Editorial

LAS NECESIDADES DEL SUAP DE CIEZA

El SUAP de Cieza se encuentra en estado de guerra por la carencia, desde hace varias semanas, de aire acondicionado en sus instalaciones, situadas en la Avenida Ramón y Cajal. Entre varias incidencias que registra el centro de urgencias de atención primaria de la localidad, destaca sobre todo esa, puesto que con la ola de calor que registra el municipio estos días resulta insoportable, tanto para sanitarios como para pacientes, estar en su interior, donde se superan los 30 grados ampliamente.

La dificultad para desarrollar el trabajo por parte de los sanitarios es obvia, pero para los pacientes que tengan problemas de hipertensión o respiratorios puede ser muy perjudicial para su salud. Un triste ventilador de pie es la única solución que existe, a la espera de que el Servicio Murciano de Salud conteste a sus demandas y solucione el problema, algo que todavía no ha hecho, ya que ni siquiera les ha contestado a los trabajadores.

La semana pasada les comentábamos el problema existente, que se prolonga desde hace tres años, con la retirada encubierta del servicio de urgencias pediátricas del Área de Salud IX. También hemos conocido que durante el periodo estival 15 centros de salud de atención primaria en la Región de Murcia permanecerán cerrados, debido a la falta de personal para cubrir las vacaciones de los sanitarios. Y a todo esto se suma el problema de la carencia de aire acondicionado del SUAP de Cieza.

Definitivamente, las prestaciones sanitarias que ofrece la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia dejan mucho que desear y al Gobierno regional parece no importarle la salud de los ciudadanos y las ciudadanas, a los que constantemente ningunea e incluso desprecia cuando se ha pasado el periodo electoral.

El Gobierno regional debería ser consciente de la gravedad que su inacción podría provocar en el estado de salud de la ciudadanía, que es la que con sus votos ha colocado en sus poltronas a nuestros gobernantes. Por ello, a la mayor brevedad posible, debe solucionar estos grandes problemas; antes de que ocurra un desgraciado hecho que haya que lamentar y que ya no tenga solución.