Floripondio, chico malo, por Higinio Morote

Floripondio, chico malo

Esta semana me encuentro inmerso en el paso trascendental del vodevil a la astracanada, tranquilos no me ha poseído Muñoz Seca. Debo parafrasear a Berlanga cuando escribe: “He renunciado a renunciar, y si cabe una vez más, aun me debo preguntar”

¿En qué momento de mis recién cumplidos treinta años se alojaron en mí estás obsesiones varias? Combinaciones máximas (de los Países Bajos) de libros, óperas, transformistas, diseñadores, vírgenes y vestales y un largo etcétera de infartarse como para tres vidas. No lo sé.

Esta semana, no opino de nada, he venido a escribirles un autorretrato de desnudo con paisaje y paisanaje al fondo. Muy al fondo… puesto que somos todas aquellas cosas que almacenamos y mantenemos en nuestra particular ‘’Ítaca’’.

Me fascina lo que almacenamos a lo largo de la vida: recuerdos, manías, pesadillas, sueños, descendencia, deudas, casas, sueños rotos, prendas o fotografías.

A lo largo de los años almacenamos novios canallas, cigarrillos, copas de champaña, fresas con chocolate y perlas. A lo largo de los hogares almacenamos lloros, llantos, risas, carcajadas, cansancio, descanso, ocio, discusiones y besos. A lo largo de nuestra experiencia cumulamos arrugas (me permiten la vanidad de decirles que yo no muchas), nuestros huesos polvo y nuestra máquina, desvelos para el alma. A lo largo de los siglos hemos acumulado corsés y jaulas de pájaro. Enaguas y pelucas. Polveras de colorete y habitaciones para darse polvo talco con mascarilla. Cinturones de castidad, torturas bellas, cirugía estética y photoshop. Ganas de inmortalidad y aspiraciones de eterna juventud.

Y es que qué poco cambiamos…

Seguimos coleccionando pelucas exageradas y máscaras cosméticas que nos ocultan, fantasías de palacios y esplendores, de jardines y de flores…Lo único, claro, es que ni esto es Versalles, ni nosotros Marie Antoinette.

Pero qué bello es cumplir años y llantos. Cumplir años y arrugas. Cumplir años y cosechas. Cumplir años y nuevos amaneceres. Cumplir años y amores. En definitiva cumplir años y cumplir sueños.

Así que poco más, primavera para todos y las magias de los sueños sin parar como valquirias dislocadas. Como niños mal de casa bien, de canallas furtivos, porque ya saben la virtud está entre el burdel y la misa.

¡Ay, Floripondio!  Eres un chico malo, pero no mucho.

 

 

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