Análisis sobre el pin parental, por María Bernal

No os dejéis influenciar

Involucionamos constantemente. Y hay actitudes y pensamientos que propician tal situación.

Son muchas las ocasiones en las que he leído y he oído esta palabra. Unas veces empleada sin sentido alguno; otras, puesta en boca de personas que, a viva voz, advierten de las consecuencias que se están produciendo y que, sin ser conscientes de nuestros actos, están por venir, debido a la actitud inequívoca de muchísimas personas en la actualidad

Sin embargo, en Educación estamos jugando a las carreras de sacos, pero en lugar de avanzar hacia delante, lo estamos haciendo hacia atrás. Con la meta a nuestras espaldas, estamos retrocediendo, involucionando y vetando la libertad de cátedra que tanto cuidan muchos docentes de esta Región, al menos los que yo conozco y de los que aprendo día tras día.

Por tanto, ¿por qué tienen que autorizar los padres la participación en una actividad complementaria, cuando muy pocas veces, por no decir nunca, han sacado las garras de la manera que lo están haciendo ahora para elegir libremente la educación de sus hijos?  ¿Acaso los sublevamos en el aula? Si los que están coaccionados, cuestionados y aleccionados son los propios docentes.

Asistimos a un panorama idiotizado. Ya empleé esta palabra en un artículo anterior referido a la actitud protectora de los padres. Y la consecuencia inmediata fue la de poner en duda mi labor, mi persona y mi manera de escribir.

No es que me preocupen los juicios paralelos que algunas personas hagan de mí  tras la lectura de un artículo de opinión; pero sí quiero dejar claro que cuando yo empleo la palabra idiota es para referirme a esa persona que en algún momento preciso molesta con lo que hace o dice (una de las acepciones que recoge el diccionario sobre esta palabra). Y no para ofender a nadie en concreto.

Sin desviarme del asunto, algunos (porque no hablo en nombre de todos los lectores) estarán de acuerdo conmigo con que tras el fenómeno del pin parental, que ha llegado a las aulas como una imposición innecesaria desde el punto de vista de las precariedades del sistema educativo en la Región de Murcia, se han leído más idioteces que argumentos que apoyen a los tan olvidados docentes de la escuela pública. Sí, esos que han pasado por varios procesos de oposición, por tanto bien formados e informados; sí, esos a los que les faltan miles de recursos para desarrollar su trabajo eficazmente, y que ante la negativa de destinar más partidas presupuestarias por parte de los que mandan son capaces hasta de poner de su propio bolsillo para comprar material; sí, esos que son capaces de romperse los sesos planificando clases atractivas (porque los chicos, que están tan estimulados, se aburren. Solo nos falta entrar con las postizas a clase y cantarles alguna jota); esos que nunca permitirían que a sus alumnos les ocurriera nada grave, porque llegan a considerarlos como si fueran sus propios hijos; esos que buscan cualquier medio, por muy limitado que sea, para hacer de sus clases lecciones magistrales. Y miren que resulta complicado conseguir todos estos objetivos si atendemos  a la excesiva carga burocrática que también nos imponen desde arriba  y que, en resumidas cuentas, podría ser omitida. Pero esta se la pasan por la planta de los pies aquellos que ahora están obsesionados con elegir la educación de sus hijos. ¡Espabilen que vienen curvas!

En mi opinión, y después de haber leído mucho durante estos días, se ha asistido al mayor espectáculo de ignorancia, de incoherencia y de barbaridades sobre el pin parental. Y que conste que yo respeto todo tipo de opiniones, pero no comparto muchas de las necedades que se han publicado, por desconocimiento de causa.

Nos han metido el miedo en el cuerpo de tal manera que han conseguido que se pisotee la labor del profesor.

Por un lado, se ponen en duda las actividades complementarias. Ya sé que se ha escrito y comentado mucho sobre estas, pero algunos no entienden todavía que esas actividades son evaluables, están recogidas en la PGA y son aprobadas por el claustro y por el consejo escolar, y que tienen que ser diferenciadas de las extraescolares.

A los docentes se les ha tachado de incitar a los alumnos a que se masturben, a que es necesario cambiar de sexo, entre otras barbaridades que les puedo asegurar que no quedan contempladas en ninguna PGA de la escuela pública, y si los impulsores del pin lo creen así, que lo muestren con papeles y no con vídeos manipulados, que para más incompetencia, son de otros países.

¿Pero hasta qué punto una persona puede llegar a pensar que se forman bacanales romanas en Secundaria?

Asistimos al desprecio y a la puesta en duda, no solo de maestros y profesores, sino también de un consejo escolar y una administración que supervisa todas esas actividades complementarias. Y después de tanta presión, ¿los tienen que obligar por narices a la consulta de unas actividades, cuando los docentes, hartos de aguantar una malísima educación en las aulas por parte de muchos alumnos (de esos a los que solo los educan sus padres), han trabajado demasiado en ellas?

Por su parte, la Lomce (esa ley a la que tanto nos opusimos y que muchos padres no hicieron ni puñetero caso) recoge la naturaleza de estas actividades, así como los criterios que giran en torno a ellas. Entonces, ¿qué narices queréis ahora? En lugar de estar dando tanto el por saco, deberíais preocuparos porque su hijo esté en  un aula con muchas personas (ratio insoportable, pero a la que se enfrentan los docentes); porque no haya apoyos suficientes debido a los tijeretazos económicos; porque sus hijos, en caso de baja por enfermedad por parte del docente, tengan profesor desde el minuto uno, ya que aquí hay un tiempo de espera, que se demora demasiado, para mandar al personal al aula .

No nos engañemos, pero a vuestros hijos no los adoctrinan en las aulas, los adoctrinan fuera de ella, con tanta estimulación que tienen a su alcance, pero aún no hemos visto imponer ningún pin parental al dueño de Instagram.

Yo también me opongo rotundamente al pin parental. No se equivoquen. Una persona no está toda la vida estudiando y formándose, poniendo entusiasmo en su trabajo, buscando lo mejor para sus alumnos, para que ahora me vengan con el rollo de “yo decido la educación de mis hijos”. No me toquen las narices que esta propuesta perjudica seriamente el rendimiento académico del alumno.

Queridos docentes, téngalo claro: yo soy yo, actúo y trabajo según los principios de respeto, tolerancia y solidaridad; y ningún político va a venir a decirme cómo tengo que hacer mi trabajo, porque entonces que se venga al aula conmigo y tome nota. Es tal el sacrificio que se hace día tras día en busca de la mejor educación para los jóvenes, que ahora no va a venir nadie a levantaros los pies del suelo y a convertiros en esclavos de unas leyes que se están cargando la educación en esta Región.

Preocúpense por poner parches en todos los agujeros que se forman todos los años, es decir, preocúpense porque Murcia esté entre las mejores comunidades en materia educativa, y no precisamente por pedir la autorización a los padres, sino porque esta Región tiene a grandes docentes con ganas de enseñar, con ganas de trabajar y no con intención de adoctrinar.

No os dejéis influenciar y como decía Cervantes: “Dad crédito a las obras y no a las palabras”. Y dentro de esas obras, les puedo asegurar que mis compañeros diseñan grandes obras de ingeniería por el bien de sus hijos.

 

 

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