Ana María Torres y el registro de los silencios

Rosa Campos Gómez

En Abarán y Cieza estamos indisolublemente unidos por el río y por la tierra, además de por la calidez de las personas que conocemos, y Ana María Torres forma parte de esa unión cálida y potente que constituye lazos de sólida amistad.

Torres lleva escribiendo y compartiendo sus trabajos desde 2011, ha participado en dos libros colectivos, y es autora de Bagaje y Registrando Silencios -este último se presentó recientemente en la Biblioteca Don José Vargas, de Abarán (su pueblo), acto en el que, junto a Felipe García, concejal de Cultura, tuve el placer de acompañarla-, un libro que está compuesto por poemas y microrrelatos, Alma de Barro, que obtuvo un tercer premio en el certamen ‘Las Noches del Universo’, es uno de ellos.

Ana María Torres es compañera en el Grupo Literario La Sierpe y el Laúd y ha colaborado en los numerosos recitales que llevamos a cabo.

Personalmente es una mujer llena de ternura, de comprensión, de sensibilidad y de conocimiento de infinidad de cuestiones que nos atañen en la vida, cualidades que influyen decididamente en la escritura, así que es fácil cruzarse con ellas si nos adentramos en lo que escribe.

En la foto de la portada ya da pistas del contenido que nos vamos a encontrar, al ilustrarla con esta cita: “Cuando laten los silencios, la pluma registra su sentir”, y es que este libro habla de su particular universo, ese lugar en el que priman sus sentimientos en estado puro por encima de todo, unas veces desde la experiencia y otras desde los mundos imaginarios que recrea. El papel y la pluma le sirven de fértil terreno donde ir sembrando lo que le acontece dentro.

Y si hablamos de sentimientos hay que decir que, de entre todos los que se perfilan, destacan los afectos y admiración hacia su gente y los que atañen en la búsqueda y reencuentro consigo misma. Ya nos dice en la contraportada que “hay silencios que un día piden salir sin pudor, latir a viva voz cuanto callan”.

Ana María Torres pone verso y acento en las alas que invitan al vuelo, haciendo de las palabras plumas dispuestas para el viaje hacia el interior: “Enmascarando los sentimientos aparté palabras como piedras del camino… Y tras la oscuridad… Volé por primera vez.”

En el poema Silencio oscuro podemos intuir el misterio de lo que nos quiere transmitir: “El silencio es una máscara negra como la oscuridad… Su ausencia de sonido no está exenta de mensaje… Al igual que la oscuridad no significa vacío”.

Nos introduce en la introspección del deseo, recorriendo el mapa del cuerpo y la posibilidad de lo soñado; también en la necesidad de fijar identidad, y en muchas otras emociones que se van descubriendo.

En sus poemas queda patente la importancia de las relaciones, en las que prima el amor desde diferentes enfoques.

En cuanto a los relatos hay variedad de atractivos temas y en muchos de ellos encontramos ese romanticismo sutil y grato que anida en lo cotidiano.

Registrando Silencios nos introduce en la introspección del deseo, recorriendo el mapa del cuerpo y la posibilidad de lo soñado; también en la necesidad de fijar identidad y en muchas otras emociones que se van descubriendo al sumergirse en su lectura, porque tiene belleza, emotividad y, sobre todo, la esencia de su autora.

 

 

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