Se celebró uno de los días más grandes de la localidad
Javier Gómez Bueno
Son ya 400 años de una tradición, la de ‘Viernes Santo’, de una increíble raigambre en Cieza. La costumbre de los años provoca una apoteosis de espectadores deseosos de ver los marciales pasos que procesionan, tanto por la mañana como por la noche. Por ello, las calles de la localidad fueron un continuo trasiego de personas, engalanadas, dispuestas a observar de primera mano los pasos religiosos y disfrutar con la familia y los amigos. Día grande también para la hostelería.
A primera hora comenzaba el desfile de las imágenes. La procesión de ‘El Penitente’ estuvo integrada por los siguientes pasos: La Sentencia de Jesús, Nuestro Padre Jesús Nazareno, Tercio Romano del Santo Sepulcro, Encuentro de Jesús y María en la calle de la Amargura, La Caída, Santa Verónica, Jesús en el Calvario, Santísimo Cristo de la Expiración, La Lanzada, Santa María Magdalena, Santísimo Cristo del Consuelo y Santísima Virgen de los Dolores.
Por la noche fue el turno de la procesión del ‘Santo Entierro’, donde se sacralizaba la representación de este acontecimiento. Procesionaron los pasos del Descendimiento de Cristo, Santísima Virgen de la Piedad, Santísimo Cristo Yacente y Virgen del Dolor, Nuestra Señora de la Amargura, Las Santas Mujeres Camino del Sepulcro, Santa Cruz, José de Arimatea, El Santo Sepulcro, Tercio Romano del Santo Sepulcro, Santa María Salomé, San Juan y María Santísima de la Soledad.
El ‘Santo Entierro’ tiene sus raíces en el siglo XVII. Son ya, por tanto, cuatro siglos en los que esta procesión deja su esencia en la retina de los espectadores. En ella destacan los pasos con marcha solemne como el de María Santísima de la Soledad.
Finalmente, la madrugada fue el territorio de la procesión del ‘Descenso de Cristo a los Infiernos’, que tuvo su origen primigenio en 2001, donde la Cofradía de Ánimas muestra el paso de Jesús Abriendo las Puertas de los Infiernos, obra del escultor José Hernández Navarro, que arrancó su marcha a las 03:00 horas. Esta incorporación, de apenas dos décadas en la añeja Semana Santa de Cieza, es tremendamente emotiva y recomendable de visionar.