Xenofobia irremediable
El límite de lo inmoral ha traspasado fronteras. Tras el drama de la inmigración, que estamos viviendo, queda más que comprobado que hay personas que aprovechan, desde la óptica de la vileza más cruel, un minuto de gloria para sembrar odio en la sociedad.
A veces me pregunto el porqué de esta mala baba que muchos tienen. A veces me respondo a mí misma pensando que en realidad no existe tanta maldad, sino que solo se trata de una actitud superficial para hacerse mediático, ya que es inconcebible que ante una situación de crisis migratoria, como la que se está produciendo en España, haya personas que tengan la poca vergüenza de degradar la labor humanitaria del ser humano, y lo que es más perverso, utilizar a las víctimas para acusarlas de aprovechadas.
Si algunos miembros de Vox han protagonizado algún que otro espectáculo enjuiciable, en mi opinión, esos que tanto le gustan a la ultraderecha para alertar las conciencias de los españoles y así mostrarles una imagen inequívoca de la realidad, ahora ha sido el turno de Cristina Seguí, una publicista valenciana muy aferrada a las filas de Vox que ha aprovechado el infortunio al que se enfrentan los pobres africanos (adultos, jóvenes, niños y bebés) que están llegando a España para hacer gala de un inexistente ingenio.
Asistimos a una situación de xenofobia irremediable de la que todavía queda mucho por aprender y por concienciar para que la sociedad no caiga en el error de comportarse así. Nos creemos tolerantes y progresistas, sin embargo, estamos a años luz de la diversidad y de la pluralidad; y en el momento en que se muestra una imagen distorsionada de la realidad, no se mira más allá de lo que sucede, sino que nos creemos el futuro incierto que nos prometen en muchos sentidos y que, prácticamente, es difícil de conseguir. Y me refiero a que son los de las filas de Vox los que dicen que van a erradicar la inmigración, así, como si con un chasquido de dedos, todo estuviera solucionado.
Todos sabemos y estaremos de acuerdo con que la inmigración es un grave problema. Creemos que afrontar la irregularidad de esta situación es solo misión de España, pero también es materia pendiente de la Unión Europea que, lejos de consolidar definitivamente las políticas, les deja el marrón a los países fronterizos, a los que les exige que refuercen los controles costeros y que se priorice cuanto antes la deportación. No es una labor fácil, ya que a pesar de las políticas migratorias europeas que pretenden unificar, nuestro país tiene que negociar un cupo máximo de repatriación que oscila entre el 8 y 10%. Por tanto, lo que “los expertos de sofá” creen que parece sencillo, resulta en muchas ocasiones misión imposible, debido a que los planes de negociación con los países de origen son muy dificultosos.
Pero no por eso, los pobres que llegan, arriesgándolo todo, merecen ser tratados como si fuesen animales o depredadores. Sin embargo, Cristina Seguí se ha mofado en redes sociales de la tierna imagen que a la mayor parte de los españoles nos emocionó: la de Abdou, el chico negro que llegó a la costa de Ceuta; y la de Luna, la joven voluntaria de Cruz Roja que abrazó y dio aliento, sin importarle quién era, a un derrumbado marroquí, que acababa de perder a un amigo que viajaba con él.
Y claro, la humanidad de Luna, al parecer, le ha fastidiado tanto a la señora Seguí, cofundadora de Vox, que no ha podido ocultar su inquina y ha soltado por Twitter palabras de desprecio hacia la joven, “buenistas y oenegistas” y palabras acusatorias y de repulsa hacia Abdou, el aprovechado de esta situación para tocarle las tetas a la chica.
La milonga de la libertad de expresión ya empieza a pasarse de castaño a oscuro, porque la libertad de unos acaba con la de otros, y eso no garantiza para nada la igualdad entre las personas. España no solo es de ellos, los que se han adueñado de la bandera, España es de todos los españoles; y es más aún de las personas altruistas, bondadosas, respetuosas, libres de prejuicios, pero no de los que se pegan golpes de pecho sin apenas haber movido el culo de su sillón. Por tanto, no son los más indicados para hablar, mucho menos se puede consentir que les falten al respeto.
Para soltar sandeces, como a las que nos tienen acostumbrados los chicos de la ultraderecha, mejor que se queden callados. Es simplemente un consejo, faltaría más que yo, una insignificante persona al lado de ellos, pretendiera vetarlos, aunque ellos sí suelan hacerlo.
Lejos de los intereses que hay detrás de estas víctimas para el lucro de sus gobiernos, hay personas que eligen arriesgar su vida por salir del infierno en el que están; las que, desgraciadamente, no han tenido la misma suerte que nosotros, mucho menos, oportunidades, por eso es urgentemente necesario el respeto y la colaboración en la medida de lo posible.
Que esto puede parecer demagogia, juzguen ustedes mismos, pero lejos de cualquier interpretación, lo que es inhumano es que haya comentarios racistas y otras barbaridades, cuando el mar se convierte en el peor enemigo no solo de adultos, sino también de bebés que quizás no vuelvan a sentir más el aliento de su mamá; y esto resquebraja el alma, no sé si todos se compadecen, pero estoy segura de que sí lo hacen las personas sensibles y humildes, esas que sí merecen la pena que se conviertan en mediáticas.
Y usted ¿cuántos tiene acogidos en su casa?
En Africa la población actual es de unos mil trescientos millones de personas y casi todos sus paises tienen graves problemas sociales.
¿Debemos meter a esos mil trescientos millones en Europa para intentar paliar sus padecimientos?
¿Y con los que tienen problemas en Sudamérica y Asia también?
Que fácil es ser demagoga en está España repleta de idiot@s.