Tocar fondo, por Diego J. García Molina

Tocar fondo

Cualquiera diría que hasta los propios socialistas dan las elecciones de este año por perdidas, al menos las generales, aunque lo van a intentar hasta el final para quedar lo mejor posible, y así obtener el máximo de sillones para tener donde comer hasta la próxima. No es este un pecado exclusivo, todos los partidos sin excepción lo hacen, incluso cuando ven cerca la desaparición (caso de Ciudadanos) empiezan a buscar acomodo en otra formación de ideología similar… o distinta, no suelen tener inconveniente. Es este uno de los principales problemas de nuestra democracia, nuestra clase política y la administración pública se han convertido en un monstruo gigantesco con millones de personas viviendo de él y hace falta mucho dinero para alimentarlo. Fíjense en cómo casi se han duplicado los ministerios, cada uno con su sueldo de ministro, sus secretarios de estado, etc. Como se han multiplicado el número de asesores con respecto al gobierno anterior del PP, con el añadido de que ya no son asesores como tal, consejeros técnicos o políticos, sino simples acomodos de los compañeros de partido, muchos de ellos sin estudios o experiencia laboral conocida; así surgen muchas de las chapuzas legislativas que nos avergüenzan y enfadan a partes iguales.

Parece pues, que dan por descontado que perderán las próximas votaciones, de hecho, parece que la estrategia es la de cuanto peor mejor; como último ejemplo el de una nueva subida del salario mínimo, ya van tres en una sola legislatura. Peor (situación) en el sentido de que van a dejar la economía devastada y la caja vacía; el personal más cabreado que nunca por la pérdida de más poder adquisitivo o el aumento del desempleo, y es que no hemos terminado de salir de una crisis cuando ya estamos en la siguiente, más el tema judicial politizado hasta la náusea. Y mejor (para ellos) porque en estas condiciones el siguiente gobierno no tendrá margen de maniobra y solo se podrá dedicar a capear el temporal, teniendo que tomar drásticas y dolorosas decisiones. Hablando coloquialmente, el marrón de lidiar con esa situación se lo va a comer el próximo gobierno y así ellos tendrán más posibilidades de volver a gobernar cuatro años después. Más o menos como pasó cuando gobernó Rodríguez Zapatero, con España al borde del rescate, sin dinero, una deuda disparada y además con datos falseados, como el propio gobierno de Rajoy se encargó de airear, en una tesitura mucho peor de lo que habían contado. Las circunstancias son incluso peores ahora, donde el maquillaje estadístico y la mentira es la norma es este, sin duda, peor gobierno y con diferencia de nuestra joven democracia. Pensamos que no podría haber un desastre mayor que el de Zapatero, pero lamentablemente, nos equivocamos.

Por todo ello, en la oposición cuentan los días hasta las próximas elecciones y lo único que se busca ya es obtener el mejor resultado posible; para poder influir al máximo en el gobierno, en el caso de Vox, de forma similar a como ha estado haciendo Podemos o los nacionalistas de todo pelaje, o para no tener que depender de otro partido, en el caso del Partido Popular. Todas las encuestas, excepto la calamidad pagada con dinero público en que se ha convertido el otrora prestigioso Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en manos del militante del PSOE Tezanos, dan por segura una mayoría absoluta de estos dos partidos. No obstante, a mí lo que realmente me gustaría (de forma egoísta y por supuesto hipotética) es que renovara el partido socialista y Pedro Sánchez la jefatura del gobierno y tuvieran que idear medidas a medio plazo, olvidándose del cortoplacismo al que acostumbran, para sacarnos de la crisis económica e institucional en la que nos encontramos. Que tuvieran que apechugar con las demandas de los diferentes colectivos afectados por problemas aplazados por diversas circunstancias y gobernar de verdad para todo un país, no solo para una minoría afecta. Porque al final lo que va a pasar es eso, se van a ir de rositas, dirán que lo hicieron perfecto, y todos los evidentes futuros problemas serán responsabilidad del nuevo gobierno y somos capaces de votar cuatro años después a los mismos que nos trajeron hasta aquí. Para quedar vacunado de verdad contra el socialismo y el comunismo la única forma es vivirlo en plenitud, saborear sus consecuencias hasta el final, como ha sucedido con los países que quedaron atrapados tras el telón de acero, donde nombrar el comunismo es poco menos que nombrar al diablo. Necesitamos, en definitiva, tocar fondo para cual ave fénix volver a renacer de nuestras cenizas. Capital humano y recursos tienen los españoles de sobra, siempre lo hemos demostrado, tras una cruenta y devastadora guerra civil, tras una dictadura o tras sufrir la lacra del terrorismo más cruel, por poner ejemplos cercanos. Solo falta apartar a esos malos gobernantes que tanto mal nos hacen, sean del signo que sea. Como cantaban en aquel famoso poema: “Dios, que buen vasallo seria si tuviese buen señor”.