Por nuestro bien, no
Al final el caso PSOE ha saltado a los medios. Hay que explicar la frase anterior. Es el caso PSOE porque con varios ministros, altos cargos de la administración pública, fiscales, jueces, policías y cargos del propio partido implicados, no puede quedar todo como un caso aislado de un aprovechado. Y digo que al final ha saltado a los medios porque todo esto ya se sabía. Desde la propia pandemia tuvimos conocimiento de que habíamos sido estafados por empresas que no entregaron el material o que lo suministraron defectuoso; supimos de empresas que no eran del sector, con nula actividad el año anterior o incluso creadas ad hoc para participar del botín, a las que les fueron asignados contratos millonarios, mientras, como siempre, en este reino de Taifas que se ha convertido el estado de las autonomías, cada uno hacía la guerra por su cuenta con resultados dispares. ¿Si hubieran remado todas las administraciones juntas ante un hecho extraordinario como aquel habríamos obtenido mejores resultados? Sin duda, y los pescadores de río revuelto no habían podido delinquir de una forma tan obscena. En todo caso, viendo la actitud vital de estas personas no creo que nadie pueda negar que se veía venir. No obstante, hay otro asunto, el cual quizá haya pasado inadvertido ante la opinión pública, que me ha llamado la atención. Se trata de la conversión de la exministra Calviño, hija de un dirigente socialista de la transición (presidente de RTVE antes de Pilar Miró), en una firme defensora de la energía nuclear. Si, como lo oyen. A pesar de ser presentada en la campaña electoral como la vicepresidenta y gran experta económica que iba a solucionar todos los males del país, a los pocos días de las elecciones sorprendió (o no) a todos volviendo a de donde vino, a alto cargo de la burocracia europea. ¿A qué se debió la espantada? En aquel momento ya era vox populi el avance de las investigaciones y supongo que viendo el marrón económico y político que se les venía encima poner pies en polvorosa era su mejor salida. Dicen que huir es de cobardes, pero al menos ella tiene a donde huir, una profesión a la que volver, no como otros destacados personajes de este sainete.
Volviendo al tema que me interesa destacar en este artículo, es sabido que nuestro gobierno actual es un acérrimo anti centrales nucleares. Es el único país de Europa, y casi del mundo, que sigue con su política de cierre de centrales sin ningún plan alternativo, excepto el sueño de que con energías renovables van a poder suplir la energía que de forma constante producen las centrales nucleares durante todo el año, aunque para ello haya que quemar gas elevando exponencialmente el precio de nuestra factura de la luz. Parece que eso no es óbice para nuestro gobierno de progreso, de hecho, acaba de subir el IVA de la factura eléctrica de un 10 a un 21 por ciento, es decir, les suben los impuestos a los ricos (nótese la ironía) y al mismo tiempo le regalan 800 millones de euros rescatando a una empresa de ricachones amigos de la mujer del presidente. Calviño apoyaba estas políticas suicidas con respecto a la energía nuclear, a pesar de que el resto de países que tenían las mismas intenciones han reculado, y otros, como Francia, China, USA, entre otros, siguen ampliando y apostando por esta tecnología. ¿Qué le ha hecho cambiar de opinión a Calviño? Seguramente el cambio de escenario. Es decir, como en el gobierno estaban en contra de las nucleares, pues ella también. Que ahora en la UE, y más específicamente en el banco de inversiones, del que ella es presidenta, está a favor de las nucleares, pues se cambia de criterio sin sonrojo. Sin embargo, alguna de las 2 opciones debe ser en la que ella cree, ¿en cuál de ellas traiciona sus convicciones? Yo creo que, en ninguna, dado que sus ideales son simplemente ir cambiando de un puesto a otro hasta que llegue la jubilación, amoldándose a las condiciones y requisitos exigidos por cada puesto.
Ese es precisamente el problema de la política actual, no solo los políticos ladrones que se aprovechan de su cargo para medrar, sino los políticos sin escrúpulos que defienden hoy una posición y mañana la contraria sin ningún rubor ni aportar explicaciones. O peor todavía, políticos corruptos que toman decisiones en contra de su propia población con el objetivo de obtener un beneficio propio, o para el partido político al que pertenecen. No es ninguna idea descabellada, se ha descubierto recientemente una espía de Rusia en el parlamento europeo. O la trama de eurodiputados comprados por Catar y Marruecos para influir en votaciones y facilitar información privilegiada. ¿A quién le extraña, entonces, que se permita entrar productos de otros países, sin ningún control, mientras a nuestros agricultores y ganaderos se les exige mil y un requisitos para poder seguir produciendo? ¿Cómo no pensar que hay algo raro cuando cerramos centrales totalmente operativas y que pueden seguir produciendo energía limpia para pasar a depender del gas ruso? Es sencillo encontrar en Internet las cifras, pues prácticamente hemos doblado desde el inicio de la invasión de Ucrania el total de gas adquirido a la autocracia putinesca. Somo el segundo país del mundo, después de China, que más gas le compra a los rusos. ¿Por qué hacemos esto? ¿Por qué no escandaliza a nadie? Estamos financiando a Rusia la guerra contra Ucrania al mismo tiempo que supuestamente, junto a la Unión Europea, somo aliados de los ucranianos. Entretanto, la verdad es que indigna ver a nuestra clase política, en el senado y en el congreso de los diputados, riéndose a mandíbula batiente ante cualquier ocurrencia chistosa, puesto que a ellos todas estas cosas no les afectan, viven en su burbuja. ¿Hasta cuándo aguantaremos? Lo peor es que encima, en muchas de estas cuestiones nos dicen que es por nuestro bien, para mayor recochineo. Ellos sabrán a quién beneficia, pues si hay algún perjudicado, esos somos nosotros. Tardaremos mucho en recuperar el respeto y el prestigio que tanto costó ganarnos tras salir de una dictadura.