La regeneración del gobierno murciano, según Antonio Balsalobre

Regeneración 

Si lo que era bueno para Andalucía no lo es para Murcia es que la palabra “regeneración” vale para Rivera menos que, como decía el poeta, el orín de los perros. No sé si también para Isabel Franco que, por lo que parece, en asuntos de pactos ni pincha ni corta, sino que reina como estatua de piedra. Si después de veinticuatro años de gobiernos del PP en la Región, Ciudadanos vuelve a apuntalar al PP, que hizo de la corrupción, la pésima gestión, el enchufismo o el despotismo su marca de la casa, es que algún problema de salud democrática tenemos por aquí.

Ni Miras ni el PP han sido el líder o el partido más votados, ninguno de los dos ha ganado las elecciones, sin embargo, puede que por obra y gracia de Ciudadanos y Vox esta circunstancia se reduzca a una mera anécdota. Puede que Rivera desde Madrid, atrapado en una estrategia política caótica y suicida (pero sobre todo surrealista y esperpéntica en su relación con Vox) determine que el sustituto de PAS siga siendo presidente de la Comunidad.

¿De verdad, señora Franco, nos merecemos los murcianos seguir cuatro años más sufriendo la política continuista y caciquil del PP? ¿No es hora  ya de abordar una renovación efectiva de las instituciones e impedir que la maquinaria de la Administración siga al servicio de un partido y de un régimen?

Estoy convencido de que sí. Por eso suscribo desde aquí el manifiesto por la regeneración democrática en la región de Murcia, encabezado por el escritor Jerónimo Tristante y otras personalidades murcianas. Una declaración que pide algo tan razonable como que, después de veinticuatro años de opacidad y podredumbre política, se abran las puertas de San Esteban para que entre una bocanada de aire fresco, democrático y regenerador. O algo tan sencillo como que Cs cumpla la promesa de Inés Arrimadas ante la Catedral de que no iban a permitir otros cuatro años de gobierno del PP en la Región de Murcia.

Ciudadanos (y por omisión Isabel Franco, como convidada de piedra) no pueden convertirnos en el “culo” de España o en el último mono en unas negociaciones en las que a la región le va la vida, su futuro, su bienestar. Es hora de hablar de nuestros problemas, de nuestras necesidades (sanidad, educación, medioambiente, empleo, justicia social…), no de cómo nos convertimos en el último cromo de un intercambio obsceno.

Si Ciudadanos no entiende que el tiempo del PP murciano ha acabado, si se empeña en sostenerlo y reforzarlo, estará haciendo un grave daño no sólo a la región sino también a sí mismo y a su continuidad como proyecto político supuestamente regenerador.

El PP ha dejado de ser, felizmente, mayoritario en esta tierra, y ese acontecimiento “histórico” exige de los dirigentes surgidos de las elecciones una responsabilidad también “histórica”, a la altura de las circunstancias. Los murcianos hemos hablado en las urnas y los resultados apuntan a un cambio de ciclo. Si continuismo hay, nos pasará factura a todos.

 

 

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