Amnistía, por Pep Marín

Amnistía

Hablando de todo un poco una rueda puede ser varias cosas. Rueda de prensa, por ejemplo. También puede ser rodear a un detenido y golpearle desde todos los ángulos. Así no te da tiempo a repeler los palos en el acto casi reflejo de defenderte con tus manos y brazos, piernas y pies; no tienes escapatoria.

La bañera es un recipiente que se puede usar para muchas cosas. Una de ellas es para llenarla de agua y excrementos y meter la cabeza a un detenido/a hasta que éste o ésta casi se ahogan. Tú imagínate el panorama, menuda idea de tortura, cuánta humanidad. Supongo que muchos alcanzarían a decir a la cuarta inmersión: “Mátame cabrón, mátame ya, mátame vecino”.

Y la barra, no de pan, por la que se esposaba al detenido las muñecas por delante de los tobillos y se le colgaba por las articulaciones de las rodillas para golpearle sin posibilidad de protección; o el quirófano, que era tumbar sobre una mesa al detenido e inmovilizarle de pies y manos mientras se le golpeaba en el pecho impidiéndole la respiración.

Por estas técnicas policiales de destrucción moral y de cualesquiera otras resistencias físicas y psicológicas pasaron un sinfín de personas en España hasta bien entrados los años 80. Existen amplios estudios, artículos y trabajos realizados por investigadores e historiadores como La transición (in)controlada: una cartografía de la violencia política en la Asturias posfranquista, de Eduardo Abad y otros/as, por citar uno. Y ahí tenemos también los testimonios de quienes sufrieron en primera persona estas torturas que parece que sólo las vemos en las películas.

Imagínate. Tú y una pancarta que reza: “Que trabajen tu hígado graso más horas extras sin cobrar. Abusador”. Una manifestación. Tú  que ves venir a la policía y corres y te trastabillas y caes al suelo. Te cogen entre cuatro policías. Después furgoneta. Y al rato un cuarto muy poco iluminado con olor a sangre y amoniaco y una bañera. Antes de eso, te has llevado dos hostias a mano abierta; tienes un zumbido en el oído que ni te enteras que te están preguntando. Después te has ido de ti, te has derrumbado. Tu alma, tu presencia de espíritu hecha trizas. No te crees lo que te han hecho, llevas sangre por todos los orificios de tu cuerpo, te avergüenzas de ser persona. Simplemente no querías trabajar sin cobrar y te han dejado desolado. Después de 20 días te sueltan.

La Ley de Amnistía de 1977, entre otras muchas cosas, repetimos, entre otras muchas cosas, amnistió a policías que violaron a la persona del detenido. Muchos años después, una nueva ley en España, parece, volvemos a repetir, parece, que permite que este tipo de acontecimientos puedan ser juzgados como delitos de lesa humanidad. Antes no, ahora. Antes, hasta hace dos domingos, estos delitos no podían ser juzgados por la ley de 1977 que amnistiaba a sus ejecutores y a otros muchos que quedaron libres de toda culpa. Y, ojo, que todavía queda por resolver mucho material jurídico y decidir muchas cosas.

El caso es que un sindicalista de la Cataluña de los años 70 presuntamente sufrió este tipo de torturas. Ahora, no antes, porque el semáforo estaba en rojo y no se podía cruzar la ley del 77, se ha presentado una querella para que un juzgado investigue esos hechos y el ministerio fiscal ha solicitado lo mismo. Antes también se presentaban querellas pero todas quedaban en saco roto a las primeras de cambio. No se podía investigar: “No, no, eso no, rivotril, rivotril”.

Algunas reacciones megaposmodernas de muchas personas olvidan este hecho: la bañera, la rueda, el quirófano. Olvidan al querellante y además siguen humillándolo.  Dicen: “Que también se investiguen los crímenes del PSOE en la República. ¿Qué pasa con Santiago Carrillo y Paracuellos del Jarama? ETA. Las Checas. Memoria falsa y selectiva. Degenerados. Insultos cromañones machistas a Dolores Delgado. Fin del contrato político que propició la democracia. Sinvergüenzas de socialistas. Cortina de humo. Que se investiguen los crímenes también en Annual, o el de los franceses en 1808. Remueven el pasado intentando cambiar la historia esos cerdos. Sectarismo. Que investiguen también los paseíllos en la Republica. El querellante es un terrorista. Problema innecesario”.

Es decir, este señor va al juzgado arropado por una asociación y pone una querella porque en su momento le pusieron la panza más negra que la pena negra, después de tantos palos que se llevó. Se dice “esto hay que juzgarlo y saber qué pasó y porqué yo me llevé esta somanta de golpes, así porque sí, que casi me matan”. Hecho concreto,  como muchos otros hechos concretos.

Imagina entonces que se encuentra el querellante en el juzgado a este coro de ¿personas? Cuando él está en el mostrador del juzgado firmando el registro de entrada de la querella. Él ha dado el paso para saber de lo suyo, con nombres y apellidos, con sus pruebas, su testimonio. “¿Qué es eso las checas, Santiago Carrillo o Annual?” Si quieren investigación de todo eso que sería espeluznante que hagan lo mismo: una querella.

No se va a dejar de investigar una brutal agresión porque alguien quiera desde su idea de justicia y de bien común juzgar también los crímenes del PSOE, y que esa idea paralice la investigación de lo mío. No me mezcle usted historias. Pase usted a la acción, vaya a un juzgado, no se quede en la idea, y a mi déjeme en mi puta paz de saber y que se me haga justicia, si es que la merezco. ¿O acaso es usted quién lleva esta sonda de por vida? ¿La ve? Pita cuando hay que vaciar el pipi; ¿sabe? Pues hay cosas que no se debería meter nunca a un hombre por aquí, sí, por donde estás pensando.