La lucha por la enseñanza pública, a través del prisma de María Bernal

La lucha por la enseñanza pública

Desde hace años, se vacila desde la Administración educativa a todos los opositores de la Región de Murcia. Reflexionemos sobre cada comienzo de curso. ¿No os da la sensación de que siempre se empieza con un allanamiento meticuloso del camino hacia el fracaso de la educación pública?

Y a las más que evidentes pruebas me remito: tardan semanas en mandar a sustitutos; se guardan vacantes que deberían ser ofertadas antes para ir recortando días, evitando así que el interino pueda cobrar el verano; mantienen ratios elevadas, para ahorrarse la contratación de más docentes; se hacen los remolones cuando se solicita la concesión, por ejemplo, de aulas abiertas.

Es decir, estamos sometidos a unos recortes estratosféricos, con la inmediata consecuencia de darle una patada en el culo a ese pilar tan primordial, como es la educación. Pero ¡ojo! El peor puntapié se lo lleva descaradamente la pública. Y ante ese hipotético intento de destruir todo lo concerniente a este sector, los murcianos no quieren abrir los ojos ante el panaroma político regional que vela más por la supervivencia de unos que de otros. Urgen mentes nuevas y gente que apoye al cien por cien el sector público; no podemos consentir que con dinero público se subvencionen centros concertados y privados, que eligen a sus trabajadores contratados a dedo, o previa entrevista para maquillar ese descaro con el que se llevan acabo los contratos.

Desde la comunidad educativa, da la impresión de que en Murcia se le tiene cierta animadversión a la escuela pública. Y supongo que no hay que tirar mucho de hemeroteca para comprobar que mientras esta comunidad autónoma ha pegado y pega tijeretazos a diestro y siniestro, se sigue ayudando a la escuela concertada y privada, sin antes cubrir las lamentables carencias de la pública, que ahora se multiplican día tras día por culpa de la situación de la Covid.

No tengo nada en contra de que la educación sea de cualquier índole. Ahora bien, no se puede tolerar que, mientras la pública agoniza lentamente, la concertada-privada vaya aumentando dominios gracias al suministro económico que les proporciona el gobierno de coalición murciano, al cual les importa poco que sus paisanos puedan disfrutar gratuitamente de un estado de bienestar social en condiciones óptimas.

La concertada nace como una necesidad del PSOE para poder universalizar la educación  y escolarizar a todas las personas tras la dictadura franquista, acabándose así los desvíos de dinero público que se producían en beneficio de los centros privados-religiosos. Tiene lógica el hecho de haber querido dar una respuesta educativa a todas las personas , pero teniendo en cuenta que la escuela pública llega a escolarizar a casi el 80% de la población, ¿por qué no se construyen más colegios públicos? Porque claro, centros concertados sí se siguen construyendo. Es más, en Murcia, se cierran aulas en los centros públicos para abrir otras en los privados.

De hecho, hace aproximadamente un año, se publicaban los conciertos de Bachillerato en los centros en los que las familias pagaban una mensualidad para que sus hijos cursaran esta etapa, porque así lo habían elegido. Ahora, con estos conciertos, enseñanza privada gratis para unos y enseñanza pública deteriorada para otros. ¿Dónde está la equidad que los representantes políticos del gobierno de derechas han querido mostrar siempre? Es improcedente que las familias ya no tengan que costear la educación privada de sus hijos, porque el gobierno regional, tan espléndido para hacer realidad los sueños de la privada y tan experto en asfixiar presuntamente a la escuela pública, les conceda parte del presupuesto para poder estudiar a coste cero. Esto para mí es una canallada, es el mayor asalto contra la enseñanza pública de calidad por la que tanto luchamos.

Por otro lado, ai igual que los padres tienen derecho a elegir el centro de sus hijos, los docentes interinos tienen también derecho a trabajar porque han sobrevivido a unas oposiciones; experiencia esta que los que trabajan en la concertada no han vivido. Por tanto, no es ecuánime que ellos tengan los mismos derechos cuando acceden fácilmente a trabajar.

Si se persigue la igualdad de oportunidades, que desde el gobierno regional se empiece a predicar con el ejemplo, regulando las plantillas de trabajadores, es decir, obligando a los docentes contratados  de la concertada a que opositen. Si van a cobrar de las arcas públicas que se enfrentan a las adversidades del proceso selectivo, así entenderán muchos la indignación que genera esta situación y nuestra lucha porque no muera la escuela pública.

Podrán allanarnos el camino, pero jamás acabarán con nuestra lucha por la calidad de nuestra enseñanza, la pública, a la que se llega gracias a un pedregoso camino carente de los favoritismos que sí relucen en la senda de acceso a la concertada.

 

 

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