Esto ya lo decía el bueno de Benjamin Disraeli, otrora ministro de Hacienda de la Pérfida Albión en el siglo XIX entre otras muchas cosas. Hay tres tipos de engaños: las mentiras, las grandes mentiras y las estadísticas. Particularmente, me causan más pavor las últimas. Porque son lobos feroces disfrazadas de dulces ovejitas. Y porque con ellas se puede manipular a la opinión pública (que es lo mismo que decir a cualquier hijo de vecino) al antojo de cada cual. Con las estadísticas nadie pierde. Todos los implicados las manejan…
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