Tensa calma mundial, por Diego J. García Molina

Tensa calma mundial

Este oxímoron define, en mi opinión, el estado actual en que se encuentra esta pequeña mota de polvo gravitando en el vacío galáctico que habitamos, con la arrogancia de quienes se creen únicos. A pesar de que el progreso avanza imparable, pues la pobreza extrema se reduce continuamente año a año, las muertes por desastres naturales (terremotos, inundaciones) cada vez tienen menor impacto en la población, o la masa forestal europea es la más extensa de las últimas décadas y no para de aumentar, el hombre se empeña en destruir el efecto de esas buenas noticias con sus acciones.

Las muertes por coronavirus ya casi alcanzan el millón y medio de personas en todo el mundo, y no tiene viso de parar a corto plazo, al menos mientras no esté disponible una vacuna eficiente. Otro problema será, debido a su coste, el acceso a la vacuna de países con menos recursos; además del problema logístico en tiempo que supondrá vacunar a toda la población. China, origen de esta y otras pandemias, como la también reciente gripe aviar, tiene controlada la enfermedad y han vuelto a su actividad normal como país, mientras el resto de países continúan sumidos en el caos subyacente a sus efectos. Incluso se han permitido el lujo de enviar una sonda espacial a la luna, hito que no se producía desde hace 50 años.  El gobierno chino no ha informado de haber tomado medida alguna para evitar futuros casos imponiendo medidas sanitarias adecuadas aplicables a los mercados de animales vivos para consumo humano. Es decir, en cualquier momento puede llegar el COVID-20. Aunque realmente lo que a mí más me preocupa es que este virus mute, dejando las vacunas desarrolladas sin propósito efectivo.

Al mismo tiempo, mientras la mayoría de países intentan proteger a su población sin destruir su economía, en la medida de lo posible, otros países continúan con sus planes expansionistas tensionando las relaciones con sus vecinos y poniendo a prueba su red de alianzas. Por ejemplo, Marruecos volvió a instaurar el servicio militar obligatorio hace un par de años, ya deberíamos saber que significa eso; y ahora casualmente se ha roto el alto el fuego que tenía con el frente polisario, movimiento de liberación nacional del Sahara Occidental, que trabaja para acabar con la ocupación de Marruecos de este país, reconocido además por la ONU. España ya está notando las consecuencias de este conflicto debido a la responsabilidad con los primeros, y a la especial relación con los segundos. Veremos en qué termina todo.

Por otro lado, tenemos la inestabilidad que se ha generado en la primera potencia mundial, Estados Unidos, desde la elección del presidente Donald Trump en los anteriores comicios. Nos guste o no este hombre, fue elegido en primarias por el partido republicano y posteriormente ganó las elecciones holgadamente a Hillary Clinton; a pesar de ello, se intentó desde el primer día desacreditar su elección con supuestas injerencias rusas que se demostraron falsas y otras actuaciones de los grandes medios de comunicación y el partido demócrata. Estas acciones han desembocado en un enfrentamiento a pie de calle entre partidarios de los republicanos y de los demócratas, incluso con linchamientos y asesinatos a tiros en mitad de la calle. Parecía la España de los años 30. Tendremos que estar atentos también a cómo acaba está situación, pues podrían pagar al candidato demócrata con la misma moneda, deslegitimando su presidencia y entrando en una espiral de presión e incertidumbre que quién sabe cómo acabará; y más en un país con una población armada hasta los dientes.

Otro conflicto que se está reactivando, cien años después de la última guerra, es el greco-turco, donde la tensión secular en este cuello de botella donde se dan la mano Europa y Asia no termina de remitir. El afán expansionista y de protagonismo del casi dictador turco Erdogan, amenazando con la guerra abierta, es el principal motivo. Otra causa de amenaza bélica es la construcción de la megapresa del Nilo en Etiopía, que con su llenado podría afectar al cauce de este río, principal motor económico de los egipcios. El líder de la dictadura militar de Egipto ya ha avisado de que no se quedarán con los brazos cruzados. Y así podríamos seguir bastante tiempo, con el problema entre Pakistán e India (ambas potencias nucleares); la guerra civil de Ucrania, la anexión de la península de Crimea por parte de Rusia, y otras provincias limítrofes; el expansionismo ruso liderado por el dictador Putin, que amenaza también los países bálticos, Bielorrusia con el presidente títere Lukashenko, con sospechas más que fundadas de fraude electoral en las últimas elecciones, o el conflicto en el Alto Karabaj, donde Rusia apoya a un contendiente, y Turquía al otro. Además de las guerras activas en Libia, Siria, Yemen, la disputa todavía no resuelta en Irak, el problema venezolano, presión migratoria e inestabilidad en el África subsahariana, etc., etc. La única buena noticia es el establecimiento de relaciones de algunos países árabes con Israel, acuerdo patrocinado por EEUU, concretamente con los Emiratos Árabes Unidos y Baréin, quienes se unen a Egipto y Jordania. Arabia Saudí podría ser el siguiente si el gobierno norteamericano continúa la política iniciada por Trump en este sentido.

Vamos a peor, no hay duda, en este infausto año que nunca olvidaremos; irresponsables dirigentes de países y políticos sin escrúpulos excitan los ánimos violentos de sus poblaciones de forma insensata, sin tener en cuenta que a veces hay decisiones de las que no es posible una vuelta atrás. Las nuevas generaciones han olvidado lo devastadora que es una guerra, y otros países no lo han vivido en sus carnes lo suficiente como para huir de ella. No podemos confiarnos, recordemos que el primer conflicto global se inició por un incidente local que en otro contexto no habría ido a más, pero las alianzas de los países involucrados empujaron a estos, algunos de ellos sin estar completamente convencidos, a una devastadora guerra que acabó casi por completo con toda una genera de hombres. Exigir responsabilidad e inteligencia a nuestros dirigentes es tarea nuestra.

 

 

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