El hablar de Cieza

Cuarta entrega: la letra ‘d’ ¡Desabrio, desjonzao, desatrao!  

Miriam Salinas Guirao

¡Ya está aquí! ¡Una nueva entrega de palabras ciezanas llega. El hablar de Cieza da para mucho, es muy muy variado, y permite un diccionario completo.

Y gusta que se recuperen nuestras ‘palabricas’. Que no se diga. Que se sepa de donde somos: ese tonito cantarín, hilarante y chispeante. Esos sube y baja y esas pausas lentas, detenidas, que se gustan ellas solas. Esa boca un poco más abierta de la cuenta… ¡Tú eres de Cieza!

Los ciezanos han mezclado bien unas cuantas culturas: tierra de paso y de estancia para decenas de pueblos que han ido dejando su impronta en este lado del Segura. En ‘El melocotón en la historia de Cieza’, coordinado por José Olivares, se recopilaron “las palabras que conforman parte del vocabulario utilizado por nuestros agricultores; algunas en desuso, otras en vías de serlo y  muchas de ellas  continúan entre nosotros gracias a la labor de estos profesionales que mirando al futuro no olvidan su pasado”. Iniciamos por ello un repaso al vocabulario ciezano, y lo haremos en diferentes entregas, encuadrando cada palabra en su contexto, esta vez toca la letra ‘d’.

Lo que guarda el lenguaje

La lluvia histórica que rezuma por el lenguaje no escapa. El árabe hispánico andalusí, los catalanismos, aragonesismos y murcianismos no pasan desapercibidos. Cieza, esa vista de valle resguardada por las montañas que encumbran su encanto, ha abrazado a tantas personas como señas caben. Y el hablar guarda la memoria de tantas gentes como lo terrenal borra. La Vega Alta del Segura ha sido tradicionalmente una zona predominantemente agrícola y espartera. Por ello, muchas de las palabras ciezanas se relacionan con actividades ‘del campo’. Otro trocito de la argamasa de los siglos, los sudores de los que quitaron el hambre, a pesar de la suya.

Los ‘ciezanismos’ que empiezan por la letra ‘d’

Basándonos en el meticuloso trabajo publicado en ‘El melocotón en la historia de Cieza’ (“Argot del Melocotón de Cieza”) y contando con la ayuda de Pepe Olivares, vamos a rescatar algunos ‘ciezanismos’ que empiezan con la letra ‘d’.

Comenzamos a contar… aquí se utiliza el ‘deci’, para las numeraciones del dieciséis al diecinueve. “Hace decisiente años que te conozco”. ‘Dende’ es desde, al igual que  ‘deo’ es dedo. ‘Desanchar’ es ensanchar, hacer el huerto más grande o ancho, bueno, el huerto o lo que se tercie, mientras que  ‘desanchao’ es la persona acomodada, que no quiere trabajar en labores penosas o con mucho esfuerzo. ‘Decehomo’ es eccehomo, la persona que le cae o lleva la sangre por alguna zona del cuerpo.

Ahora os desvelamos palabricas para calificar: ‘desabrío’, desaborío, antipático, con mala fe, ‘dicharachero’, que prodiga dichos agudos y oportunos y ‘desjonzao’, se dice en sentido figurado de una persona que se siente muy cansada y sin fuerzas. ‘Desatrao’, desastrado, la persona desorganizada mal vestida y con poca habilidad manual o maña para las labores agrícolas y ‘desgüevarse’, que se dice en sentido irónico de alguien que trabaja con el mínimo esfuerzo.

Si parece que sobran letras para algunas palabras, para otras se le ponen, como en ‘descambiar’, que es cambiar algo por otra cosa y  ‘envincular’, ‘desvincular’ que aquí es vincular, crear atadura a algo

Un ‘despelotao’ es el que se desnuda. Y quizás entonces se vean las ‘domingas’, sinónimo  coloquial de mama, pecho, seno, teta.

La ‘devanaera’, para devanar la lana, por ejemplo. Armazón de cañas o de listones de madera cruzados, que gira alrededor de un eje vertical y fijo en un pie, para que, colocadas en aquellas madejas del hilado, puedan devanarse con facilidad.

‘Dimanar’, dicho del agua, proceder o venir de sus manantiales: dicho de una cosa: provenir, proceder y tener origen de otra. Aquí usamos esta última acepción: “Todo dimana de lo mismo”, expresión que utilizamos para expresar el origen común de algo o su causa originaria.

Para nombrar cosas que se rompen, o se cortan hay un léxico muy rico: ‘desbaratar’, deshacer o arruinar algo; ‘desfaratar’ es desbaratar algo y volver a empezarlo de nuevo; ‘descapullar’ es quitar el capullo a algo, desprendimiento de la parte superior de algo, “se ha descapullao”. Pero hay más: ‘desmochar’, cortar la copa a un árbol, ‘deseparar’, separar; ‘destartalao’ es algo en mal estado; ‘desconchar’ es quitar a una pared o a otra superficie parte de su enlucido o revestimiento; descuajeringar, aquí es ‘escuajeringar’. Y ojo, ‘desperfollar’, quitar la perfolla a la panocha del panizo o maíz, según Guillermo del Madroñal, en otro tiempo, “el desperfolle del panizo iba acompañado de cierto júbilo por parte de los jóvenes, pues por variaciones genéticas del maíz existía la posibilidad de que apareciera alguna mazorca roja, y quienes hallaban una de estas panochas gozaban de ciertos privilegios de índole sexual, que normalmente se reducían a conseguir un beso de alguien, un abrazo o el derecho a bailar con quien deseara…”.

Un ‘dormijoso’, es la persona que duerme mucho o que tiene sueño. ‘Destender’ es extender algo sobre una superficie y el animal ‘destetao’ ya no mama de la madre.

Si vas a robar, aquí ‘desvalijas’, despojarás a alguien de su dinero o de sus bienes. Igual para esconder lo ‘desvalijao’ tienes que ‘defondar’, cavar en la tierra con mucha profundidad. Para la tarea puedes ponerte un ‘dedil o deíl’, cada una de las fundas de cuero o de otra materia, que se ponen en los dedos para que no se lastimen o manchen. Se lo ponían los segadores para no cortarse con la hoz. Puedes hacer el agujero en un ‘descampiao’, descampado, lugar deshabitado. Y si te pillan… liarás un ‘desfarajuste’, desbarajuste, desorden.

‘Desbarrar’ es disparatar, deslizarse, escurrirse: discurrir fuera de razón, es decir, errar en lo que se dice o hace, cuando alguien hace o dice disparates; ‘desenliar’ es desliar, desenvolver, desenredar, mientras que ‘desparcir’ es separar a dos o más personas que están discutiendo o peleando.

Y llegamos, de nuevo, al final de otro ‘follaero’ de palabras.

 

 

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