Cieza y el drama de la migración de los que entran (Parte I)

La historia de una hondureña que vino a la localidad buscando un futuro más halagüeño

Encarnación Juliá García

Mujer, latinoamericana, cuidadora

Siguiendo con la serie de artículos de crítica sociológica basada en testimonios reales de migrantes en relación a la Cieza del presente, después de haber tratado sobre el drama de los ciezanos emigrados a otros países por la falta de oportunidades laborales en su tierra, ahora se analizará el drama de los migrantes que entran a la localidad. Para ello, selecciono un perfil de inmigrante, en razón tanto de la relevancia económica y social de la labor que realiza, y que va a la par de su desvalorización, como de su importancia numérica. Se trata de la cuidadora de origen latinoamericano, que en los países del Sur de Europa suponen la mayoría de inmigrantes mujeres. La persona que entrevisto, a la que nombraré solo con las iniciales E. L., por mantener su anonimato, proviene de Honduras, el tercer país iberoamericano en cuanto a número de inmigrantes en España, por detrás de Colombia y Venezuela (datos del INE, 2023), y que trabajó durante años como cuidadora en nuestro municipio.

La salida del país de origen, por qué y cómo

L.E. describe así la economía de su país: “El país se dedica a la agricultura, la ganadería y el comercio. Comercio es que tú, con los productos de tu campo, te pones un mesón (se les llama ‘pulperías’) y el que pasa te compra, por ejemplo, arroz, azúcar… O la gente se dedica a la venta de comida callejera… Es el mismo patrón para toda Centroamérica: comercio en las calles, venta de comidas y venta ambulante. Como por ejemplo vendiendo linternas, todas colgadas por el cuerpo…todo eso…. Otros que venden frutas en bolsitas con una zafa grande en la cabeza. Hacen lo que sea para sobrevivir… También hay muchos lácteos, el café, las algodoneras…Por el Norte está el café. En Tegucigalpa, la capital, se trabaja en la construcción, dos meses, y se vuelven al pueblo. Están las fábricas de textil, las textileras, con capital extranjero. Y vienen muchas empresas de fuera. Llegaron muchas de Israel, explotando caña de azúcar, melón y sandía. No te puedes imaginar las hectáreas de tierra que tienen. Lo que hacen es mandar a las aldeas autobuses. En mi territorio, zona Sur, tenemos caña de azúcar, lo que se llama la zafra. Mandan unos autobuses y recogen a la gente de madrugada y queman la caña y luego la recogen. Eso es la zafra, y luego los ves pasar por la tarde: todos negritos de quemar…Las meloneras, funcionan lo mismo como la lechuga aquí …”.

La que describe es un fiel reflejo de la realidad plasmada en la estadística. Honduras es el país más pobre de Latinoamérica después de Haití. El país exporta café, bananas, marisco y textiles. Y las principales importaciones son el petróleo refinado, el hilo de algodón y la fibra básica sintética de los Estados Unidos. De allí son las empresas que, desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, establecieron el sistema de la maquila en Centroamérica, sistema que supone casi la mitad de las exportaciones de Honduras. Estas empresas siguen obteniendo fuertes beneficios al no pagar aranceles y al aprovecharse de los bajos salarios y de la mejor competencia en relación al precio en el mercado mundial, sin que esto se haya traducido en una mejora del desarrollo económico o humano, o de cualificación, de las hondureñas empleadas allí (la mayoría mujeres). El capital inversor, sobre todo extranjero, explota los recursos naturales, la tierra y el trabajo, y los diferentes partidos políticos en el poder no han cambiado la situación. Un año después de su elección, la actual presidenta del país, Xiomara Castro (Partido Libre), esposa del expresidente derrocado por el golpe de estado de 2009 que llevó al poder a Hernández Alvarado (Partido Nacional) hasta el año 2021 y hoy procesado por corrupción, sigue sin cumplir las promesas de cambio profundo, demandas históricas de los movimientos sociales.

Por tanto, sigue existiendo represión sindical, salarios bajos, asesinatos de líderes indígenas, concesiones mineras y de ríos para producción eléctrica, militarización de la Policía de Orden Público (PMOP) y un altísimo presupuesto militar, dado que, como en El Salvador de Bukele, se pretende reducir la violencia de las bandas a base de criminalizar, encarcelar y eliminar los derechos humanos de las personas pobres (decreto del estado de excepción en más de un centenar de barrios de Tegucigalpa y San Pedro Sula a finales de 2022.  Y este 21 de junio murieron más de 40 mujeres en una cárcel cercana a la capital, la mayoría calcinadas a causa de un incendio, cuando se supone que, si están bajo custodia de las autoridades, no están allí para morir ni para seguir bajo control de las mafias.)

En definitiva, que, según el Instituto Nacional de Estadística de Honduras, la pobreza extrema en 2021 suponía la mitad de los hogares en situación de pobreza, más que desocupación lo que existe es subocupación, es decir, que se trabaja por horas o por ingresos muy bajos, y hoy sigue siendo igual que cuando L.E. salió del país: “En mi país no había trabajo. Aquí la gente estudia, se gradúa, no tiene oportunidades de lo suyo, pero es todavía peor allí. El trabajo será más o menos igual, pero aquí se gana más: 400 euros son 10.000 lempiras. Interesan las remesas para sustentar a las familias; el país se sustenta de las remesas de Estados Unidos y España. Era como un desarrollo personal y por salir adelante y, por lo que veía alrededor, sabía que aquí se ganaba dinero. Por un euro 29 lempiras, con cinco euros pasabas tres días de comida”. Primero se fue a Estados Unidos y luego se vino a España porque una familiar se lo recomienda. Y eso es debido a que aquí hay una demanda de trabajadoras latinoamericanas. En este punto hay que señalar la inconveniencia de usar las dedicaciones como etiquetas. ‘Cuidadora’ es una ocupación temporal que no define totalmente a la trabajadora. En un contexto de precariedad no estamos fundidos a ninguna función, porque cambiamos de ocupación continuamente y porque para nada suele corresponderse con nuestra vocación o formación. Este es en el caso de L.E., cuya formación es maestra de Educación Primaria (en Honduras es similar a un módulo de FP), aparte de cursos de peluquería y esteticien.