La bandera de la libertad, según María Bernal

La bandera de la libertad

Hablar de libertad me hace recordar a uno de mis escritores favoritos, el inmortal Federico García Lorca. Sus versos y sus dramas nos asombran y nos estrangulan cada vez que los leemos, por la pasión de sus sentimientos y por la ira que nos brota al acordarnos de los bastardos que lo asesinaron y no lo dejaron llegar hasta su final, por ser rojo y maricón.

Visionario de una tragedia anunciada, la suya, sabía que antes o después el régimen franquista haría todo lo posible por silenciarlo, porque su lucha inagotable, envidiable e insuperable, provocó la cólera de sus verdugos, muy católicos de golpe en el pecho, pero lo con sangre del más perverso Satanás.

A estos ogros les jodía, porque es lo que les pasa a los incultos, que nuestro poeta, español de pura casta, y no la que ellos pretendían instaurar, aireara la bandera de su libertad donde bordó el amor de su vida; una bandera sin colores estridentes y sin águilas negras; una bandera para protestar y reclamar una patria que no oliera a sangre.

Federico García Lorca era homosexual y por culpa de esa represión tuvo que ocultar su amor, lo haría a escondidas para satisfacer su deseo como persona, también lo hizo a través de sus versos “Si tú eres el tesoro oculto mío…/ no me dejes perder lo que he ganado…”, y cuando lees el Soneto de la dulce queja sientes en tus propias carnes ese miedo a perder a la persona que amas.

García Lorca fue asesinado en el año 1936, 41 años después, se proclamó el régimen democrático en nuestro país y 28 años después de la democracia, se aprobó en España el matrimonio homosexual, esa unión que tanto fastidió a la Iglesia, la cual olvidó repentinamente el segundo mandamiento de la Ley de Dios: “Amarás al prójimo como a ti mismo”, y que también irritó a muchos políticos que empezaron una letanía de animadversión contra el colectivo homosexual, basada en la tiranía de las tres íes: inexplicable, inexcusable e intolerante.

Cuando un medio de comunicación emplea las siglas de un partido para injuriar y sembrar odio y miedo entre los ciudadanos, y no hay una respuesta inmediata del responsable de este partido condenando ese alegato con tintes casi criminalistas, me hace pensar que todos son de la misma condición. No se han equivocado, se han mostrado tal y como lo llevan haciendo desde que irrumpieron en el panorama político.

Vox Cieza no tendría que haber esperado ni un minuto para limpiar su honor y su decencia, si es que la tienen. Después, ya vendrían las aclaraciones, pero qué menos que una respuesta para sus votantes y como no, para el partido con el que en breve quiere gobernar Cieza, cuyo número uno o dos o tres o el que fuera también debería haberse pronunciado a modo de condena. Pero mejor, y tal vez por conveniencia, silencio absoluto.

El discurso de Vox populista ni me asusta, ni me extraña. Es el mismo que cuando empezaron, solo se preocupan por  la bandera, pero no por la de la libertad de Lorca; presuntamente detestan a los homosexuales cuando escriben “se huele menos a carroza LGTBI”, a saber lo que ellos esconden en el armario; pretenden quitar el nombre de violencia de género machista cuando las cifras van en aumento; hablan de una única lengua (como cuando Franco ganó la guerra), porque desconocen la diversidad lingüística y el patrimonio cultural que tenemos gracias a tal hecho, probablemente por su grado de incultura que no se le debería permitir a ningún político de nuestro país.

Podría seguir analizando el escrito, pero no vale la pena darle cobertura a una panda de inmorales que para más inri tiene un coro de palmeros que pide libertad de expresión y respeto, y que echa risitas ante tantas palabras de odio. Piden respeto y apelan a la libertad de expresión cuando ellos carecen de este valor para lanzar injurias contra todos los colectivos a los que se quieren quitar de en medio. Discursos de adoctrinamiento a los que sí se les debería clavar su propio pin parental si tenemos en cuenta que cada vez son más los jóvenes adolescentes que han tomado como saludo, cuando entran a clase, el ‘Arriba España’.

Sí, habrá sido algún descerebrado, algún hacker, alguien que no sea del partido, y todos esos rollos bananeros que se quieran creer sus seguidores, pero la respuesta del partido ha sido silencio absoluto. A estos les cuesta mucho bajarse los pantalones a lo mejor por miedo al honroso “lubricante subvencionado” que seguramente habrán utilizado ellos mismos en alguna ocasión.

En España se tiene que oler a la libertad de Lorca, a la de Miguel Hernández, a la de Marie Curie, a la Emilia Pardo Bazán o a la de Clara Campoamor, y a la de todos y todas los y las ilustres que lucharon por una España mejor, esa que queda a años luz de la que muchos cavernícolas que se presentan a políticos pretenden imponer. Ahora sí que es tiempo de reflexión y de ondear la bandera de la libertad.