Las sugerentes URBES de Mariano Rojas

La obra pictórica permanecerá expuesta en el Museo Siyâsa desde el 15 de marzo hasta el 16 de abril

Rosa Campos Gómez

Mariano Rojas expone en el Museo Siyâsa URBES, una exposición compuesta por 28 pinturas, y mirarlas es iniciar un viaje que nos retorna a un pasado que dejó una huella perenne de líneas maestras en arquitectura, es salir al exterior para adentrarnos en la antigüedad clásica o en la singladura del medievo, es, además, acudir a los tiempos renacentistas para vernos reflejados en edificios proyectados desde esa medida equivalente al ser humano que se convertía en el centro de todo, es saber de lo sagrado de los edificios, de lo laico y de lo cotidiano.

Se percibe el ayer al caminar por esas calles, pintadas de tan excelente y singular manera por Mariano Rojas, con viviendas habitadas, en urbes que guardan conmovidos silencios que permiten visibilizar la sabiduría del amparo estético que exhibe la arquitectura, realizada por las manos humanas, por la mente humana, por el dibujo delineante y el trazo a mano alzada donde el color acoge.

Casas que se intuyen vitalizadas por sus ocupantes, donde se escucha el bullir de las cacerolas, el movimiento cadencioso de la máquina de coser, el sonido de las charlas cotidianas, de las mesas donde se depositan vasos, platos, cubiertos, y a las que se sienta gente, alimentándose, hablando.

Atrapa la magia del hexágono irregular, transmutado a su vez en rombo y estilizado cubo –Plaza de San Bartolomé, Entrada a la Ciudadela-, así como otras geometrías que diseñan puertas y ventanas que trascienden la población, envolviéndola con toques herméticos –Rincón de Cieza, Calle la Hontana, Caravaca de la Cruz, Cúpula de San Pedro, Arco de Santo Domingo- y de divertimento y placer –Cine Borrás: la gran evasión-. Espectacular el luminoso azul Capri del cielo de la Esquina de los Valencianos y del suelo de Al fondo, la Alhambra, ambas también dentro de la geometría hermética y de lo placentero.

Hay comunicación de un misterio en la obra de este artista y profesor de Artes Plásticas ciezano, y si miramos en sosiego confluimos en ese mundo que, quizá por un momento, nos pueda parecer insondable, pero que nos espera para ser sentido a través de las formas y de los colores cálidamente discretos, a la vez que dinámicos, capaces de hacernos imaginar a sus habitantes de todos los tiempos en las estancias escudadas por sobrias o esplendorosas fachadas, en los elegantes pórticos –Palacio de Urbino-, en los sitios de confluencia –Mercados de Trajano, Plaza Mayor de Alcaraz, Plaza Mayor de Cáceres, Acceso a la Plaza Mayor de Salamanca, Plaza de Arriba, Arco de Santo Domingo-, en los recogidos conventos –Claustro de Santo Domingo de Guzmán, Monasterio de Guadalupe-, en el misticismo de los templos, desde el paganismo de la antigua Roma –Columnas de Templo de Cástor y Pólux– al cristianismo de todas las épocas –Cúpula de San pedro, Iglesia de San Salvador, Iglesia de Trinitá dei Monti-.

En estas, como en todas las obras no citadas, se puede apreciar el magnífico uso del grafito, delimitando las formas con el ritmo y la armonía consustanciales, junto a la sutileza en las tonalidades de los pigmentos que permiten que el acrílico abandone cualquier tipo de frialdad.

La Sala de La Pecera acoge esta muestra, acompañada por los textos de Joaquín Salmerón Juan (director del Museo Siyâsa): “Rojas nos hace viajar, en esta exposición, por unos paisajes urbanos realistas pero que, sin embargo, son capaces de sumergirnos en un mundo onírico”, y de Rafael Salmerón Pinar (profesor de Latín): “En URBES la ciudad se nos presenta como un escenario cortado por el silencio y acariciado, mimado por la luz”; exposición que se puede visitar hasta el 16 de abril.

La maestría de su dibujo germina en elegancia sobre un soporte de tabla, bien conjugado con una gama de colores y tonalidades suyas, que aplica diestramente para generar lugares donde podemos entrar si nos detenemos unos minutos,  sabiendo que tendremos acogida, no en vano son espacios que han trascendido a las clases sociales para mostrarse hospitalarios e íntimos, y todo esto lo hace posible Mariano Rojas a través de un lenguaje artístico-poético cultivado para ser accesible y, paradójicamente, poblado de enigmas.