Una izquierda normal, según Diego J. García Molina

Una izquierda normal

Albricias, por fin los huérfanos de la izquierda, como los llamaba Gorka Maneiro, diputado hace unos años por UPYD en el parlamento vasco, tienen un partido político a quien votar; sin dar arcadas, claro. Cuando digo huérfanos, me refiero a los que nunca han comulgado con las ruedas de molino que nos querían hacer tragar; personas a las que no agradaba el panorama político existente por lo que no encontraba ningún incentivo para votar a alguno de los tres partidos representativos en el parlamento español en aquel momento (PP, PSOE e IU). Y no solo ahora, sino desde los tiempos de la corrupción institucionalizada del PSOE de Felipe González; si no recuerdan cuales eran las sensaciones en aquellos momentos con respecto a la delincuencia desde los centros de poder no tienen más que escuchar la canción ‘Chupones’ del grupo Ska-P, y se harán una idea. Busquen información en Internet sobre los nombres o los casos de corrupción que se nombran en el tema de los vallecanos. Fue poco después cuando surgió Unión, Progreso y Democracia, el primer partido que hizo frente al bipartidismo, resquebrajando el muro que impedía a otras formaciones obtener el mínimo para acceder al congreso, obteniendo más de un millón de votos recogidos del desencanto producido por las malas políticas y corruptelas tanto de PP como de PSOE. Cuando llegó el momento de dar el siguiente gran salto irrumpieron Podemos y Ciudadanos, productos prefabricados, sin estructura ni base electoral, sostenidos por los medios, y otros partidos, de forma injustificada, acabando con el sueño de tantos que confiaron en otra forma de hacer política. Pero esa es otra historia.

Sé que hay mucha gente que se sorprenderá tras leer el párrafo anterior, que no ve nada extraño, que vota encantada al PSOE, haga lo que haga, o a alguna de las mutaciones de la extrema izquierda, sea Izquierda Unida, Unidas Podemos o Sumar, haga lo que haga. Existen personas, votantes, y a los datos de las últimas elecciones me remito, que debe ser que les puede el rechazo a la derecha, ya saben, impedir por todos los medios que “los otros no gobiernen”. Lo creo así porque, sinceramente, no le veo otra explicación a su voto. ¿De verdad quieren otros cuatro años de las políticas que nos han llevado a esta maltrecha situación económica, laboral, energética, de política exterior, de seguridad interior, privilegios entre autonomías, cesiones a los nacionalismos, etc.? No alcanzo a ver otra explicación que no sea esa. Me niego a creer que haya personas, supuestamente socialdemócratas, que estén de acuerdo con las cesiones a sus socios de gobierno que no hacen sino aumentar los agravios entre las autonomías ricas y las pobres, negando la solidaridad entre regiones. Recordemos, una vez más. Fueros medievales cada vez más exacerbados para País Vasco y Navarra, totalmente incompatibles con una UE avanzada y moderna, la cual periódicamente nos censura por incumplir la normativa comunitaria. Cesiones a los otros socios vascos, acercando y soltando presos por terrorismo, a pesar de no colaborar con la justicia, con más de 300 crímenes sin resolver (algunos de ellos de militantes socialistas), ni mostrar el necesario arrepentimiento que exige la ley para reducir o conculcar penas. Una amnistía a los socios nacionalistas catalanes, delincuentes condenados que primero fueron indultados y con los que ahora han acordado borrar el delito, lo que conllevará que encima tendremos que pagarles el resto de españoles daños y perjuicios. Más todo lo que seguirán pidiendo cada vez que el gobierno necesite algo.

Y todo por el ansia de poder que ha demostrado el partido socialista al empeñarse en gobernar en manifiesta minoría tras perder las últimas elecciones. Y, sobre todo, en mentir al negar sus intenciones para conseguir el apoyo de los nacionalistas. Se quedó a más de 50 escaños de la mayoría necesaria, por lo que, desde entonces, empezando por la configuración de la mesa del congreso, siguiendo por la investidura, y, como estamos viendo esta semana, con la aprobación de cualquier decreto, tiene que someterse al chantaje de hasta seis partidos nacionalistas, si incluimos a Coalición Canaria; más Sumar; con el añadido de que los desairados de Podemos necesitan también su cuota de protagonismo y quieren imponer sus propias reivindicaciones. De chiste, si no fuera tan triste y tan dañino para las personas de a pie. Siempre los más vulnerables son los más perjudicados en tiempos de crisis. Al final, el sainete de la primera república se va a quedar en una anécdota comparado con esto. Es por ello que la noticia de la creación de un partido declarado abiertamente de izquierdas, pero que, sin embargo, se define como español en su propio nombre, es una gran noticia. Por un lado, de nuevo mucha gente tendrá un partido con el que evitar la abstención. Por otro lado, muchos de los que votaban hasta ahora PSOE o Sumar por no tener otra opción, engordando artificialmente el volumen de votos de estas dos formaciones, tendrán otra posibilidad, ya no tendrán excusa. Y, por último, aunque no menos importante, los socialistas ya no podrán comportarse de forma despótica con sus votantes, tendrán que cuidar su electorado, aunque ello implique enfadar a sus socios. Es imposible contentar a todo el mundo, todo el tiempo. La nueva formación política se llama Izquierda Española y ha anunciado que se presentará a las elecciones europeas. Muchos habíamos reclamado una izquierda medio normal, no creo que sea mucho pedir. Esperemos que no defrauden.