Difícil de entender, según Diego J. García Molina

Difícil de entender

En este país nuestro tan peculiar, especial y maravilloso no dejan de suceder cosas raras, difíciles de entender. Tantas que el espacio para este artículo se queda minúsculo. Y no me refiero a la última excentricidad del presidente que nos ha tocado padecer. Como decía en el artículo anterior, todo lo que intenta hacer le sale mal, y con esta última boutade, no iba a ser menos. El propósito real del teatrillo no lo sabe nadie, conociendo la imprevisibilidad de este chico, apelando al enamoramiento hacia su consorte, mas, lo que sí es seguro, es el ridículo en que hemos quedado ante la esfera internacional. Los titulares de prensa son hilarantes, siendo el que lo define como el rey del drama (drama-king) el que se lleva la palma. No es que esperaran mucho de nosotros, ya ven como no nos invitan a ninguna reunión internacional importante, aunque esto debe haber sido la puntilla; si realmente Sánchez tenían alguna esperanza de ocupar algún puesto internacional relevante que se vaya olvidando. Entre sus nuevos objetivos ha señalado a la prensa y a la justicia, en este caso, no le ha gustado que señalen las actividades comerciales de su señora. Se ve que no recuerda el dicho acuñado por el gran político Cayo Julio: “La esposa de César no debe ser honrada, también debe parecerlo”. Es sabido que no tiene ideas políticas propias aparte de querer disfrutar de los placeres del imperio -si alguien conoce algún escrito, artículo, ensayo, discurso, con alguna idea política real que me lo indique, por favor. Sin embargo, han abierto la puerta, como ya he escrito en numerosas ocasiones anteriormente, para que otro que tampoco tenga escrúpulos, como estos, pero si una agenda política concreta, se aproveche de la situación. Viendo la serie El ala oeste de la casa blanca, sucedía en uno de los episodios un caso que para mí es una analogía perfecta. La serie tiene 20 años y está ambientada en la situación política de aquellos momentos. En dicho capítulo, representantes de Bielorrusia acuden a la casa blanca a pedir consejo a expertos porque están redactando una constitución y la quieren basar en la norteamericana. Allí les advierten de que es presidencialista, con mucho poder acumulado en una sola persona y es peligroso dado el historial dictatorial que acumulan en la exrepública soviética. Añaden que lo sucedido en Estados Unidos es una excepción, no la norma con constituciones del mismo corte. Supongo que aquello sería una ficción, dado que no conozco que tipo de constitución aplicarían finalmente en la rusia blanca, lo que si podemos conocer es el estado actual de este país: marioneta de Putin, un presidente vitalicio, Lukashenko, desde hace 30 años, y sin posibilidad de cambio real democrático. Aunque celebran elecciones periódicamente, no es una democracia. Vamos, que acertaron en la serie con su análisis.

Por ello son tan importantes los contrapoderes que en aquel episodio urgían a los bielorrusos que introdujeran en su constitución, para que un presidente con ansia de poder no pudiera aplastar los pilares de la democracia. Dos de esos pilares son la prensa libre y la justicia independiente. ¿En qué estado se encuentran ambos en nuestro país? Desde luego con no muy buena salud, y, además, siendo objetivo público desde el gobierno sin disimulo. Repasemos algunas de esas cosas extrañas a las que me refiero, las cuales, fácilmente se pueden comprobar en prensa. El primer ataque a la justicia se produjo cuando se cambio la ley de elección de los jueces allá por los años 80, por lo que, en vez de estar en manos de ellos mismos, como manda la Constitución española, pasó a recaer a los propios políticos. Es decir, dada la propensión de nuestra clase política a la corrupción y el latrocinio, resulta que ellos eligen a los jueces que luego les tienen que juzgar. Y no solo eso, también eligen al fiscal general del estado, produciéndose situaciones como que la fiscal de carrera Dolores Delgado, elegida ministra de justicia por el PSOE, pase a ser, de un día para otro, fiscal del estado. De ahí viene la famosa frase popular: ¿De quién depende la fiscalía? Pues eso”. Tremendo. El Tribunal Constitucional también está en manos de políticos y por eso apreciamos como en lugar de interpretar la Constitución la retuercen a su acomodo. Así, hemos asistido a la colaboración entre el presidente de este tribunal (persona de infausto recuerdo debido a su penosa actuación en tiempos del expresidente Rodríguez, cuando era fiscal general del estado, en referencia al asunto ETA) y el abogado de Puigdemont, además de otros famosos delincuentes, como el narcotraficante Sito Miñanco; siendo este abogado, a su vez, delincuente él también, pues fue condenado por colaborar con ETA en un secuestro; de hecho, el título de abogado lo obtuvo en la trena. Ya me dirán si todo esto es muy normal.

Si no tuvimos bastante con que, por una vez, y sin que sirva de precedente, por fin se puede condenar a unos políticos corruptos abiertamente hostiles a nuestro estado de derecho, entonces van y se permiten el lujo de contravenir el trabajo de la justicia concediéndoles un indulto, como si un de un reyezuelo medieval se tratara, tan solo para obtener rédito político que le ayude a mantenerse en el poder. Más ejemplo, ¿qué pasó con los casos ERE y cursos de formación? Más de mil millones de euros malversados y al final solo han pisado cárcel unos pocos pringados, los principales responsables se han ido de rositas. Recuerden el acoso diario al que se sometió a la heroica juez Alaya, con militantes socialistas insultándola a la entrada a su juzgado día tras día hasta ser finalmente apartada. Su sustituta, la juez Bolaños (vaya) ha hecho perfectamente el trabajo encomendado. Solo lean el siguiente titular en un periódico, aunque hay muchos más: “Un error judicial anula seis causas de corrupción y evita la condena de 25 excargos del PSOE en Andalucía. Siete años de investigación quedan invalidados debido a una demora de la jueza Bolaños, que prorrogó las pesquisas fuera del plazo legal.”. O el otro “error” esta semana de un juez que deja libre al líder una organización criminal dedicada al narcotráfico en Holanda y Bélgica, uno de los criminales más peligrosos de Europa, quien incluso se atrevió a amenazar de muerte a la hija de los reyes de Holanda. Obviamente, ha desaparecido. La policía está que trina, busquen las declaraciones de sus representantes. O esta misma semana, cuando el juez que lleva el caso de la conexión rusa con el secesionismo recibe una carta bomba en su propio despacho. Quien haya ido a un juzgado sabe los controles que hay, así que imaginen que ha sucedido para que pueda llegar a sus manos. Lo más inquietante es que el juez no quiere ser protegido por los mozos de escuadra y ha pedido protección a la policía nacional. A este juez ya le entraron en su domicilio particular.

Otro suceso extraño fue como desmantelaron el operativo policial que estaba desquiciando a los narcotraficantes del estrecho. O el posterior asesinato a sangre fría de guardias civiles por parte de estos mismos delincuentes beneficiados por esta controvertida decisión. Y no arde Troya, y eso que vemos en vídeo la alevosía, estamos apollardados. Y por último la prensa. Tras el anuncio de Sánchez Pérez-Castejón, el gobierno ha empezado a denunciar en juzgados a periodistas. Veremos en qué acaba esto. La Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticias (WAN-IFRA) ha denunciado esta situación con un comunicado, donde, entre otras cosas, dice lo siguiente: «Lo que no es más que el viejo acoso del poder a los medios de comunicación disfrazado, al menos esta vez, con la noble intención de desacreditar a quienes difunden bulos. Es inaceptable que desde el Gobierno y su partido se pretenda meter en el mismo saco a todos aquellos que no están de acuerdo con su proceder. Y mucho menos en nombre, precisamente, de la libertad de prensa y de la dignidad de los medios de comunicación o de la regeneración». Poco más hay que añadir. Por cierto, el próximo 3 de mayo es el día mundial de la libertad de prensa; no podían haber elegido peor momento para señalar al que un día fue el cuarto poder. Lo dicho, todo le sale al revés. Entonces, con una prensa en su mayor parte acomodaticia con el poder, puesto que su supervivencia depende de su financiación, y una justicia incapaz de ser aplicada. ¿Qué clase de democracia somos? Una fallida, no lo hemos conseguido de nuevo, y es solo cuestión de tiempo; hay apariencia de normalidad, pero solo para el que cierre los ojos para no ver la realidad. Con la cabeza escondida debajo de la tierra como los avestruces no se sufre. Como leí en una mala novela en mi adolescencia: “Si quieres ser feliz, no pienses”.