El final de El club de la lucha, la representación del nihilismo en una generación que ya no puede soportar más relatos y más héroes. «Me has conocido en un momento extraño de mi vida», ese momento en el que se ha conseguido expulsar a Tyler Durden, el momento en el que te das cuenta de que no puedes esconderte más, no poner más excusas para no ser tú mismo, ese abismo que lo dilapida todo. El abismo de la libertad. El mismo abismo que sienten los personajes de The Leftovers, que les condena a no para de construir creencias para no asumir su pérdida, no asumir su insignificancia en el mundo.
¿No ocurre pues que les asusta el hecho de que deja una posibilidad de elección al ser humano? El ser no está definido por ningún concepto, Dios no es un artesano que nos ha amoldado y nos ha dado una naturaleza humana. Somos responsables de lo que somos, por ende, responsables de toda la humanidad. Lo que se elige es lo que se pretende ver en la humanidad; eligiéndolos, elegimos a la humanidad. Genera angustia y desamparo el no poder encontrar excusas, horroriza a muchas personas porque no tienen otra forma de soportar su miseria. Todo ser humano que inventa un determinismo o se refugia en la excusas de sus pasiones para justificar sus actos, lo hace a mala fe. El propio Tyler dice: «Únicamente cuando se pierde todo, somos libres para actuar».
Pero viéndolo desde una dureza positiva, esta teoría es la única capaz de dar dignidad al ser humano, la que no nos convierte en meros objetos. Los actos de las personas de buena fe tienen como última significación la búsqueda de la libertad, y al querer la libertad, descubrimos que depende enteramente de la libertad de los otros, y viceversa. La crudeza que nos muestra The Leftovers sobre la insignificancia humana, sobre ese sin sentido en el que se convierte la vida, nos deja desarraigados de toda esperanza para poder seguir actuando. Y es lo que tantas veces decía Tyler Durden que le preguntaba a su padre después de acabar sus objetivos: ¿Y ahora qué? Lo mismo que le dice el padre de Kevin al perder toda fe.
Pero es que la vida a priori no tiene sentido. Antes de vivirla, la vida no es nada; nos corresponde a cada uno darle sentido, y los valores no son otra cosa que ese sentido que se le da a la vida.
PD: Todo el artículo es una oda a «El existencialismo es un humanismo» de Jean Paul Sartre. El club de la lucha y The Leftovers sintetizan esta filosofía de una manera impecable.
PDD: Todo esto lo sé, porque lo sabe Tyler.