Todas las semanas nuestros lectores y lectoras pueden disfrutar de la sección La mirada de Tete Lucas, donde el célebre fotógrafo local lleva a cabo un análisis de las mejores fotografías que ha realizado de la localidad
Tete Lukas
Esperadísimas labores arqueológicas arrancaron el pasado 2 de septiembre en el fantástico despoblado andalusí de Siyâsa, un tesoro sepultado en un collado con hermosas vistas a la fértil vega de nuestro maltratado río Segura.
Dirigida por los arqueólogos Joaquín Salmerón Juan y María José Morcillo, y con la colaboración de 20 voluntarios, en su mayoría estudiantes de Historia, esta campaña, en la que he tenido el placer de colaborar durante dos jornadas, está centrada en sacar a la luz las estancias de una vivienda del siglo XI.
Trabajos arqueológicos anteriores han constatado que la urbe andalusí alcanzó su mayor grado de urbanismo entre los años 1.050 y 1.250 y llegó a albergar más de 700 viviendas y a unas 4.000 personas aproximadamente.
A pesar de ser una zona rural o alquería, en las campañas de los años 80 y 90 del siglo XX se encontraron elementos decorativos almorávides y almohades como exquisitas yeserías y arcos que casi pueden compararse a los de la Alhambra, del siglo XV, convirtiendo a este yacimiento andalusí en uno de los más importantes de la península.
Sin embargo, la escasez de testimonios documentales medievales sobre Siyâsa la convierten en un lugar plagado de incógnitas, siendo desconocidos muchos detalles de su historia, como el asunto de su despoblación acaecida a mediados del siglo XIII, impulsada probablemente por la confluencia de diversos eventos sucedidos en aquella época (nuevos cambios en los ámbitos social, militar, legislativo, industrial y comercial, la rebelión de los mudéjares, el auge del Reino de Granada y el fin del periodo cálido medieval).
El área excavada en Siyâsa representa tan solo el 5% de su totalidad. Por lo tanto, todo un mundo de información queda todavía por sacar a la luz. Sin duda, es un trabajo arduo y que a su vez depende de subvenciones que no siempre llegan. De lo que no hay duda es de que no será por la falta de ahínco de Joaquín Salmerón, director del Museo de Siyâsa, quien lleva toda su vida trabajando por el patrimonio arqueológico de Cieza, por su conservación y por su divulgación; y ahora también por su relevo generacional a manos de María José Morcillo, una mujer decidida y apasionada de su trabajo.
Esperemos que este sea el inicio de muchas campañas más y que los ciezanos y las ciezanas podamos llegar a ver algún día el despoblado de Siyâsa en su totalidad.
Paz, amor y decrecimiento.