Conformismo crónico, según Diego J. García Molina

Conformismo crónico

Todos tenemos nuestras filias y nuestras fobias en los asuntos más diversos; algunas fundadas, otras adquiridas a través de la experiencia, y otras simplemente tópicos manidos. La opinión sobre los países del entorno es un caso paradigmático. Por lo que a mí respecta y con relación a Francia, no es un país que me caiga especialmente simpático, no obstante, si admiro lo a pecho que se toman el asunto de la ciudadanía, como defienden sus derechos de todo tipo adquiridos a lo largo del tiempo, y las medidas que toman para llevar a la práctica dicha defensa, desde la misma revolución francesa, hasta la época actual, pasando por la comuna de París, la revolución de 1848 que dio lugar a la segunda república o el mayo del 68. Salen a la calle como leones a luchar por lo que creen suyo sin importar las consecuencias. Francia es un país donde la cobertura de los derechos sociales es mucho más amplía que la que tenemos en España. Ahora hemos descubierto, gracias a una nueva ley que quiere proclamar Macron y que le ha valido un par de mociones de censura, que los franceses se jubilan a los 60 años, y con bastante más capital que nosotros. Mientras que aquí nuestra nueva ley abunda en el mismo sentido que leyes anteriores: aumento de la edad de jubilación, subida del cómputo de años trabajados, incremento del mínimo de años cotizados, etc.; es decir, jubilación más tardía y con menos dinero. En Francia se ha montado una gorda, manifestaciones en las calles reprimidas por los antidisturbios con más de 100 detenidos, huelgas, cortes de carretera, y las anteriormente mencionadas mociones de censura de varios partidos. El presidente francés lo intentó hace un par de años y tuvo que recular por las protestas y también por el inicio de la pandemia del covid-19. Aquí, por contra, como el que oye llover, nadie mueve un dedo ni dice nada. No sé si por haber estado 40 años en una dictadura pensamos que no merecemos los derechos que tenemos, aunque hayan pasado otros 40 años desde que finalizó, o por un conformismo crónico, pero es un debate que no está en la calle. Que nos deducen todos los meses dinero que nos paga la empresa para una pensión que quizá ni recibamos, pues vale, ponme otra cerveza.

Siempre se habla de la famosa convergencia con Europa, lo que pagan en Alemania o Francia en impuestos como excusa para subírnoslos una y otra vez, pero vaya, nadie habla de los sueldos, las jubilaciones o los derechos sociales que allí disfrutan, como ayudas a maternidad, bajas por ídem, a la dependencia, etc. Está claro que Francia es un país rico, y por eso se puede permitir esos lujos, aunque no es menos cierto que cada vez le cuesta más esfuerzo, y que el país tiene menor preponderancia en este mundo globalizado, lo que obliga a recortar por donde puede, a los de siempre. Hace un par de años subieron el precio del combustible y las protestas de nuevo fueron generalizadas a cuenta de unos centimillos, aquellas conocidas como de los chalecos amarillos. Aquí en España ha subido el combustible un 50%, más de 50 céntimos y de nuevo nos da igual, o al menos es algo que no se refleja en la calle. En las elecciones veremos dentro de poco, pero conociendo el forofismo político que tenemos en nuestro país no afectará mucho a los partidos gobernantes. Lo que hagan los míos está bien, lo que hagan los otros mal. Cuando se convoca alguna protesta lo primero que se hace es mirar con lupa quien la ha convocado. Ah, que es una protesta convocada por los fachas/rojos, no voy, no son de mi cuerda, aunque esté de acuerdo con el fondo de la protesta. Y tampoco hay en España asociacionismo no político que esté legitimado para unir a los ciudadanos. Sin contar con los sindicatos regados a subvenciones millonarias durante años incapaces de mover un dedo para defender al trabajador si ello supone molestar al amo. Que lejos quedan aquellas huelgas generales que montaron al Gobierno del PSOE de Felipe González UGT y CCOO. La sumisión actual es indecente. Supongo que todos se están reservando para cuando se produzca el más que previsible cambio de gobierno, y en este simplista sistema maniqueo las protestas se produzcan en contra de «los malos», de la derecha, así todo es más sencillo, aunque los responsables ya se hayan marchado a su casa.

Para finalizar, abundando en nuestra actual apatía con un tema más mundano, no puedo dejar de hablar del llamado Barçagate, el pago durante más de 20 de años de sobornos al vicepresidente de los árbitros, responsable de los ascensos y descensos de estos, es decir, de su carrera profesional, dato a tener en cuenta debido a la diferencia inconmensurable entre las remuneraciones obtenidas entre primera división y el resto. Era raro que en un país como el nuestro dónde la corrupción es generalizada a todos los niveles, la compra de favores es el pan nuestro de cada día, el hoy por ti mañana por mí, yo te tapo y me debes una, con todo el dinero que mueve el fútbol no hubiera salido ninguna corruptela. Hace años afloró mediante escuchas telefónicas el amaño de un partido del Athletic de Bilbao con el Levante para que el primero no bajara a segunda, pero fue más un apaño entre los equipos para conseguir favores del todopoderoso presidente de la federación española de fútbol y vicepresidente de la UEFA y FIFA, el vasco Ángel María Villar. En los audios grabados a los implicados se escuchaba el “Villar ya está informado”. Nada pasó entonces, ahí quedó todo. Sin embargo, la situación actual supera todos los límites. Hay una investigación judicial en marcha y el F.C. Barcelona ha reconocido los pagos. Sin embargo, ni la prensa ni los otros clubes perjudicados abrieron la boca en un primer momento, y hasta ahora, unas simples notas de prensa pidiendo explicaciones es la única reacción. Recuerdo hace años, cuando bajaron a segunda al Sevilla y Celta de Vigo por problemas administrativos muy largo de explicar, y las aficiones montaron manifestaciones multitudinarias hasta que finalmente se les llegó a readmitir quedando la liga con 22 equipos. Menudo contraste ahora donde nadie protesta. En mi opinión es algo tan grave que tendrían que haber parado la competición hasta que se aclarara el asunto, están acabando con este maravilloso deporte.

PS: Que bonito es ver, una vez más, a nuestro presidente recitando como un lorito los discursos que le han escrito, en este caso en la moción de censura. Hilarante fue comprobar como el ponente, Ramón Tamames, cambió el discurso filtrado previamente a la prensa, mas Pedro Sánchez continuó hablando de esos temas omitidos como si tal cosa, con nula capacidad de reacción o improvisación. Incluso leyendo en su móvil, subido en la tribuna de oradores a mitad de discurso, los mensajes que le enviaban con lo que tenía que decir… en esas manos estamos.