Vivienda digna, pero también asequible, por Diego J. García Molina

Vivienda digna, pero también asequible

En el último multidecreto sin debate parlamentario que aprobó el gobierno con la inestimable ayuda, entre otros, del partido cuyo líder es un prófugo de la justicia, el cual nuestro presidente prometió traer preso a España; del partido nacionalista vasco (si, se llama así) a cambio de un edificio histórico en París valorado en una millonada; y del resto de partidos que conforman la coalición bautizada por Alfredo Pérez Rubalcaba como Frankenstein, a cambio de su correspondiente mordida, se encontraba una medida que favorece y fomenta la ocupación de viviendas privadas. Recordarán el revuelo que se formó por el rechazo a este mejunje legislativo o el enfado de la asociación de afectados por la ocupación con el Partido Popular por apoyar finalmente la normativa. Además, el gobierno no hace más que anunciar medidas de intervención en el sector inmobiliario y de vivienda. Es, por tanto, un asunto que acapara atención mediática. ¿Por qué? Pues por la falta de vivienda. Algo básico en la supervivencia de cualquier persona. Existe una ley fundamental que muchos en ocasiones olvidan: la ley de la oferta y la demanda. Cuánto más se demanda un producto o servicio, si la oferta es limitada, el precio sube inevitablemente. En España tenemos la tormenta perfecta: a una alta inflación e impuestos, se une la gran demanda de vivienda, por diferentes motivos, junto a la situación de que en nuestro país se construye muy poco desde hace bastantes años. Concretamente, desde el estallido de la burbuja inmobiliaria hace casi veinte años. Ello ha provocado la subida espectacular de los precios, tanto de la vivienda nueva, como de segunda mano. Impactando directamente también en los precios de los alquileres, sobre todo en las grandes ciudades.

Cuando las clases medias en España disponían de ahorros se solía invertir en ladrillo, aquí somos así, no tendemos a invertir en bolsa grandes cantidades de dinero para asegurar un dinero extra tras la jubilación, como se acostumbra en otros países, o como colchón cuando vengan mal dadas. El precio de una vivienda, al menos en los últimos 50 años, no ha dejado de subir, por lo que parece una buena inversión. Además, es un seguro ante un divorcio, la independencia de un vástago, o simplemente como segunda residencia en el pueblo (los de las grandes ciudades), en la playa, en la montaña, o donde queramos. Según las estimaciones de medios especializados, el coste de construcción de una vivienda unifamiliar de cien metros cuadrados se encuentra entre los 75.000€ y los 125.000€, incluyendo impuestos, licencias, y otros gastos. ¿Dónde se encuentra el sobrecoste para los precios que nos encontramos hoy día? Pues en el solar, el terreno donde se realiza la obra. Hay muy poco suelo urbanizable, aquí en Cieza lo sabemos bien. Las obras se realizan solar a solar, piso a piso, hace años que el casco urbano no se mueve, a pesar de la alta demanda y las subastas que se suceden por cada piso cada vez que se realiza una nueva construcción. Inasumible para la mayoría, de ahí que nuestros jóvenes apuesten por marcharse, y que cueste tanto independizarse. De hecho, lo habitual es endeudarse por un mínimo de 20 años para poder afrontar la correspondiente hipoteca. Es este un asunto del que ha hablado en multitud de ocasiones, pero sobre el que hay que insistir, en vista de la falta de soluciones.

En cualquier municipio, las medidas adoptadas por el ayuntamiento de turno tienen un impacto relativo en nuestras vidas. Si que se recaudan impuestos locales, que utilizan para gestionar los servicios que ofrecen, como llevar agua potable a las casas, efectuar la limpieza viaria y la recogida de basura, servicios sociales más o menos amplios, mantenimiento de las calles, pavimento y acera, alumbrado, entre otros muchos; subvenciones, fiestas. No obstante, ¿cuántas de estas actuaciones influyen significativamente en nuestro modo de vida? ¿O en nuestra economía mensual? La principal inversión de una persona es la vivienda, proyecto vital que en ocasiones nos lleva media vida. Y ahí si puede hacer mucho un ayuntamiento. Como decía anteriormente, una de las causas de los elevados precios es la falta de oferta, pero no se puede construir de forma masiva sin terrenos listos para ello. En Cieza tenemos suelo urbanizable, solo faltan las condiciones necesarias para llevarlo a cabo; la construcción del centro comercial en las afueras nos ofrece otra oportunidad de tratar este tema. Claramente el pueblo se crece en dirección este, y el área encuadrada entre dicho centro comercial, el instituto Los Albares y el hospital, es un espacio más que suficiente para la expansión del casco urbano, quizá hasta de forma definitiva, dados los niveles de natalidad actuales. Con el añadido de que disponer de suficiente terreno permitirá un urbanismo moderno, con aceras amplias, extensas zonas verdes en cada manzana, calles residenciales unifamiliares, edificios con servicios, aparcamientos de sobra, etc. Si quieren hacerse una idea de a lo que me refiero, no tienen más que coger la herramienta Google Maps en modo satélite, dirigirse a cualquier pueblo de Madrid, Móstoles, Fuenlabrada, Getafe, Alcobendas, Majadahonda, da igual, y revisar como son las edificaciones en las zonas del extrarradio. Se llevarán una sorpresa. Esta propuesta no se circunscribe al gobierno actual en el consistorio ciezano, es tarea de todas las fuerzas políticas, es un plan, una estrategia a largo plazo por el bien común.