Al menos
Hasta junio de 2014, el rey emérito estaba protegido por la inviolabilidad como jefe del Estado. Todo lo ocurrido anteriormente, por lo tanto, no podrá ser juzgado. Los españoles, sin embargo, sabemos que en 2012 traspasó 65 millones de euros a su amante Corinna Larsen procedentes de unas supuestas comisiones que había ido cobrando por ahí mientras representaba a España. O que, según los papeles de la Fiscalía, desde mediados de los noventa y hasta 2004 amasó y ocultó una ingente fortuna en paraísos fiscales de dudosa legalidad. Todo eso, mientras se las ingeniaba para seducir con cierta bonhomía a un pueblo hambriento de “libertad sin ira” y de democracia. O cuando en sus mensajes de Nochebuena apelaba a los valores éticos de nuestra Constitución. Si por ley no puede ser juzgado, alguna explicación política debería dar al menos.,
Omega
En los años 90 quedé deslumbrado por un disco que vino a ensanchar mi relación con la música. A ampliar, como dicen algunos, mi ecosistema sonoro. Lo increíble es que todavía siga produciendo en mí esas mismas palpitaciones del alma. “Omega” de Enrique Morente se dejó caer casi sin avisar como un huracán de “hermosas palomas” destinado a ser un referente en la revolución del flamenco. El genio de Morente conseguía unir la hondura del cante hondo con la fuerza del rock de Lagartija Nick, la poesía deslumbrante de Federico García Lorca y las armonías extraordinarias de Leonard Cohen. El martes pasado, en “Caminos del flamenco” en la 2, Kiki y Soleá, sus hijos, interpretaron con los Lagartija una de las canciones de ese disco. Fue una actuación arrebatadora, soberbia, fastuosa. El aplauso es también para TVE, con el ruego de que siga apostando por estos programas de calidad.
Trasquilado
¡La que ha liado Casado! Montar todo este tinglado, anunciando un adelanto electoral en diciembre en Castilla y León, en plena sexta ola de la pandemia, cuando no hacía ninguna falta, para terminar ganándole por un puntito al PSOE y convertirse en rehén de Vox, ¡manda narices! Claro que esos no eran sus cálculos al principio. Sin más razones que su tacticismo y ambición, elucubró con una victoria suficiente o absoluta con la que matar dos pájaros de un tiro: bajarle los humos a Ayuso y allanar su camino a la Moncloa. A la vista de los resultados, ambos disparos le han salido por la culata. En la otra orilla, y aunque no los convocarán, el PSOE y su izquierda también han salido trastocados de estos comicios. Alguna conclusión deberían sacar de su coordinación y acción conjunta de gobierno, así como de sus alianzas externas. Con todo, quien más pierde es Casado. Ha ido a por lana a la ancha Castilla y ha vuelto trasquilado.
Buena película
Patrón es una palabra que se ha usado poco por estas tierras para designar al empresario. Por aquí siempre ha prevalecido el término señorito, amo o jefe. Los dos primeros como vestigios medievales en una sociedad del siglo XX estamental y atrasada. El tercero, algo más acorde con los tiempos. Fernando León de Aranoa acierta al recuperar, por su expresividad y redondez, ese vocablo en el título de su magnífica película El buen patrón. Un hábil oxímoron, un tanto provocador, que le sirve para atraparnos en una historia, premiada con toda justicia en los Goyas, que tiene mucho de sátira lúcida, brillante y sin contemplaciones del empresariado español. Y que cuenta, por otra parte, con una de las interpretaciones más impresionante que se le recuerda a Javier Bardem. Por cierto, se admiten apuestas para los Óscar.