Vulcano

Todas las semanas nuestros lectores y lectoras pueden disfrutar de la sección La mirada de Tete Lucas, donde el célebre fotógrafo local lleva a cabo un análisis de las mejores fotografías que ha realizado de la localidad

Tete Lukas

La forja es un arte milenario que ha desempeñado un papel fundamental en la evolución de la humanidad. Sus orígenes se remontan a la Edad del Cobre, aproximadamente en el 4.000 a.C., cuando los seres humanos comenzaron a trabajar con metales por primera vez. La forja en cobre permitió la creación de herramientas y utensilios más eficientes que los de piedra, marcando un avance significativo en la tecnología de la época.

Con el tiempo, la técnica de forjar metales se perfeccionó, dando lugar a la Edad del Bronce, que se inició alrededor del 3.000 a.C. En esta etapa, la aleación de cobre y estaño facilitó la producción de armas y herramientas más duraderas y resistentes. Las civilizaciones antiguas, como la egipcia y la mesopotámica, utilizaron el bronce para construir estructuras, desarrollar utensilios y crear obras artísticas, contribuyendo al florecimiento de la cultura y la economía.

Posteriormente, aproximadamente en el 1.200 a.C., se dio inicio a la Edad del Hierro. Al ser más abundante y versátil que sus predecesores, el hierro revolucionó la fabricación de herramientas y armas. La forja del hierro permitió la creación de productos de mayor resistencia, como arados y espadas, impactando significativamente en la agricultura y la guerra. Civilizaciones como la griega y la romana realizaron un uso extensivo de esta técnica, contribuyendo a su desarrollo y sofisticación.

La forja continuó evolucionando, alcanzando su máximo esplendor en la Edad Media, hasta la llegada de la Revolución Industrial en el siglo XVIII. La introducción de nuevos métodos de producción, como la fundición a gran escala y el uso de maquinaria, transformaron el oficio de la forja relegándola a un segundo plano.

Afortunadamente, hoy en día aún existen herreros que preservan las técnicas ancestrales, considerando la forja no solo como un medio de producción, sino como una forma de expresión artística. Nuevos artesanos y forjadores están trabajando para preservar las técnicas tradicionales, creando obras únicas que combinan funcionalidad y estética. A través de talleres y cursos, la forja busca sobrevivir en un mundo dominado por la producción mecanizada, recordándonos la importancia de las habilidades manuales y la conexión con nuestras raíces culturales.

Por suerte, en Cieza contamos con varios artesanos del hierro, pero es Francisco Valenzuela, al cual vemos en la foto trabajando en su fragua y debido a la experiencia que ya atesora, a pesar de su juventud, quien será uno de los grandes maestros de la forja en nuestro pueblo.

Francisco comenzó su vida laboral a los 16 años en el taller de Pascual ‘el Tiznao’, donde aprendió el oficio de cerrajero y la carpintería metálica.

El propio Francisco quiere  aprovechar estas líneas para agradecer todo lo que allí aprendió, ya que fue esencial para su desarrollo personal y profesional.  Fue en ‘Ca´l Tiznao’ donde tuvo su primer contacto con el hierro y el yunque, surgiendo así en él un interés por la forja tradicional que, con el tiempo, se convirtió en pasión, llegando a construirse su propia fragua, donde empezó a experimentar y a aprender las técnicas tradicionales de forma autodidacta.

En el año 2017 ingresó en la Escuela de Herreros de Ramón Recuero, en Toledo, una de las más prestigiosas de España, realizando multitud de talleres y cursos sobre técnicas de forja tradicional, como la soldadura a calda y  diversas técnicas de diseño, así como elementos florares, volutas, salomónicos, recalcados, talla en forja, entallado de chapa…

Aunque actualmente su página web se encuentra en construcción, podéis ver algunas de sus piezas artesanales, así como su contacto en la siguiente dirección: https://paco-valenzuela-herrero.jimdosite.com/.

Desde el año 2021 trabaja de forma autónoma en su propia fragua y taller de carpintería metálica, donde casi no da abasto por la multitud de encargos que recibe, fruto del esfuerzo y pasión que pone en cada una de las piezas que realiza. Y es que, por la calidad de su trabajo, Francisco se está forjando (nunca mejor dicho) un nombre en el gremio de los herreros, tanto a nivel local como regional, y es solo cuestión de tiempo que dé el salto al circuito nacional.

Paz, amor y decrecimiento.