Pamplinas cavilosas, según José Marín

Pamplinas cavilosas

Tengo un viejo amigo de la facultad de Sociología que últimamente me está poniendo a prueba las neuronas con preguntas tipo: ¿El mundo es eterno o el mundo es creado? Así que llevo una racha mental que confundo al carnicero con Aristóteles y a mi vecina con Santo Tomás; y a todo esto los platos sin fregar y la casa sin barrer. ¿Eterno? ¿Creado? ¿Te queda capellán?

He escrito una palabra antes: confundo. Confundir parece ser que es algo que significa quitar límites hasta el punto en que no se vea dónde termina el uno y empieza el otro. Pero también confundir es otras cosas. Una de ellas puede ser ir como a piñón fijo intentando abatir, humillar, equivocar al interlocutor en un momento dado; al lector de un escrito de opinión, a tu abuela para que vuelva a darte cinco euros.

En España parece que no debería haber confusión legal en cuanto a la participación de partidos políticos de diversa calaña en unas elecciones, algunos cuyos miembros pueden ser, a posteriori, representantes en las distintas instituciones. Concurren partidos que han sido sentenciados como corruptos, pero siguen siendo legales; partidos que en su ideario programático aspiran a la separación de España con toda legalidad; y partidos que niegan que exista un determinado tipo de violencia y que aspira a que no haya autonomías. No hay confusión aquí. Y quién tenga confusión que acuda a los juzgados y denuncie.

La confusión viene después, en los pactos. Y para otros antes, mucho antes de los pactos, discutiendo la separación de poderes como cuando le quitas las anchoas a una pizza. Dos partidos políticos perfectamente legales pactan lo que sea, uno separatista y otro no separatista, por ejemplo; entonces viene el enojo, y del enojo la creación de nubes de mierda para que llueva sobre las cabecicas democráticas. Surrealista. Permitir y legalizar partidos que aspiran a la separación de España en determinados territorios, otro ejemplo, o quieran dejar al Estado como si fuera garbancito, y que cada cual se busque la vida, para luego decirles: ¡Sorpresa!, que era broma, puedes intentar la separación de España, pero dilo bajito y trae un unicornio al parlamento. Esperpéntico.

Y ojo, si pactas con EH Bildu, que por ley todos los niños de España puedan beber leche, entonces ya la hemos liado. Y si tocas una cosa llamada sedición, mucho cuidado, que eso te va a repercutir a la hora de poner el primer ladrillo del día o servir el primer café con un lumbago del copón, pero con ese miedo en el cuerpo al pensar que si el médico te da la baja lo mismo el empresario entra en fase productividad ciega y te manda a tomar por culo, a ti, a tus cuatro hijos, a tu mujer, a tu suegra y al perro.

Pero si PP y Vox, ambos partidos legales, pactan es un acuerdo entre hermanos, pues creo que Vox no deja de ser el altavoz del PP en todos aquellos aspectos que ellos no se atreven a decir. Entonces estamos ante unos pactos riquísimos de democracia, pimienta, sal y limón. Lo otro, no. Lo otro es una hemorroide democrática.

El que va a piñón fijo ve todos estos asuntos con un solo ojo y oye, y he dicho bien, oye, con un solo oído. Es más, bajo apariencias democráticas y elevados intelectos, se sumergen en las alcantarillas políticas para alumbrar aspectos mediocres de lo que hacen, o dicen, muchos representantes del pueblo y que se les asignan sólo a los de un bando, según el ojo que mire. Cuando se habla del “y tú más” es que hay dos, ¿no? Pero escriben solo de uno. Pamplinas cavilosas. O sea, nada.

Vox es un partido legal en España, igual que EH Bildu, PNV, la CUP, PSOE y PP. El que uno considere un esperpento diferentes pactos de gobierno o legislativos, alianzas, en su derecho está. Pero, por ahora, cualquier pacto que ocurra es legal. Luego ya vendrá la puesta en práctica de esos pactos, y si lo que se practica es legal o no; y más allá en las alturas constitucional o no. También si es útil para la mayoría o no, si es bueno o no, si se progresa entendiendo el progreso como una mejora de las condiciones de vida de la gran mayoría o si se vuelve a las cavernas o no. El pueblo debe estar ojo avizor en todo momento y considerarse un sujeto activo y poderoso bien informado en todos estos procesos, si es que se puede con todo este vómito mediático. No nos consideremos ombligos ensimismados en un yo hacía adentro para no dejarnos llevar por emociones futboleras ni por opinantes piratas. ¿Seremos capaces? Veremos.