Vientos de Esperanza

Antonio-Balsalobre-cronicas-siyasaLa política nos da sorpresas, sorpresas nos da la política. Y el nombramiento de Pedro Sánchez, el osado, como presidente del Gobierno no es de las menores. Decía hace dos semanas que de las siete vidas políticas que el destino o la inoperancia de sus adversarios le habían concedido a Rajoy, el ya expresidente (no hay mal que cien años dure) estaba consumiendo la última, y no me equivoqué. Más difícil era prever la naturalidad, y si me apuran, facilidad, con que la moción de censura salió adelante. Nadie, salvo el propio Sánchez, que parece de otro mundo por la capacidad que tiene de renacer de sus cenizas, y los adivinos a toro pasado, podían prever, con una aritmética parlamentaria tan enrevesada y compleja, este desenlace. Reconozcamos, por lo tanto, que, como ciudadanos de a pie, el magistral golpe de efecto del “renacido” a más de uno nos desubicó. Lo verdaderamente sorprendente es que noqueará, y con la virulencia que lo hizo, a dos primeros espadas de la política, que deberían conocer sus entresijos. A Rivera aniquilándolo momentáneamente, y a Rajoy definitivamente.

No le ha podido salir peor a Don Tancredo su archiconocida táctica de aguantar y aguantar aunque se hunda el mundo. La utilizó con PAS, cediendo en el último momento, y le salió bien. La repitió con Cifuentes y le volvió  a dar buen resultado. Pero al aplicarse él mismo su medicina, el desenlace no ha podido ser más desastroso para el PP. Para el PP, que no para España, donde tras su caída vuelven a soplar vientos de esperanza, pese a la incertidumbre que también pueda acechar. A decir verdad, tanto Sánchez como Iglesias se movieron rápido, muy rápido, mientras los demás estaban paralizados.

Por qué no dimitió Rajoy en el último minuto, cuando “todo el mundo” esperaba que lo hiciera, y entregó el gobierno al PSOE. Es algo que la derecha nunca le perdonará. Como tampoco podrán perdonarle que pasara toda la tarde-noche del jueves, el último día de su mandato, en una taberna, entre copas, y dejara a los suyos “abandonados como los muelles en el alba”, cuando se debatía en el Congreso la moción de censura contra él.

Tampoco ha estado fino Rivera. Bueno, a decir verdad, ha estado patético. Nos referimos, claro está, en la defensa de los intereses de su formación. De tanto no ver ni ricos ni pobres, ni rojos ni azules, ni empresarios ni trabajadores, sino sólo españoles por todos lados, terminó por no ver que “le estaban haciendo la cama”. Todos. Y más que ninguno el PP, que ha preferido a Sánchez con tal de frenar su ascenso. A corto plazo, Ciudadanos va a ser, sin duda, el partido más perjudicado. Cegados por la demoscopia, ni Rivera ni Arrimadas supieron leer el guion que se les presentó: poner fecha a las elecciones si votaban a Sánchez. Ahora tendrán que batirse a duelo, cada día y a cada hora, con el PP para ver quién encabeza la oposición. Les queda el consuelo de la dimisión de Rajoy que desatará, ya ha desatado, una guerra interna en el PP por el control del partido de tal magnitud que algún respiro les dará.

No serán, desde luego, fáciles los tiempos que vendrán. Para nadie. Pero al menos albergan la ilusión de que las cosas pueden cambiar. Sánchez tiene ante sí una ardua tarea y en el poco tiempo que le queda antes de las elecciones no puede defraudar. Sanidad, educación, déficit de las pensiones, precariedad laboral, desigualdad, crisis catalana, son sólo algunos de los temas espinosos que le esperan. En cuanto a Unidos Podemos, cuya labor de vigilancia y acicate es imprescindible en este proceso, deberá saber conjugar con inteligencia la reivindicación y la colaboración así como la crítica y el apoyo al nuevo Gobierno.

De momento, la composición del ejecutivo ha sorprendido positivamente, no sólo por la importante presencia femenina sino también por la preparación contrastada de muchos de sus miembros. Se trata, evidentemente, de un gobierno pensado para durar. Ha supuesto igualmente un hito histórico el hecho de que todas “las ministras y ministros” hayan prometido su cargo sólo ante la Constitución, sin crucifijo ni Biblia.

Se abren nuevos tiempos y también deberían serlo para la Región. Nuestro déficit hídrico y nuestras carencias en infraestructuras exigen actuaciones que vayan más allá de la palabrería a la que nos tiene acostumbrados el PP. López Miras ya le ha pedido una reunión al nuevo presidente del gobierno, tras felicitarlo. Es lo que manda el protocolo. Todo lo contrario de lo que ha hecho Bernabé, su impresentable Delegado del Gobierno, que recibió el nombramiento con términos guerracivilistas. Por mucho menos, hay raperos en España condenados a prisión. ¿Es que la ley “mordaza” no es la misma para todos?

Afortunadamente, ahora toca pasar página y dejar atrás esa España de Rajoy y Bernabé. Y abrir las ventanas para que entren nuevos vientos.

 

 

 

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