Tal vez…según José Antonio Vergara Parra

Tal vez…..

Tal vez sea cierto que hay luz en la decepción y que, en tan insistentes  momentos, el cuento se hace jirones. Tal vez aquello que me contaron, una y mil veces, sea incierto. Tal vez estemos solos, muy solos, terriblemente solos. Tal vez creamos lo que deseamos creer para dar esquinazo a la verdad desnuda. Tal vez esta vida sea una maldita patraña a la que venimos sin previo consentimiento. Tal vez, por presentir todo esto y aún de manera inconsciente pero comprensible, buscamos alguna boya en la que descansar.

Tal vez el odio sea más real que el amor y la tristeza más sabia que la ilusión. Tal vez la Humanidad sea un lugar inhóspito y salvaje donde guerras, hambrunas, plagas y lo peor del hombre campan a sus anchas. Tal vez no haya justicia alguna y el azar, cubierto su rostro y guadaña en mano, reparta calvarios y aflicciones por doquier.

Sé de un desconocido que anda perdido al que le contaron una fábula que él creyó. Sé de un desconocido que un día, cuando las fuerzas  faltaron, por fin despertó. Mas era tarde para reaccionar y apenas pudo llorar, pero lloró. Le dijeron que un beso valía más que el chantaje y el ejemplo que la bolsa, y él lo creyó. Le dijeron más cosas. Que antes camino que atajo y virtud que artimaña y él, en su infinita inocencia, así lo creyó. Conozco bien a ese desconocido y no sé qué decirle salvo alguna vaciedad que enaltezca al silencio.

Como ven, creo en indicativo y también en subjuntivo pues, a pesar de todo, mañana podría escampar. O quizá no. Porque ya he visto demasiado y vivido lo suficiente. Tal vez haya algo peor que no tener fe: perderla. Y tal vez haya algo infinitamente más hiriente que la soledad; despertar una mañana y que los tuyos te miren como a un extraño.

Conozco muy bien a ese desconocido y me consta que tiene miedo; miedo a la soledad y las ruinas de lo que una vez fue un hermoso torreón. A veces sube a la colina donde se alzaba su almena en busca de algo que ni él mismo sabe bien. Sólo recibe el eco de sus plegarias y después un desafiante silencio. Sí; desafiante silencio pues la vida, como el verbo, es un oxímoron continuado donde la paradoja acostumbra a ser laureada.

Ese conocidísimo desconocido no tiene ya fuerzas. Cayó muchas veces y se levantó otras tantas. Creyó y creyó porque necesitaba creer pero ya no puede creer más. Sólo espera que el final esquive a su cobardía para que todo acabe, para que el mundo sea un lugar mejor sin él, para que ya no pueda defraudar a nadie más, para que nadie espere nada de él salvo su bendita ausencia.

¡Ay!, mi cándido desconocido. Nadie te preguntó jamás quién eras ni qué sueños tenías. Nadie pensó que eras frágil y que las palabras y algunos silencios laceran más que la espada. Te vaciaste por los tuyos; creíste que bastaban tus presencias y renuncias y que el tiempo que regalaste valía más que cualquier otro tesoro. Te quedaste en nada y ahora, que nada eres salvo despojos, los carroñeros sobrevuelan tus sombras. Amigo mío; no sé qué decirte. No sé qué contarte. Mañana, tal vez,  tu suerte mundana podría cambiar y todo te sería condonado. Podrías ni estar y nadie  te echaría en falta si dejases la plata. En efecto, el dinero, este nuevo dios que es antiguo en realidad, que todo lo puede y todo lo compra, hasta los besos y el respeto. Sería otra gran farsa pero algo más llevadera.

Tal vez la soledad sea un lugar donde sobrevivir sin incordiar al prójimo. Tal vez la tristeza sea un estado de lucidez y el  amor tenga precio. Quizá haya un precio para todo. Tal vez  por ello,  los sinvergüenzas a los que tanto censuré sonríen tan a menudo, por su clarividencia y por nuestro candor.

Tal vez, amigo mío, esto que tú piensas y que yo digo no sea más que un delirio por desnudar, o tal vez no. No imaginas cuánto desearía equivocarme. No debiste acudir a mí pues no estoy  para homilías ni monsergas. Yo también tengo miedo, como tú, como todos. A tener razón, a la soledad, a la nada.

Tal vez, amigo mío, sólo tal vez, debamos confiar una vez más y tantas veces como sea menester pues Lucifer, que es canalla y listo como pocos, se guarece tras las vacilaciones y las ausencias prolongadas de Dios.

 

 

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