Los cementerios de Cieza

José Olivares hace un resumen de los lugares de enterramiento de los ciezanos a través de los siglos

Crónicas de Siyâsa

El divulgador local, José Olivares, resume brevemente las tradiciones y cita algunos de los lugares de enterramiento de la localidad. Pepe afirma: “Nuestras tradiciones han cambiado muchísimo. Con el cristianismo y el resucitar de la carne. El día uno se celebra que las almas ya encuentran a Dios y el día dos se celebraba, originariamente, el recuerdo de los mártires que tenía la iglesia, posteriormente todas las almas cristianas que van a buscar a su creador”.  José Olivares alude a las reminiscencias celtas centroeuropeas que coinciden con las festividades al final de las cosechas. «Aquí todos recordaremos comer castañas, membrillo, los huesos de santo y muchas costumbres que, sobre todo en los parajes ciezanos, se realizaban. Mi familia es del Horno se solía arreglar la cama donde había fallecido el difunto, la limpiaba y preparaba bien por si esa noche el alma quería venir y reposar. A la gente amada se la seguía teniendo presente”.

Con respecto a la prehistoria, José asegura que “se hacía colectivamente, se depositaban los restos, como por ejemplo en el abrigo III del Barranco de los Grajos y aportaban su ajuar, visible en el Museo Siyâsa”.  Cita los exvotos como un recurso relacionado con el mundo espiritual, no solo de la religión cristiana: “El mundo politeísta, de varios dioses, como el mundo egipcio o ibero los realizaba. En Cieza, en Bolvax se cree que hay una necrópolis. La cosa cambia en Siyâsa, al ser monoteístas es como un insulto darle a Dios cosas, porque Dios te lo va a dar todo y en un enterramiento islámico solo encontramos al fallecido, los restos”.

Sobre el mundo cristiano, señala como pieza fundamental la resurrección de la carne. ¿Y dónde se entierra? Cerca de la iglesia. “En Cieza quedan pruebas de enterramientos en la ermita de san Bartolomé y casa de la encomienda, la iglesia vieja, la basílica, también fue utilizada como enterramiento y cuando venía una epidemia grave, se echaban las manos a la cabeza porque no tenían espacio. Tampoco quiero olvidar la cripta en san Joaquín  y en las Claras”. José menciona la orden emitida por Carlos III con respecto la obligación de enterrar extramuros de la ciudad. “Se usaron simultáneamente a comienzos del siglo XX, el de Morata, situado en el Colegio Cristo del Consuelo con el de Justo Millán Espinosa, el mejor arquitecto del eclecticismo, hellinero, que fue arquitecto municipal de Cieza, hizo el Ojo de la Fuente, la cárcel del partido, el ayuntamiento, el cementerio actual…”.

 

 

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