La magia de Arco: encontrar nuestros orígenes

ENTREVISTA

Imagen de Fran Ramírez

Enclavada en el Cañón de Almadenes, la Cueva del Arco nos muestra sus entresijos. Nos los cuenta el doctor en Prehistoria, Ignacio Martín Lerma

Miriam Salinas Guirao

Mira hacia abajo, ¿ves? Milenios de historia brotan del Segura a su paso por el Cañón de Almadenes. Recuerda el olor: esparto, vegetación mojada. Ahora aprecia con los ojos cerrados lo que arrancó el incendio de 2015 y descubre, atravesando la tierra, un rincón sublime. Estamos frente a la Cueva del Arco, una puerta a nuestros orígenes.

Las manos del doctor en Prehistoria Ignacio Martín Lerma (Universidad de Murcia) rastrean la Cueva del Arco, las mismas que se mueven ahora, con paciencia y excelencia, para explicar todo lo que está sucediendo en la excavación. Septiembre ha sido el mes escogido para llevar a cabo la cuarta campaña en Arco junto al también doctor en Prehistoria Dídac Román (Universidad de Valencia), y al equipo conformado por 15 personas, la mayor parte de ellos estudiantes y doctorandos de Arqueología de la Universidad de Murcia, así como diversos estudiantes de países como Brasil, Italia y Francia.

Ignacio es arqueólogo, cineasta y poeta. «El punto de unión es la escritura: comencé con la poesía en la adolescencia, escribía las cosas que me pasaban y  pensé en darle al ‘rec’. La historia también tiene mucho de escrito, pero me fui a la época donde no hay nada. La ruptura con todo lo anterior. En la prehistoria no tengo nada que me documente lo que pasaba, leo piedras en vez de libros». Cuenta con media sonrisa casi permanente. Describe Arco con la palabra «impresionante»: «Es el proyecto en el que estoy centrado, no solo el mes de septiembre. Todo lo que sale este mes se estudia en el laboratorio a lo largo del año y cuando se termina de estudiar  volvemos a la cueva. La gente se convierte en familia durante esos días. Todos tenemos un mismo fin que es encontrar nuestros orígenes. Se generan unos vínculos muy especiales, un mes duro, complicado, con muchas emociones.»

Los primeros trabajos se iniciaron en 2015. Y se pudo descubrir que la cavidad posee una larga secuencia de ocupaciones del Paleolítico al Neolítico. Durante la primera campaña se hizo un sondeo sobre el sedimento: «Un agujero hacia abajo, un libro de soluciones de toda la secuencia», explica con los ojos fijos, buscando el momento preciso, la décima exacta del tiempo que ha usado.

Las primeras ocupaciones pertenecen a los neandertales (hace unos 45.000 años), a la que le siguen diversos niveles de hace entre 30.000 y 18.000 años. La Cueva del Arco deja de usarse como hábitat con la llegada de los primeros agricultores y ganaderos del Neolítico (hace unos 6000 años). De la cavidad del Cañón de Almadenes, admite: «No sabemos todo lo que queda, cuando excavas una habitación sabes que tiene cuatro paredes, en cambio en las cuevas no sabes la morfología que va a tener. Donde empieza a parecer, realmente, que la cueva se acaba resulta que hay una pared que se abre y que nos lleva a otro sitio. Tiene dos caras: la parte complicada de gestión de la excavación porque cada día es un reto nuevo y la parte aventurera en la que no sabemos hacia dónde vamos.»

«Tenemos presencia de nuestros parientes lejanos: los neandertales»

Esta nueva fase de excavaciones está aportando una serie de importantes novedades. Ignacio explica cual era su intención: «Buscábamos Paleolítico superior, nosotros, lo anatómicamente moderno. Nuestra sorpresa fue cuando bajamos el sedimento y la cueva no terminaba en los niveles de Paleolítico superior si no que empezaban a aparecer los niveles de Paleolítico medio. Eso hace que tengamos presencia de alguien que no somos nosotros: de los neandertales. No hemos encontrado ningún indicio que nos hable de hibridacion pero sí que es verdad que es una cueva que puede reunir unas características muy especiales, precisamente, por la unión de esos dos periodos, es algo futurible pero si tiene que salir en algún sitio, la Cueva del Arco es uno de ellos».

Nuevos hallazgos

Por ahora gracias a los hallazgos de nuevas piezas de una excelente calidad, se confirma la importancia de las ocupaciones del Paleolítico medio (neandertales). Se ha encontrado una concentración de puntas de proyectil de época Gravetiense, de unos 30.000 años de antigüedad, muchas de ellas con indicios de haber sido usadas para la caza de animales. «Nos está diciendo, quizás, que es un sitio donde se comía, en concreto, porque son puntas que están rotas, o sea que son puntas que han vuelto a la cueva metidas en el animal y una vez que lo despedazan, vuelven a su sitio, pero ya usadas», detalla. Finalmente, destaca el hallazgo de diversos elementos de adorno, también pertenecientes al Gravetiense. Se trata de la primera vez que se recuperan conchas perforadas en el yacimiento, lo que permitirá una mejor comparación con otros conjuntos de la península Ibérica, y añade un destacable valor simbólico a las ocupaciones de la cavidad. «Eso no esta diciendo la importancia que tiene desde la prehistoria el mundo de lo simbólico», concreta. Además, gracias a los sedimentos, que es la parte geológica, se puede reconstruir el ‘paleoambiente’ debido a un determinado tipo de tierra que aparece en una de las cavidades. Esto quiere decir que tendremos datos sobre el clima, la vegetación y la fauna.

Pero, ¿cómo se realiza el trabajo de campo? Ignacio nos cuenta que «primero se excavan capas de 5 centímetros, máximo, para localizar las piezas, se georreferencian para saber dónde estaban cuando se extraen y el sedimento asociado a eso se criba para seguir encontrando las piezas más pequeñas».

Lo especial de Arco

El rincón de Almadenes encierra, sin duda, como cuenta Ingancio, un componente especial: «La palabra santuario me da un poco de miedo, a nivel científico nos cuesta, pero es verdad que tiene algo de especial. Esta gente talla muchísimo y donde viven salen cientos y cientos de trozos de sílex y aquí esos trozos de sílex no están. Encontramos las piezas ya finalizadas. Da la sensación de que tienen otro sitio que es donde viven, donde ensucian el suelo con los restos de talla. Y aquí vienen con las piezas ya finalizadas a realizar actividades concretas: encienden fuego, comen, cenan, curten la piel, pero no es el lugar habitual. No tenemos una mirilla que nos permita saber que es lo que hacían exactamente aquí».

La magia de Arco también queda grabada en sus paredes: «Tiene arte rupestre, el mas antiguo de la Región. Si hubiera arte rupestre en todas las cuevas del mundo sería algo normal, pero no está en todos los sitios. Para ellos (los moradores de Arco) esta cueva merecía ser pintada y eso añade mas leña en lo especial que es. «Las pinturas halladas son de finales del Paleolítico superior y representan animales. La peculiaridad es la representación de manera frontal de dos cabras: «Una más grande y otra más pequeña, que es muy excepcional», explica.

El responsable de la financiación de las intervenciones es el Ayuntamiento de Cieza, aunque también cuentan con el apoyo de la empresa Taruga Creaciones, que ha proporcionado materiales de excavación así como una furgoneta para poder transportar al equipo. Esta excavación está dentro de un proyecto más grande que dirige Joaquín Salmerón Juan, Joaquín Lomba Maurandi y el propio Ignacio Martín Lerma.

Hay Arco para rato, como cuenta Ignacio: «Esperamos una quinta campaña. La cueva es una más de las muchas cueva paleolíticas del Cañón de Almadenes, no solo está el potencial brutal de la Cueva del Arco, pueden haber muchas cuevas que van a tener igual potencial arqueológico. La zona es espectacular y eso hace 40.000 años también se valoraba.»

Ahora contempla, eres parte de la historia. Saborea el rincón sublime.

 

 

 

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