«Caminamos hacia unas personalidades con emociones encapsuladas como forma de defensa frente a la incertidumbre»

         Fotografía de Enrique Martínez Bueno

ENTREVISTA

El próximo 8 de noviembre, Lola López Modéjar (escritora y psicoanalista), presenta en la Biblioteca Padre Salmerón de Cieza, su tercer libro de relatos: Qué mundo tan maravilloso. La cita será a las 20:00 horas

Elena Sánchez

La escritora ha publicado siete novelas, tres libros de relatos y tres libros de ensayos en los que aborda la relación entre literatura, creación y psicoanálisis. Desde 2005 imparte talleres de escritura en Murcia. Para López Mondéjar, “la literatura es una vía privilegiada de acceso al conocimiento de lo humano, que escapa de la hiperespecialización de otras disciplinas, e intenta capturar la complejidad de la vida”.

Los primeros ocho relatos nos invitan a contemplar la belleza de la naturaleza y los misterios de los seres humanos, a través de la mirada atenta, curiosa y dubitativa de sus protagonistas; para acercarnos, más tarde, a vislumbrar un futuro inquietante e incierto, cuyos primeros compases podemos empezar a reconocer ya en el día a día, a poco que agudicemos los sentidos, el intelecto y empecemos a pensar con el corazón. Esta es la propuesta que Lola López Modéjar nos hace desde su último libro.

-‘Si empezásemos a pensar con el corazón’ es el título con el que comienzas esta colección de relatos, ¿consideras que estamos pensando sin el corazón?

 –Creo que hemos perdido el contacto con nuestras emociones, o mejor, que estamos perdiendo la calidad de nuestras emociones y caminamos hacia unas personalidades ‘frías’, con emociones encapsuladas, que se han construido como una forma de defenderse ante la enorme incertidumbre y la hostilidad del mundo actual, en el que hemos perdido demasiadas referencias. Incorporamos a otras personas a nuestro mundo como una función y no como un sujeto con las mismas necesidades y deseos que los nuestros.

-¿Qué características atribuyes al pensamiento hoy día?

 Apenas pensamos. El pensamiento es activo y creativo, interroga la realidad, la cuestiona, y la complejidad del mundo es tanta, y tanta la información que recibimos, que dejamos de lado el pensamiento crítico y la mayoría se adhiere a las propuestas sociales y a las modas, sin interrogarlas lo más mínimo. Es una economía psíquica muy conformista, que conocemos ya desde la Segunda Guerra Mundial, y que conlleva una obediencia y una ausencia de responsabilidad importantes. En un mundo, además, donde las instituciones son cada vez más amorales e inhumanas, esta obediencia es peligrosa porque genera sujetos igual de amorales e inhumanos dispuestos a seguir a un líder populista sin cuestionarlo.

-Las protagonistas de tus relatos se reconocen en la necesidad ancestral de los seres humanos de permanecer unidos. También en el impulso de alejarse y en la impotencia por no poder comunicar una verdad íntima. ¿Qué es lo que nos une y nos separa a los seres humanos?

-Nos unen muchas cosas, la condición humana es común a todos, la fragilidad ontológica nos hermana (nacemos más indefensos y dependientes que otras especies animales), la necesidad de vínculos con los otros, de un abrigo o una casa, están presentes desde la prehistoria hasta hoy. Nos separa una fantasía narcisista de individualismo por la que todos nos creemos especiales, únicos y distintos, y en lugar de abundar en la comunicación y la expresión de esa fragilidad común, nos atrincheramos detrás de máscaras omnipotentes y nos creemos pequeños dioses…a cambio de no pensar con el corazón y de negar nuestra vulnerabilidad, convirtiéndonos en autómatas fríos y calculadores, como quiere el sistema neoliberal que seamos.

-Las mujeres que protagonizan tus relatos exploran el mundo y se exploran a sí mismas: sus afectos, las relaciones con los hijos, la amistad, aquello que las une a la naturaleza…Parecen estar en permanente construcción, ¿son seres inacabados?

Por supuesto que sí, nuestra identidad no es fija y siempre está en movimiento. A mayor rigidez identitaria menos flexibilidad, menos salud mental, más malestar (expresado u oculto). Mis protagonistas se preguntan sin cesar sobre sus deseos, sus miedos, sus experiencias, y de ese modo se contruyen constantemente. En contraposición a ellas, hay mujeres en estos relatos que organizan su vida al modo patriarcal tradicional, es decir, acomodándose al deseo de los hombres. Pero son personajes secundarios, me parecen menos interesantes que estas otras mujeres valientes que se autoexploran.

-En general, tus personajes no responden al canon de feminidad convencional con el que la literatura ha representado a las mujeres.

La representación de las mujeres en el arte ha estado en manos de los hombres, hasta que en las décadas de los 60 y 70 aparecieron artistas como Judith Chicago o Sylvia Plath, entre muchas otras, que interrogaron radicalmente esta realidad, lo que se ha llamado heterodesignación, una construcción de la feminidad donde el sujeto es el varón, que proyecta en las mujeres sus deseos y necesidades y las representa de modo tal que ellas los satisfagan.

Hasta que las mujeres no tomemos la palabra y nos representemos a nosotras mismas, a través de nuestros propios deseos y necesidades, estaremos siempre sujetas a la mirada de los hombres. Se trata de pasar de ser musas a ser artistas, es decir, protagonistas de nuestros relatos. Mi obra está comprometida con la palabra de las mujeres de una forma radical. En mi última novela, Cada noche, cada noche, toma la palabra la hija de la Lolita de Vladimir Nabokov, para reivindicar una verdad sobre su madre que se opone a la versión con que la novela fue recibida por el público: que la relación de un hombre maduro con una niña de once años es una maravillosa historia de amor. No lo es en absoluto, sino que se trata de un rapto y una violación. Angela Carter ya hizo otro tanto revisitando los cuentos populares infantiles y dotando a las mujeres de reacciones más independientes que las protagonistas de Caperucita o La Bella durmiente, de modo que se interrogasen las convenciones. Creo que este es un camino.

-Los sueños y deseos infantiles de tus personajes tienen que convivir con las exigencias de la realidad, ¿qué posibilidades de hacer realidad estos sueños has imaginado para los mundos futuros?

-Los protagonistas de los ocho relatos de Estos mundos se buscan a sí mismos, no tanto hacer realidad sus deseos infantiles. Se interrogan permanentemente respecto a la vida, que pueden o quieren hacer.

En el mundo futuro que imagino, será difícil realizar cualquier tipo de deseo llamémosle auténtico, es decir, que comporte un trabajo y un proyecto. Se realizarán ‘apetencias’, placeres fugaces que consuman recursos y que no nos hacen demasiado felices, pues la experiencia de felicidad (no como promesa publicitaria, por supuesto, sino como la satisfacción de estar en el mundo con honestidad y conformidad con tu trayectoria y con tu vida) se vincula a la capacidad de trascender, y el mundo del futuro que espera a los jóvenes ha mutilado para ellos cualquier posibilidad de proyecto vital, al condenarlos a la precariedad y a la eventualidad laboral, a un presentismo inhumano.

-¿Hablaremos entonces de residuos humanos?

La cita que abre la segunda parte de mi libro que hace referencia a los residuos humanos es de Zygmunt Bauman, y nos habla de la precariedad, de que nuestras sociedades han generado un excedente que no es otro sino una parte de la humanidad misma. Basura para el sistema. Y esto es terrible. En mis relatos distópicos abordo el suicidio de los jóvenes, el sacrificio de los padres para mejorar la vida de sus hijos, la sustitución de las relaciones humanas con robot humanoides porque son más gratificantes que con personas de carne y hueso. Todo esto está tomado de la realidad actual, son emergentes que ya están presentes en este mundo que habitamos: el aumento del suicidio, síntoma de una sociedad cruel e inhabitable; los padres que sacrifican su jubilación para hacer de niñeras de sus nietos o ayudar económicamente a sus hijos, con recursos menos estables que los suyos; el aumento de las muñecas hinchables como juguetes sexuales, ante las dificultades de los hombres para adecuarse a la nueva realidad de las mujeres más autónomas. Son manifestaciones que ya podemos observar en nuestras sociedades y que yo solo intento proyectar en el futuro que imagino en mis relatos.

-Reivindicas la continuidad de la vida incluso en el momento de enfrentar la muerte. También celebras, a través de estos relatos, la solidaridad, el cuidado mutuo y la alegría. ¿Entiendes que todo esto va unido?

-A pesar de todo lo anterior, la vida es maravillosa y queremos persistir en ella. Pero una buena vida no es posible sin los lazos con los demás, con el resto de los seres vivos y con el planeta. El individualismo al que nos vemos abocados no nos aporta felicidad sino soledad y desamparo. El cuidado, la solidaridad y el reconocimiento profundo del otro son las únicas fuentes de alegría y bienestar, las cualidades que hacen que el mundo sea maravilloso.

 

 

 

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