Editorial

LA TRAGEDIA DE LAS DISCOTECAS DE MURCIA

El pasado domingo toda la Región de Murcia se levantó conmocionada por la tragedia acaecida en la zona de ocio nocturno de Las Atalayas, en la capital murciana, donde el fuego devastó tres discotecas y 13 seres humanos perdieron la vida. 13 personas que habían planificado pasar una noche de diversión y que, lamentablemente, nunca regresarán a sus casas. Sus seres queridos ya no los volverán a ver y sus vidas quedarán marcadas por el dolor de la ausencia.

La vida, el transcurrir de los seres humanos, es inescrutable. No podemos predecir cuando abandonaremos este mundo, y lo único evidente es que, tarde o temprano, lo dejaremos. Sin embargo, el dolor es lacerante cuando las vidas sesgadas son jóvenes y, sobre todo, cuando podría haberse evitado el desenlace fatal.

En este caso concreto, según avanzan las investigaciones y se conocen los datos, se han producido los condicionantes más malévolos: la avaricia y la pereza (desidia), que son dos de los siete pecados capitales que aparecen en la Biblia. Por un lado, la avaricia de los empresarios de los locales nocturnos por seguir realizando una actividad (donde acuden multitudes de personas), para continuar lucrándose, a pesar de que existía una orden de cierre sobre los locales por no cumplir con la normativa, con el consiguiente riesgo para las personas que acuden al local, como desgraciadamente ha sucedido. Y, por otro lado, la desidia de las autoridades por hacer cumplir su propia normativa y clausurar los locales donde ocurrió la tragedia.

La rueda de prensa ofrecida por el exconcejal (PSOE) y el concejal (PP) de Urbanismo de Murcia fue patética. Decir que no tenían constancia de que dichas discotecas seguían llevando a cabo su actividad es un manifiesto insulto a la inteligencia. Por una vez ambos partidos se han puesto de acuerdo: para “sacudirse” su irresponsabilidad de encima y culpabilizar a los empresarios; un hecho totalmente indigno.

Deseamos que se cumplan las palabras dichas por José Ballesta, alcalde de Murcia: “Que se llegue hasta final del asunto, caiga quien caiga”. Sobre todos los responsables de esta tragedia recae la irreparable pérdida de 13 vidas humanas; 13 personas que nunca llegarán a su casa; 13 personas que dejan un vacío irreparable en la existencia de sus familiares.