Alfonso Brunet y la primera fábrica de esparto de Cieza

Construida en la segunda mitad del siglo XIX, se encuentra en el Camino del Molino

Pascual Santos López

Corrían años convulsos y España se dirigía de lleno hacia el periodo conocido como el Sexenio Revolucionario. Cieza contaba con recursos hidráulicos, excelente materia prima y capacidad de transporte, pues el ferrocarril funcionaba desde 1864; lo que atrajo la atención de industriales emprendedores con la intención de satisfacer la demanda británica de esparto para papel en aquellos años en auge.

El 10 de septiembre de 1866, el francés José Poirson Cosson, vecino de Bar-le-Duc, en el departamento de Meuse, con la ayuda del concejal del Ayuntamiento de Cieza José Camacho García firmaba con los dueños del Molino del Río las escrituras de convenio, el permiso para construir una fábrica de elaborar esparto y constitución de servidumbre de acueducto, cesión y fianza con hipoteca.

Los dueños del molino harinero, situado en el Camino del Molino, eran Mariano Marín Blázquez, los hermanos Juan y Piedad Yarza Marín y una pequeña parte le correspondía a Ana Angosto Aledo, que le había legado su tía Juana Falcón Piñero. El molino contaba con dos piedras corrientes con toda su maquinaria, además de tres tablachos, dos para la entrada de las aguas a cada piedra y el otro para desaguadero principal del cauce, dos caballerizas contiguas a dicho molino, los ejidos de éste y una suerte de tierra que lindaba con el mismo y estaba situada debajo del molino.

En la escritura quedó constancia de que los dueños del molino, movidos por el deseo patriótico de que se desarrollara en Cieza la industria fabril y comercial que tanto contribuiría al aumento de la riqueza pública, convinieron con el industrial francés que pudiera establecer una fábrica para elaborar esparto, y para ello acordaron ceder para siempre el sobrante de las aguas del indicado molino al señor Poirson, para que las aprovechara como motor en la fábrica que trataba de establecer, siempre que cumpliera ciertas condiciones. Estas consistían en que la fábrica no fuera de harina ni molino harinero; que las nuevas obras en la presa y el cauce, así como su conservación y reparación serían por cuenta del señor Poirson, además de las mondas, limpias y daños a las propiedades colindantes por causa de las aguas y nuevas construcciones; que el molino no podía sufrir perjuicio ni daño alguno en el caudal ni en la salida de sus aguas; que si se abandonaran las obras cesarían las obligaciones del contrato, sin que pudiera reclamar ningún gasto que hubiese realizado, debiendo dejar el señor Poirson en buen estado la presa y cauces; que para nuevas construcciones debían ponerse de acuerdo los dueños del molino y la fábrica; y, por último, que solo se podría levantar el tablado del gallardo los domingos, en caso de avenidas o cuando lo creyeran necesario los dueños de la fábrica.

Para garantizar la confianza de los dueños del molino, el señor Poirson debía presentar una fianza en bienes raíces con hipoteca voluntaria hasta 20.000 reales, cuya hipoteca subsistiría hasta que los dueños del molino se convencieran que la fábrica que se construyera sería suficiente para hacer frente a sus obligaciones. Esa hipoteca la resolvió el señor Poirson presentando como fiador a José Camacho García, que estableció hipoteca voluntaria sobre siete tahúllas y media de tierra de riego que poseía en Barratera y que todos los interesados tasaron, de común acuerdo, en la cantidad de 20.000 reales, hasta que se sustituyera la hipoteca con la fábrica que había de construirse. Aunque, por circunstancias que ignoramos, Poirson abandonaría su proyecto justo un año después de firmar la escritura.

Alfonso Brunet Bermingham

Alfonso Tomás José Brunet Bermingham nació en San Sebastián, el 19 de octubre de 1837, y era hijo de José Manuel Brunet y de Manuela Bermingham. Estudió la enseñanza secundaria en Inglaterra, donde conoció a su futura esposa Dorotea Bingley Phillips, con la que se comprometió antes de dirigirse a realizar la carrera de ingeniero civil en Francia. Al terminar sus estudios volvió al Reino Unido, donde los novios contrajeron matrimonio sobre 1861.

Sus primeros trabajos los desarrolló en la construcción del ferrocarril de París a Lisboa, ciudades en las que el matrimonio residió de recién casados, además de tener su residencia en San Sebastián, en la Avenida de la Libertad, número 20, en un edificio en el que residía la familia y donde estaba situada la Banca Brunet.

Tras su periplo por diferentes ciudades europeas, Alfonso se trasladó con su familia a Cieza, donde ya podemos localizarlo en 1867, porque ese año firmó en la localidad la escritura de su fábrica. Su hijo mayor Guillermo había nacido en San Sebastián el 26 de agosto de 1866 y el 24 de mayo de 1868 nació en Cieza su hija Manuela. La familia permaneció aquí unos años más, posiblemente hasta el nacimiento de su última hija, Elena, que tuvo lugar en noviembre de 1871 en San Sebastián. Aunque Alfonso siguió teniendo intereses y propiedades en Cieza hasta 1880.

La familia Brunet fue una importante saga de comerciantes, banqueros, políticos e industriales que llegó a San Sebastián a finales del siglo XVIII, procedente de Copons, en la provincia de Barcelona, y que promovió numerosas industrias entre 1841 y 1876, como fueron una papelera en Tolosa en 1841; la industria de hilados y tejidos de algodón de Lasarte-Oria en 1845; la Compañía de Tranvía de San Sebastián en 1866; la Empresa del Alumbrado de Gas en 1869; una fábrica de botellas de vidrio; una fundición y construcción de maquinaria; y la promoción del Casino y Ensanche de San Sebastián. No es extraño, por tanto, que los intereses familiares trajeran a Cieza a Alfonso, donde puso en marcha su fábrica de esparto en 1867.

Una fábrica para Cieza

El 10 de septiembre de 1867, Alfonso Brunet compraba, por 8.000 escudos, al apoderado del señor Poirson, Ernesto Le Bailly, una casa, situada en el Camino del Molino, nº 5, con un huerto adyacente de dos tahúllas y algo más, en cuyo terreno se había comenzado a construir una fábrica de esparto, además del derecho a retirar las aguas necesarias tomando las del cauce propio del Molino del Río. La fábrica tenía 33 metros de largo por 14 de ancho, necesarios para montar la máquina que sirviera para mover los batanes de picar esparto, gracias a las aguas adquiridas, aunque el edificio se encontraba sin concluir y las obras interrumpidas por circunstancias que no se explicaban.

No sería fácil instalarse en Cieza con su mujer inglesa y su hijo pequeño, Guillermo, y acabar la fábrica con todo lo necesario para comenzar a picar el esparto y hacer cordelería. El 14 de abril de 1868 Brunet solicitaba al Ayuntamiento permiso para construir balsas de cocer esparto en la rambla de la Fuente del Judío, distante de la población una legua, con el agua que bajaba constante en todo tiempo de las vías férreas. El 10 de mayo se acordó en sesión extraordinaria concederle el permiso para establecer los cocederos de esparto con aguas corrientes, sin permitir estancamiento alguno, debido a posibles enfermedades y siempre que fuera a una distancia mínima de 200 metros de la vía férrea, rambla arriba. Le prohibieron la cocción en los meses de agosto, septiembre y octubre de cada año, por ser época propia para el desarrollo de las calenturas intermitentes.

También necesitaba espacio para las carreras de hilado y corche por lo que tenía arrendado un terreno aledaño a la fábrica que llamaban el sitio de la glorieta en el antiguo camino de Madrid, por el que pagaba 102,50 pesetas al año. Tenía bastante mecanizada la fábrica gracias a la fuerza hidráulica, pues contaba con tres máquinas de hilar, tres cardas para esparto movidas por agua y un batán con 16 mazos de picar esparto, también movidos por agua.

La producción de esparto

La demanda masiva de esparto para fabricar papel se inició en 1861 y aumentó en los años siguientes. Además, entre los objetivos de la familia Brunet estaba la fabricación de alpargatas o productos manufacturados para los fabricantes de alpargatas, ya que en 1888 la empresa registraba la patente de una máquina para hacer trenza de calzado y la lona de algodón también la hacían ellos en su fábrica de Lasarte-Oria; aunque la situación política en España y la guerra franco-prusiana no ayudaban.

Parte de las actividades de Brunet en Cieza a finales de 1870 han llegado hasta nosotros gracias a unas cartas cedidas por su tataranieta. En ellas informaba a su padre José Manuel Brunet y Prat de diferentes asuntos. El 2 de octubre de 1870 esperaba poder realizar un cargamento de esparto para finales de ese mes, pues el negocio con el comerciante de Cartagena, señor Pelegrín, lo tenía seguro, aunque no podía enviar esparto a Francia debido a la guerra franco-prusiana.

El 14 de noviembre le decía a su padre que había enviado a San Sebastián 500 kilos de cuerdas y 250 kilos de sogas para un cliente, Goitia, y también fabricaba crin vegetal de esparto, pues había enviado 100 kilos para otro cliente, Barandiarán. En unos días concluiría un nuevo cargamento de esparto. Pensaba que el cliente quedaría muy satisfecho con el género, pues era muy bueno y esperaba que esa relación le reportara un cargamento mensual.

El 27 de noviembre había remitido a Pelegrín 5.500 quintales de espartos muy buenos y pensaba que los clientes quedarían muy satisfechos. Al día siguiente iría a Cartagena a visitar a Pelegrín, para ver cómo estaban apilados los espartos. Para el 30 de noviembre habían llegado a Cartagena los dos buques de Manuel Pelegrín y otro comerciante, que cargarían los 11.000 quintales de esparto que había remitido desde septiembre. Decía que Cartagena era muy importante para los negocios familiares, pues había mucho movimiento de espartos, plomos, minerales y carbón, tanto es así que allí vio unas 30 fragatas y corbetas cargando.

El 14 de diciembre habían llegado los correos de cinco días atrasados por las enormes nevadas. Tenía carta del 10 de Le Bailly, que estaba desesperado por la situación de su país y la guerra. Tenía también carta de la señora Pelegam de New Castle, con quien creía haría varios cargamentos de esparto que le hacían falta.

La última carta, del 29 de diciembre, decía que había nevado un poco en Cieza y muchísimo por Hellín y Chinchilla. Había recibido carta de su hermano Pepe y le decía a su padre que le comunicara que estaban haciendo las sogas como él las quería. Al final de la carta había unas letras a lápiz del nieto al abuelo ‘Memorias de Billy’.

Patrimonio industrial de Cieza

La fábrica se arrendó en 1875 al señor Similiano L. del Castillo. Pero el 16 de enero de 1880 se vendió a Joaquín Gómez Gómez, vecino de Abarán, y Antonio Marín Meneses, notario de Cieza, dio fe, gracias a un poder especial firmado por Brunet en San Sebastián el 13 de enero de 1880 al vecino de Cieza Cristóbal Carrión Pérez, para que pudiera realizar la escritura de venta real de su fábrica de majar esparto, con todos sus útiles y herramientas, una casa y un huerto, todo contiguo a la fábrica, formando una sola propiedad. El precio fue de 25.500 pesetas.

Gracias al detalle de una foto de Cieza, realizada por J. Laurent y Cía., entre 1870 y 1871, coloreada digitalmente por el artista ciezano Tete Lukas, sumado a planos y otros datos, podemos decir que la fábrica de esparto construida por Brunet sigue en pie todavía; pues, simplemente comparando la estructura de la cubierta y el óculo de la fachada de la fábrica, podemos apreciar que coinciden con la nave que se encuentra actualmente en el Camino del Molino. La cubierta fue elevada en una obra posterior, pero se mantiene la estructura, la fachada y el óculo del edificio original.

Para concluir, queremos dar las gracias a la familia Brunet y emplazar al público a que lean una versión más amplia del artículo realizado en la revista Andelma número 31 por Manuela Caballero y yo mismo. Además, cabe resaltar que Alfonso Brunet puso en funcionamiento su fábrica desde 1867 hasta 1880, dando trabajo a los ciezanos y las ciezanas, e iniciando una industria que seguiría manufacturando esparto hasta los años 60 del siglo XX; primero en manos de su director Joaquín Gómez Gómez y después en las de su hijo Joaquín Gómez Martínez, ‘el Gallego’, y de la que podemos disfrutar en la actualidad. Una fábrica que reivindicamos como patrimonio industrial de nuestra ciudad y sobre la que hacemos un llamamiento a los responsables de patrimonio de Cieza para que la pongan en valor, con el simple hecho de realizar una pasarela de madera sobre el cauce y limpiar su entorno. De esta forma, se podría incorporar a las rutas educativas e itinerarios de turismo cultural de la ciudad.