El cuaderno de Antonio Balsalobre

Arrugas

La ciencia puede erradicar las arrugas. Las de la piel. Las que se ven. Otras, las de dentro, las que están ocultas, cada cual la sobrelleva como puede. Y por lo que veo en algunos, a mi alrededor, me refiero a personajes públicos, no demasiado bien. El caso de Savater, con su banalización de ciertos males (el de la pederastia en la Iglesia, por ejemplo) y su prepotencia filosófica casposa, es especialmente llamativo. Y si me apuran, patético. Dejo de lado a Azúa, que en sus últimas declaraciones hablaba, uniéndose al anterior, de “mediocre invasión femenina” y “terror feminista” en la redacción del periódico en que era colaborador. Con otras palabras, lo viene a decir muy bien Luz Sánchez-Mellado. Se puede discrepar cuanto se quiera (incluso cuando con la edad también se va arrugando el pensamiento, esto lo digo yo), pero cada cual debe hacerlo afinando su instrumento, no cogiéndose pataletas y ladrando por las esquinas con que todos desafinan menos tú. No me asusta hacerme mayor. O eso creo yo. Y nada me gustaría más que ir a aceptando mis arrugas mientras afino mis argumentos en la discrepancia. Solo pido una cosa. Ser capaz de conjurar el desvarío de envejecer como Savater. Queda dicho.

¡Ojo al dato!

Alguien dijo en las elecciones del 26-J que había partido. Muchos otros se mofaron. La victoria del PP para las demoscópicas afines era una autovía sin tractores hacia el cielo. Quien lo dijo fue el CIS, el denostado CIS de Tezanos. El mismo que ahora dice que también hay partido en Galicia. Y ya nadie se mofa. ¡Ojo al dato! En el “feudo” de Feijóo pasa algo muy peculiar. En las elecciones autonómicas barre el PP con una abstención alta y en las generales gana la izquierda con mucha más participación. Lo que vaya a hacer ese sector, llamémosle progresista, es una incógnita. En todo caso, quien más se la juega es Feijóo. De hecho, no se moverá prácticamente de allí en lo que queda de campaña, aunque centrándola en España, no en Galicia. En julio de 2022, el actual líder de la oposición preveía que España se dirigía a “una profundísima crisis económica”. Confiaba secretamente en ese apocalipsis para llegar a la Moncloa. Ahora se agarra desesperadamente al fracaso de la ley de amnistía (hay que reconocer que Junts le da esperanzas), y aunque con muchos nubarrones en el cielo, no se prevé ningún ciclón. Una victoria clara en su tierra puede despejarle el camino, es verdad. Todo lo que no se eso, quién sabe si el anuncio de un doble de campanas.

Isi

Viendo a Isi regatear en el Metropolitano la otra noche, no pude dejar de acordarme de cuando lo veía piruetear con el balón en los pies en el patio del colegio o del instituto. Yo no sé que esperan para llamarlo a la selección. Tiene visión de juego, un pase preciso y artístico, mima el balón, lucha como un jabato y saca unos córneres que ni pintados. Y por si esto no bastara, es un jugador asociativo que une al equipo dentro y fuera del campo, algo fundamental para un conjunto como el Rayo Vallecano. Hay que reconocer, por poco que uno eche un vistazo a su trayectoria, que todo lo que ha conseguido se lo ha ganado a pulso. Porque cuando le vinieron mal dadas en el fútbol (golpes de realidad que da la vida), cuando se le cerraron puertas y vinieron las dudas, no se le cayeron los anillos por irse con 18 años a trabajar al campo. Y eso, quieras que no, forja personalidad. Enseña a construirse. Humilde y con los pies en el suelo, incluso hasta para sincerarse sin tapujos sobre su estado de ánimo, es ciezano a quien le gusta hablar de su tierra. Hace poco, en un encuentro fortuito, me dijo: “Antonio, yo sigo siendo el de siempre”. Sin duda. Solo que ahora, con esa zurda de escándalo que tienes, regateas en las alturas.