Subrepticiamente
Hay anzuelos disfrazados de argumentos que no todo el mundo muerde. El más maniqueo utilizado por el PP, entre los 29 contabilizados, para justificar su negativa a renovar el CGPJ, que lleva cinco años con el mandato caducado y aboca a la justicia a su crisis más grave de la democracia, es en mi opinión este: no hay pacto porque ellos proponen que a sus miembros los elijan los jueces y el PSOE, los políticos. Vayamos por partes. Primero, y prescindiendo del incumpliendo del mandato constitucional que esto supone, donde dice “políticos”, debería decir “Parlamento”, que da una idea más clara de lo que significa la soberanía popular. Segundo, “los jueces eligen a los jueces” a mí me suena a corporativismo rancio cuando no a endogamia pura y dura. Tercero, en ningún momento la Unión Europea ha exigido que sea así, como quieren hacer creer torticeramente. De hecho, allí, cada maestrillo tiene su librillo. Y como coda, este anzuelo se asemeja a ese otro que sacan cuando les interesa: el de que gobierne la lista más votada. Siempre que sea la suya, claro. ¿No será que confían “subrepticiamente” en que la Magistratura es tan mayoritariamente conservadora que es esta la mejor forma de asegurarse su control? ¿Nada tiene que decir en este asunto el pueblo a través de sus legítimos representantes?
Náufragos
No es el mar el que se traga a los náufragos de los cayucos. Es la miseria, la injusticia, la insolidaridad. Naufragio tras naufragio y sumando víctimas, ya van miles y miles. Es el pan nuestro de cada día. Ya sé que el problema de la inmigración irregular es complejo, que la capacidad de acogida de un país siempre es limitada y que es en los países de origen donde hay que actuar con determinación para acabar con esa miseria y esa injustica que empuja a huir en busca de una vida mejor. Pero también nos queda a nosotros mostrar si cabe un poco de solidaridad con esas personas desvalidas y levantar la voz contra quienes solo buscan “deshumanizarlos”.
La ojeriza que no cesa
“Falta de tiempo” para tramitar la ayuda, “estudiar con rigor” las condiciones de la misma: estas son algunas de las excusas ofrecidas por el concejal de Cultura de Orihuela tras suprimir la subvención de 6.000 euros para el ‘Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández’ que el ayuntamiento viene concediendo desde el año 2000. Seamos claros. No hay nadie de buena fe en este país que se crea esa patraña. Entre otras cosas, porque ese concejal pertenece a Vox, un partido (el de Abascal, Ortega Smith, Buxadé, y no sigo) que en los ayuntamientos que gobierna con el PP aplica su particular censura retirando obras de teatro y películas que hablan de sexo, de la Guerra Civil, del feminismo o de la memoria histórica. Ya lo dijo García-Gallardo, esclarecido vicepresidente de la Junta de Castilla: “Nosotros, por lo que apostamos es por un cine sin ideología”. Que podríamos ampliar a una música sin ideología y, claro está, a una poesía, también, sin ideología. Una ideología que no sea la suya, obviamente. Y Miguel Hernández, el gran poeta del pueblo perseguido sin misericordia por el franquismo, aunque sea una de las figuras más importantes de la literatura española del siglo XX y se haya convertido en el más grande embajador de Orihuela en el mundo, no entra en esa redención cultural. A menos que sea, simplemente, porque prosigue la ojeriza.