Los articulillos independientes de Antonio Balsalobre

Cosas del presente

Lo que estamos viendo estos días anteriores a la interminable investidura de Mañueco (las más tardía de la historia de Castilla y León) no es más que la antesala de lo que vendrá después. El preludio del chantaje, también interminable, con que Vox va a seguir humillando al PP cuándo y cómo lo considere oportuno, tras el pacto entre las dos formaciones. Que vaya tomando nota Bonilla en Andalucía de lo que le espera si no le dan los números y sigue la vía Mañueco. Por expreso deseo de Vox, la sesión de investidura no llegó a tiempo para que Mañueco se pudiera consagrar como presidente antes de la cita del fin de semana pasado en la que el PP confirmó el liderazgo de Feijóo. La investidura será con el gallego ya jefe de filas del PP. ¿Con qué fin? Pues para que éste no pueda decir, como decía Casado de la Gürtel en su día, que “esas son cosas del pasado”.

Condecorado

Madrid retirará la Llave de Oro de la ciudad a Putin en los próximos días. Una insignia que le fue concedida por Alberto Ruiz Gallardón en 2006, durante una visita del mandatario ruso a la capital de España. ¿Con los votos de todos los partidos de la corporación? Pues no. Esgrimiendo argumentos peregrinos Vox ha votado en contra. Con actitudes como está se entiende mejor lo que ha ocurrido en Francia en la última década, donde el Kremlin tirando de “talonario” ha ido tejiendo sutilmente, según la prensa francesa, una red de adhesiones con una parte de la extrema derecha y la derecha del país galo. Entre ellos, adeptos putinistas tan conocidos como Eric Zemmour, Marine Le Pen (candidatos la semana que viene a las elecciones presidenciales) o François Fillon (excandidato fallido). La cruenta invasión de Ucrania está sacando a la luz estas lealtades. En España, si por Abascal fuera, Putin seguiría condecorado.

Predicar con el ejemplo

“Esto no se arregla con una subvención de 20 céntimos” dice López Miras, y es verdad, pero ayuda, teniendo en cuenta el contexto de crisis energética, agudizada por la guerra de Ucrania, en el que nos encontramos. Ayuda y podría ayudar todavía más que, como le pide el PSOE, el jefe del ejecutivo regional se mojara y bonificara con otros veinte céntimos el litro de combustible. No en vano la Región recibe el 58% de los ingresos por los impuestos a hidrocarburos y el 50% del IVA. A los cuales, por mucho que pida que se bajen los impuestos, su administración no renuncia. Que predique, pues, con el ejemplo y destine esa lluvia de millones que recibe de la Administración central (que tanto le deben sobrar) para ayudar a los murcianos a capear mejor el encarecimiento internacional de la energía. Como se ve, el populismo demagógico de Miras tiene las patas cortas. Una cosa es predicar y otra dar trigo.

Fosas

“Nos despertaron varias explosiones a las 5 de la mañana. Hubo un silencio tenso durante una hora. Luego, a las 6 volvieron las explosiones. Fue así como comenzó para nosotros la guerra”. Son palabras de Andreï Kourkov, escritor ucraniano. 40 días después, los horrores de esta invasión nos siguen conmoviendo (como antes los de Irak, Palestina y tantos otros). Sabemos cuando empiezan las guerras, pero no cuando terminan, añade Kourov. La de Putin, con su estela de crueldad en la masacre de Bucha, ya forma parte inexorablemente de la larga lista de atrocidades inscritas a sangre y a fuego en la historia de la infamia. Decenas de cuerpos de civiles abatidos o enterrados salvajemente en fosas comunes nos recuerdan, por otra parte, que aquí también hubo una guerra que empezó hace mucho tiempo pero no sabemos si ha terminado porque todavía yacen en fosas y cunetas víctimas del bando perdedor cuyas familias no han podido darles todavía una sepultura digna.

 

 

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