La remesa de articulillos sueltos de Antonio Balsalobre

Yo también me vacuno

Nadie me ha pedido que lo diga, y quizá a nadie le importe que lo diga, pero lo digo. Para eso escribo. Para decir lo que pienso, o mejor, para intentar “tejer el viento”, que diría Joyce, o dejar alguna “estela en la mar”, si prefieren a Machado. Es decir, para nada. Si cabe, para entretener de vez en cuando a algún lector indulgente. Me vacunaré, cuando me toque, porque confío en las autoridades sanitarias y en los profesionales de la medicina. No ciegamente, pero sí moderada y razonablemente. Como confío y debo confiar en el cirujano que me abre en canal para devolverme la salud. Como confían los heridos de guerra en los sanitarios de fortuna que atienden los hospitales de campaña. Porque son ellos, y únicamente ellos, quienes nos pueden sacar de ésta. Con sus errores humanos y sus proezas de héroes.

Rendición de cuentas

Ya adelanto que pese a todo, que “a pesar de los pesares”, este gobierno progresista y de coalición seguirá contando con mi apoyo. Apoyo crítico, sin duda, pero también razonado y convencido. Eso no quita para que en su comparecencia de fin de año, cuando el presidente Sánchez presente su informe de rendición de cuentas —esta vez, elaborado junto a un grupo independiente de expertos—, esté muy atento para valorar ese balance. Seguiré apoyando a este gobierno, digo, porque, independientemente de las tensiones que puedan surgir entre puntos de vista y trayectorias políticas de procedencia distinta, la cultura de coalición es «positiva”, no solo en términos de cumplimiento de programas, como asegura el vicepresidente del gobierno Pablo Iglesias, sino también para la unión de la izquierda y, sobre todo, para lo que más importa, para el país, para España.

Discurso

No considero intrínsecamente malo que en un gobierno surjan los mismos debates, las mismas diferencias, los mismos “encontronazos” que en la sociedad. Que las alturas sean un espejo de lo que ocurre abajo. Las diferencias, llamémosles significativas, en el Gobierno sobre el discurso del rey son buena prueba de ello. El PSOE, en coherencia con su trayectoria, alaba el mensaje, y Unidas Podemos, en concordancia con la suya, lo tilda de propaganda. Eso es política. Oposición de ideas. Democracia. Otra cosa sería pasteleo o cambalache. Pese a todo, tanto unos como otros aseguran que estas diferencias “significativas” no tienen por qué poner en cuestión el Gobierno de coalición ni su funcionamiento. Eran previsibles, y así hay que asumirlas. No hay motivos para que defensores de la monarquía y republicanos no puedan  convivir pacíficamente en el gobierno como también lo hacemos el resto de la sociedad.

Lo vivido y aprendido

Acaba 2020: el año de la pandemia y de sus circunstancias.  Dejamos un año difícil, duro, sombrío. Con sus dolorosas pérdidas humanas, su descalabro económico, su claustrofóbico y necesario confinamiento, su descorazonadora y estéril confrontación política (que sigue y por momentos llega al paroxismo). Termina 2020, sí, con estas y muchas más trágicas circunstancias. Pero también, sería injusto no recordarlo, con intensos destellos de generosidad, entrega y solidaridad. Finaliza el año, y aunque el tiempo no sea más que un fluir que intentamos en vano acotar, queremos creer que el que viene será mejor. La bioquímica húngara Katalin Karikó, la madre de la vacuna contra el covid, nos insufla esperanza: “En verano podremos, probablemente, volver a la vida normal”, dice. Pues, eso, “Feliz vida normal” para 2021, y si puede ser, después de lo vivido y aprendido, “mejorada”.

 

 

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