Verdades de váter, según José Marín García

Verdades de váter

Esta mañana, mientras estaba defecando, me preguntaba si hay lugar donde la contradicción, el debate enmarañado, el punto de vista subjetivo o la postura partidista se acaban y sale a relucir el hecho o verdad incuestionable: ¿existe esto? Supongo que el intento de alcanzar esta verdad será mucho más sencillo, a priori, con elementos que podamos tocar, ver, oler, oír, medir, pesar; ahora bien, cuando se trata de otras cosas como el hecho de ver a una chica practicando sexo con un grupo de hombres puede que alguien diga, como dijo un juez después de ver unas imágenes de este estilo, que la chica sintió o estaba sintiendo jolgorio y otros u otras que la chica estaba siendo violada. Complicado, ¿verdad? Lo mismo pasa con cuestiones jurídicas donde un mismo hecho o relato puede llevar a puntos de vista diferentes entre expertos en la materia, como en el caso del recurso de amparo interpuesto por el Partido Popular ante el Tribunal Constitucional solicitando paralizar la acción del poder legislativo. Aun así, aunque dicho tribunal se pronuncie sobre este recurso, esa verdad no será para muchos o pocos una verdad incuestionable, será como una especie de verdad gaseosa.

Otra cosa es si ante un hecho ya consumado es más sencillo o no alcanzar una verdad razonable, quiero decir una verdad donde se acorte el espacio de introducción de ambigüedades que den pie a más interpretaciones en contra de esa verdad desprendida del hecho consumado, aunque sea dentro del ámbito jurídico, interpretaciones por otro lado que lo mismo interpretan un hecho que no tienen que ver con el hecho en cuestión, pero que metidos en harina puede valer como un televisor a un cocido madrileño. También parece cierto advertir que un hecho consumado del que se pueda desprender una verdad razonable en el ámbito jurídico esté desprovisto de mecanismos coercitivos, para que se cumpla un mandato objetivo, provoca la introducción de múltiples relatos que se alejan del relato científico porque no pasa nada, como tirar una cerveza en los morros del camarero o camarera mientras pides otra en una barra libre, y más si tienes a la mayoría de medios de comunicación a tu favor, y más todavía aún si te inventas lo que te de la real gana y no pasa nada.

El aplazamiento para alcanzar una verdad razonable e incluso el hecho de prostituir un relato objetivo sin que suceda nada provoca el denominado “mundo mierda”, en el que, además, pasan semanas y semanas y más semanas mientras siguen sin luz la gente de la Cañada Real.

Volviendo al hecho consumado. El mandato del Tribunal Constitucional, o mejor dicho, el mandato de alguno de sus miembros está caducado. ¿Alguien puede introducir otra verdad a este hecho o negarlo o incluso hablar de cómo copulan las moscas? El mandato del Consejo General del Poder Judicial también está caducado. ¿Existe acuerdo generalizado en este sentido, lo vemos todos así o alguien puede introducir aquí la figura de Stalin? Avanzamos entonces. El problema en España es que aunque este caducado mi mandato me atrinchero en el cargo. Aunque tenga la obligación constitucional de elegir unos candidatos a un tribunal no los elijo. ¿Estamos ante verdades manifiestas o no? El horario del pago de los recibos de luz en el banco X es de 9:00 a 11:00 horas. ¿Puedo ir a pagar a las 11:30 horas? ¿Creéis que me atenderán? Sin embargo, en el ámbito jurídico administrativo los encargos legales uno se los puede pasar por alto sin que pase nada.

La pregunta que me surge es qué harías tú para que un poder del Estado, que emana del pueblo, cumpla con sus obligaciones tras la comprobación exacta de que no está cumpliendo con su cometido.