claustro y zona circundante del Convento de Franciscanos Descalzos de San Joaquín y San Pascual, con diferentes usos en distintos periodos; la Biblioteca Don José Vargas de Abarán, situada dentro del moderno Centro Integrador Multifuncional de Abarán (CIMA), reuniendo en la arquitectura de hoy el ayer combinado con la actualidad; la Biblioteca Municipal de Ricote, que se halla en el palacete que en principio fue residencia de Los Llamas, pasando después a los Álvarez Castellanos, aglutinando historia de diferentes culturas… Mi enorme agradecimiento al formidable personal de todas estas queridas bibliotecas por su siempre cálida y servicial acogida.

Es para mí un honor formar parte de la programación de la Biblioteca Municipal de Ricote Sancho de Llamas, que conmemora varias jornadas entorno a esta fecha. En ella estuve el pasado viernes presentando Patio Interior, acompañada de Anabella Rosa Peragón, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Ricote, y del poeta Juan Carlos Borreguero, que presentó el poemario; mi inmenso agradecimiento por sus palabras y presencia. Ellos, junto a Roberto Montealegre -director de esta biblioteca y del centro cultural que la contiene-, y a las personas que nos acompañaron, hicieron que fuera una noche inolvidable.

Roberto nos regaló un recorrido guiado por el antiguo palacete, cuya visita recomiendo si queréis disfrutar de la historia que se encierra entre sus paredes, de la arquitectura de un edificio del siglo XVIII, de las pinturas de una cúpula que ofrecen una lectura con dos versiones de la misma, de un reloj mecánico cuya maravillosa ingeniería en movimiento se pone en marcha para que la observemos, de un reloj de sol bien definido a la vuelta de una esquina y de una imponente fachada principal con rejería de orfebre.

En esta histórica localidad murciana nos encontramos la Iglesia de San Sebastián (s. XVIII), que guarda, entre otras muchas reliquias, una imagen de Salzillo y otra de su escuela, el órgano más antiguo de los conservados de la Región de Murcia, y una decoración interior pintada en azul sobre sus blancas paredes que es una delicia.

Mirar el Valle de Ricote en todo el recorrido hacia el pueblo que lo preside es una soberana alegría para los ojos. Mirar su historia también. A partir del siglo VIII, y especialmente entre los siglos XII y XIII, la cultura árabe impera en todo el Valle (Abarán, Blanca, Ojós, Archena, Villanueva y Ulea, también Cieza), pero especialmente en Ricote, cuyos habitantes moriscos resistirán hasta que fueron expulsados en 1613, siendo los últimos de toda España en dejar sus tierras. Probablemente Cervantes quiso dejar constancia de este doloroso hecho en la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, con el personaje del morisco Ricote, quien después de ser expulsado y peregrinar por diferentes países, quiere volver a su tierra.

Durante el siglo XIII sucede un acontecimiento político histórico: la sublevación frente a los almohades que inició Ben Hud -descendiente de los hudíes de Zaragoza- en 1228 en Ricote, en la fortificación construida en un elevado cerro de Los Peñascales, hoy Sierra del Salitre, con la que iría reunificando de nuevo casi todo el Al-Ándalus, y que le llevaría a ser rey de Murcia hasta su muerte (1238). El hisn musulmán de Los Peñascales, pasó, tras la conquista castellana, a ser ocupado por miembros de la Orden de Santiago.

Dentro de dicha cultura árabe, sus máximos exponentes son:

Ibn Sabín (Ricote, 1217-La Meca, 1270), filósofo, místico y teólogo, quien, parece ser, en su juventud fundó en Ricote una escuela sufista. Legó una extensa obra. Difundió su pensamiento por todo el mundo Islámico y parte de Europa -escribió un tratado de filosofía a petición del emperador de Italia Federico II-. Reunió en sus doctrinas tendencias filosóficas diversas, y para algunos musulmanes es considerado el Mayor representante de la doctrina que une la existencia del creador y de la creación.

Y Al-Ricotí (s. XIII), gran pensador y maestro nacido en Ricote, enseñaba en el idioma de cada discípulo, ya que dominaba el árabe, hebreo, latín y el romance. Fue uno de los mayores científicos de su época, considerado el primer rector de la Universidad de Murcia, cuando Alfonso X, todavía infante, admirado de su saber, le encargó la dirección del primer centro de estudios superiores -que tuvo forma de madraza árabe- entre 1243 y 1245, donde impartía Filosofía, Lógica, Geometría, Medicina, Derecho, Matemáticas, Retórica, Dialéctica y Música, actividades todas ellas que dominaba. En este centro nos dice Pascual Vera que se mezclaban “tanto estudiantes cristianos como musulmanes y judíos, compartiendo aulas y saberes”, y que Alfonso X, ya rey, le presionaba para que se convirtiera al cristianismo, pero Al-Ricotí entendía que se podía impartir cualquier disciplina “sin que la religión interviniera en ellas, de ahí que siempre se negara a abrazar el cristianismo”. Esto le indujo a dejarlo partir hacia la Granada nazarí, donde también se le requería para que enseñara.

Y junto a estos grandes hombres y otros más que merecen conocerse, aunque ahora aquí no se citen, recordamos a las perseverantes y estoicas familias de agricultores que han cultivado estas tierras tanto de secano como de regadío, produciendo vino de gran calidad, jugosos limones y sabrosas almendras.

Visitar Ricote, su valle, su biblioteca…, da para mucho. Viajar hacia este hermoso lugar, capaz de generar una perceptible sensación de bienestar, permite sentir la fuerza de las raíces en la lectura cordial y flexible de los días.