El políticus profesionalis
Hoy es San José, la onomástica de los Pepes y las Pepas (felicidades). Debido a la tradición judeocristiana que nos define culturalmente como sociedad y país se celebra también el día del padre por motivos obvios. En estos tiempos globales y digitalizados, quien más y quien menos aprovecha para enviar felicitaciones utilizando las redes sociales y nuestros amados políticos no iban a ser una excepción. Normalmente suelen ser contenidos preparados por profesionales del sector, lo que se denomina community manager, un experto en comunicación que se encarga de difundir su mensaje diariamente opinando de cualquier cuestión relevante, la cual, para los políticos actuales, es todo, dado que les gusta meterse en las vidas de sus súbditos desde la cocina hasta el dormitorio, desgraciadamente. En esta ocasión, algunas dirigentes de ultraizquierda, como Irene Montero o Yolanda Díaz, han aprovechado para felicitar a los papás de una forma especial, como solo ellas saben, es decir, con un insulto, un agravio gratuito; textualmente: “Desde 2013 ha habido 54 menores asesinados por violencia vicaria. Cada muerte es un fracaso social. No son casos aislados. Hay que hacer más. Un maltratador nunca puede ser un buen padre”. Ha faltado un ‘Feliz día, papás’ al final. Luego, si hacemos cuentas, tenemos cinco menores muertos al año a mano de sus progenitores, una desdicha, una fatalidad, no hay duda; sin embargo, frente a más de 20 millones de padres que hay en este país, que cuidan, crían y quieren a sus hijos, ¿no había otro día para dar la monserga de la ideología política? Con lo fácil que es escribir un mensaje en una o varias redes sociales diciendo simplemente eso, felicidades; o feliz día del padre; o lo que sea. Hay mujeres que también han matado a sus hijos, lamentablemente, la mayoría de los casos por problemas mentales. Porque hay que estar muy fastidiado de la cabeza para asesinar a tu propio hijo con el objetivo de joder a tu pareja, ya sea hombre o mujer, ¿para qué distinguir? ¿A qué viene esa obsesión en criminalizar al hombre? Cuándo no nos definen como asesinos lo hacen como violadores. ¿Enviarán una felicitación similar en un par de meses por el ‘Día de la Madre? Sabemos que no.
¿Creen estas señoras que hay alguien en su sano juicio que esté a favor de asesinar a los propios hijos? Yo creo que no. ¿Son entonces estos mensajes una locura contraproducente para sus intereses partidistas? Pues tampoco, el politicus profesionalis sabe lo que hace. Son perfectamente conscientes de que en este mensaje no aporta nada positivo ni va a ayudar a solucionar el problema. Aunque si es una forma bastante retorcida de hacer política, creando enfrentamientos entre quienes lo ven aberrante, y quienes, al ser de su cuerda, se ven obligados a defender la postura lanzada al ciberespacio. Con un claro doble objetivo. El primero, que se hable de ellos, sobre todo en estos momentos bajos tanto en votos recabados en las últimas elecciones, más Podemos que Sumar, como en expectativas de futuro, cada vez más negras, tanto en las próximas elecciones autonómicas catalanas y vascas, junto a las europeas. Además, es una forma de “fidelizar” a los afines, haciéndoles enconar sus posiciones hacia el resto cada vez más entrando al trapo de la discusión. El otro objetivo es que sirva de distracción, es otra táctica de manual: la cortina de humo. Consiste en decir una barbaridad para que medios de comunicación, ciudadanos en redes sociales, tertulias televisivas, y las personas en sus relaciones diarias hablen del tema, dejando de lado los asuntos realmente importantes. No ya la amnistía o el latrocinio organizado desde el gobierno, ¿cuánto tiempo hace que no oímos hablar de ese gran pacto de educación tan necesario en nuestro país que abandone de una vez las leyes educativas ideologizadas? Los resultados de lo que tenemos actualmente están a plena vista: los últimos puestos de las pruebas PISA. ¿Cuándo se hablará de los problemas de sanidad? O del paro estructural que, junto a los problemas de productividad, provocan que de nuevo nos hayamos alejado de la media de la OCDE en renta per cápita. Estamos otra vez a niveles de los años 70. Todo lo que se consiguió con tanto esfuerzo no ha servido de nada. O el problema de las pensiones. O del problema de la inmigración descontrolada. O de la situación casi prebélica en que nos encontramos con guerra en Europa, en Oriente Medio y con amenaza de ella en tantos sitios. Aquí vamos a lo nuestro, en bucle infinito con el problema del nacionalismo desde hace décadas, por no decir casi dos siglos, y las tontadas del gobierno y la oposición (da pena meter a todo el mundo en el mismo saco, mas no queda otro remedio).
Pongan voz de Félix Rodríguez de la Fuente al leer lo siguiente: El políticus profesionalis, como dije en el artículo anterior, no busca nuestro bien, no quiere hacer las cosas correctas, no intenta solucionar problemas, eso se lo deja a otros, solo busca sobrevivir profesionalmente empezando en las juventudes del partido (aunque no siempre, hay quien empieza después) para terminar jubilándose viviendo de la política. Incluso, si se ve apurado, creará problemas donde no los hay ni los ha habido nunca – véase el caso del secesionismo catalán. Y cuando en un puesto su situación es insostenible, se le traslada a otro puesto igual de jugoso, ya sea el parlamento europeo, autonómico, el consejo de administración de alguna empresa pública o con un cargo el propio partido, pues el politicus profesionalis entiende de todo. En muchos casos también, porque no hay un trabajo al que regresar. Al contrario de Julio Anguita, por ejemplo (y tantos otros), quién era docente y al abandonar la política activa continuó dando clases en su colegio en vez de jubilarse directamente, como podía haber hecho. Ojo, que no digo que no pueda haber personas que se dediquen de forma profesional a la política. De hecho, debe existir ese perfil, son imprescindibles, ahí está el grado universitario en Ciencias Políticas para formar a personas en los conocimientos fundamentales como Historia Política, Derecho, Filosofía, etc. Para ser un gobernante completo en el sentido aristotélico o ser asesor político o alto cargo. Tristemente, la clase política actual se fundamenta en la promoción de los peores; las aptitudes requeridas se basan más en el exabrupto y la capacidad de enfrentamiento, inicialmente con los del propio partido, para ir ascendiendo, y luego con el enemigo. Y por supuesto, la capacidad de mentir a sabiendas sin rubor; no hay cosa más desagradable en política que la mentira. Lo peor es que se ha desprestigiado de tal forma el participar en la vida pública, la figura del político, que no pocas personas respetables y con buenas aptitudes, con un espíritu de servicio público, renuncian para no verse inmiscuidos en el descrédito y vergüenza que a veces representa la política actual. Desde el clima acrítico con los nuestros en que nos encontramos inmersos será complicado revertir esta situación, aunque quien sabe lo que va a pasar mañana en este mundo cambiante a velocidad vertiginosa.