En la obra de la artista ciezana observamos una visión realista con acentuación en el detalle que canaliza desde su alambique particular
Rosa Campos Gómez
Hay veces en que tenemos la enorme suerte de que la vida nos agasaje, y empezar el año con el recuerdo prácticamente nuevo de un encuentro al calor de la lumbre con María Joaquina Sánchez Dato ha sido eso. Fue todo un regalo, desde el crepitar del fuego a la charla distendida y acogedora.
Su carácter amable y cercano y su capacidad de trabajo es todo un estímulo. Poder ver su estudio, con mesas y caballetes en activo, y recorrer las estanterías llenas de obra ordenada por formato de soportes y de años, según las lejas, era como pasear por calles de una ciudad habitada de creación, de trabajo, de energía.
La primera vez que acudí a una exposición suya fue a principios de los años 90 en el Aula de Cultura de Cajamurcia de Cieza -añorado espacio cultural que tanto nos ha ofrecido-, y desde entonces no he dejado de seguir su quehacer artístico.
Tiempo de formación
M. J. Sánchez Dato (Cieza) lleva pintando desde pequeña. Formada en el taller de Juan Solano, genuino mentor que supo ver en ella el talento y la capacidad artística que albergaba, y que con aquellas palabras: “¿Es que ya se te ha desinflado el globo?», que le lanzó tras un tiempo en que dejó de pintar porque tenía que atender a otras cuestiones, le aguijoneó para que retomara las ganas y la voluntad pictórica, y resultó ser un revulsivo acertado.
Aprendió en el taller del maestro dibujo, escultura -modelado en barro y talla en madera- y pintura, si bien en este campo fue ampliando su formación realizando cursos con Sánchez Carralero, J. M. Rueda, A. Albacete, M. Quejido, A. Patiño, X. Utray, D. Quintero, P. Herrera, C. M. Walter, Lucas Bravo, Pedro Cano y Paloma Peláez, profesora de Bellas Artes de la UCM. Todo este empeño por adquirir los conocimientos necesarios a través de excelentes profesores corrobora su interés por una formación amplia y de calidad. Conocimientos y experiencias que ella también comunica cuando imparte talleres y cursos.
Ha ido desarrollando las diferentes cualidades que requiere este proceso creativo con diferentes técnicas (óleo, acrílico, acuarela) llegando a una especialización de alta y singular gama cromática en su pincelada, excelencia que le confiere ser una pintora referente en la actualidad de las artes plásticas.
Asimismo, ha realizado una veintena de exposiciones individuales y han sido muy numerosas las que ha llevado a cabo en colectividad por gran parte de la geografía española, también fuera de nuestras fronteras, en centros y galerías internacionales como Florencia, Fabriano, Bolonia, Gante, La Habana, Biarritz, Kosovo y Moscú.
De la beca obtenida en la Fundación Santa María de Albarracín (Teruel), lugar al que acude reiteradamente a raíz de la gran amistad fraguada con profesores y participantes, surgió el Grupo Equilátero (2021) -formado por Conchi Aguilar, Isabel Picazo, Pilar Jiménez y ella-, con el que expone desde entonces Trayectorias convergentes. Pertenece a la Agrupación de Acuarelistas de la Región de Murcia y es cofundadora de la Asociación Artistas de Cieza, con quienes realiza numerosas exposiciones colectivas.
Su obra ha sido premiada en una extensa lista de concursos: ‘Paisajes de Mazarrón’, ‘Virgen de las Viñas’, ‘Toledo Puche’, ‘Ciudad de Cieza’, “Parque del Buen Retiro’ y ‘Ciudad de Torrevieja’, por citar algunos de ellos.
Obra con ritmo, armonía, vitalidad
En la obra de Sánchez Dato observamos una visión realista con acentuación en el detalle que canaliza desde su alambique particular, donde percibimos una introspección humanista, en la que el amor a la vida se mantiene presente en todo momento, por lo que al adentrarnos en sus obras hallamos la magia de un vocabulario que sabe despertar el lenguaje visual que como espectadores poseemos, transmitiéndonos esa sensibilidad que nos dice que podemos sentir todo eso que nos sale al encuentro, convocándonos a entender, a cuidar, a admirar.
Características que ya se vislumbran en su primera etapa, de la que contamos aquí con tres cuadros (mi enorme agradecimiento a M.E.T. por las fotografías y por la precisión de varios datos), tres Rincones, que son un fiel retrato de esos espacios del taller de Solano -que el maestro mantuvo inalterables durante el tiempo que Joaquina necesitó para darles cuerpo artístico-, tres obras en óleo, en las que quiso plasmar con toda la veracidad deseada los detalles, incrustando en la pintura corteza de árbol, etiquetas, cerdas del cepillo de barrer…que pertenecen a su primera etapa, en las que podemos ver como el figurativismo predomina, permitiéndonos conocer en detalle esos pequeñas zonas de la academia ciezana que el maestro dirigió.
A esa primera etapa le fue sucediendo otra que no deja de evolucionar, de pincelada suelta, atrevida y comunicativa, cualidades que se encuentran entre sus verdes, tan singularmente acertados en su paleta, en sus magentas y grises que tanto definen, así como entre los ocres, naranjas y tierra, que ponen esa entrañable inmanencia que podemos apreciar en El vuelo en las manos, Paisaje Interior y Un mundo de tentaciones, que emiten sosiego y dulzura, a través de una fascinante estancia habitada de fragilidad y ternura -evocada por la juventud, la niñez y la ausencia en una silla vacía-, de vuelo y de libertad -derramada en la delicadeza de un pájaro fuera de una jaula abierta-, y de sigiloso humor -en ese mundo de tentaciones insinuado a través de la naturaleza felina-.
Sánchez Dato nos transmite alegría y posibilidad de entendimiento, también capacidad de rescatar el valor de lo que fue, evidenciando crítica al descuido y agradecimiento a la protección -como en su imponente serie Norias-, demostrando que, a pesar de los pesares, la metáfora de que con cualquier mata de hierba, brotada entre el derrumbe, la existencia buscará abrirse paso.
No había visto presencialmente la obra Lectura, que me cautivó cuando vi por primera vez la fotografía para ilustrar el libro de poesía Patio Interior, mas, al verla allí -rayando los dos metros de altura y con toda la magia que las pinceladas de su autora han ido trazando-, me sentí profundamente conmovida… Os animo a que, si alguna vez podéis acceder a visualizarla directamente en una exposición, pospongáis cualquier cosa que estéis haciendo y acudáis a verla. La plenitud de la conjugación de los colores te envuelve hasta conseguir una sensación convergente de calidez y frescura propiciada por esos azules tan sagazmente trabajados, desde el intenso al más diáfano, y por esos amarillos que entretejen una atmosfera amorosamente cálida…, y en las manos el libro, con todos los viajes y mundos al alcance, procurando el solaz y placentero recreo. Impresionante pintura, delicada, bella.
Por su vitalidad y porque nace de la intuición que otea el detalle más sugerente, las tonalidades más certeras y los trazos más expresivos, el de Sánchez Dato es un arte capaz de despertar esa parte nuestra que no es ajena al buen ver y que percibe la pasión que anida en la cotidianeidad de los días, en el paisaje, en el ser humano, cuando pasea, baila, convive.
Armoniza lo figurativo con lo abstracto de forma elegante, grácil, dejándonos una persuasiva abertura para que, como espectadores, completemos la escena, partiendo de ese lenguaje poético-visual que ella nos aporta, permitiéndonos la expansión imaginaria de nuestra escritura -¿con quién nos sentaríamos en El Jardín ocupando esos dos asientos que siempre tendremos reservados, entre la fragancia fresca de esa vegetación tan verde y azul como intimista? ¿Con quién recorreríamos ese mercadillo Medieval cuajado de movimiento, aromas y ayer?-. Declinar las prisas y detenernos ante una obra de su cosecha artística es un tiempo ganado, enriquecido.