Stop racistas, por María Bernal

Stop racistas

Son muchas las personas que lloran en silencio como consecuencia de las muestras de racismo que hay en la sociedad. No solo lo hace Vinicius, el jugador del Real Madrid, sino también muchos jóvenes de nuestro entorno que no son famosos, pero también son víctimas de comentarios por el color de su piel. Ante esto, el racista existe y es esa persona que con aires de superioridad disfruta con el sufrimiento de los demás; por qué no ignorarlo y dejar de defender sus argumentos, máxime cuando la intención sea la de injuriar.

Stop racistas. Este tendría que ser el lema e incluso el hashtag que todos deberíamos compartir o viralizar con el objetivo de acabar con esta lacra de personas que no merecerían menos de lo que ellos siembran. Si mi postura resulta crítica o descabellada, más inhumano es el dolor que sufren las personas por el simple hecho de tener un color de piel suficiente. ¿Por qué sigue habiendo todavía personas racistas? Creo que la razón es evidente, porque también hay inútiles que aplauden y apoyan a estos que tanto disfrutan con la desdicha de otros y porque hay determinados discursos basados en la desconfianza que escupen un odio que se palpa en el ambiente.

Pese a esto, hay una verdad universal: todos somos personas, por tanto, todas somos merecedoras de tener los mismos derechos, siendo principalmente respetados. Pero he aquí el problema, que no somos capaces de respetar otro pensamiento o cultura que no sea la nuestra. El hecho de vivir en un país no nos da la autoridad de creer que es solo nuestro y que nadie más puede entrar en él.  Luchar contra la migración ilegal no significa que tengamos que atacar a las personas que son de otro color o que vienen de otros lugares. De regularizar la situación de las personas, se deben encargar constitucionalmente los políticos, pero no tratándolos como animales salvajes a los que hay que arrojar al mar para que se mueran. Tampoco hay que masificar un país sin legitimidad alguna, sino que todo hay que gestionarlo desde la seguridad, la regulación, el orden  y la seguridad, previniendo la migración irregular con el fin de que no haya sufrimiento para nadie.

Que en pleno siglo XXI haya personas racistas muestra que para nada hemos evolucionado, sino que parece que seguimos viviendo en el contexto de épocas anteriores, como las de las represiones dictatoriales, cuando en países como Alemania e incluso en el nuestro, se perseguía a ciudadanos que tenían otro color de piel, otro pensamiento u otra condición ajena al sistema. Hemos avanzado mucho como para tener que tolerar una vez más este tipo de actitudes de odio, cuyos humos de altanería tienen que ser sofocados

Es el mundo del fútbol uno de los que se está uniendo a esta denuncia de muestras xenófobas. Hace unos meses, el periódico deportivo As publicaba un reportaje sobre jugadores que habían sido insultados en los campos como fueron los casos de Marcelo, Kameni, Ronaldo o Etoˈo con el fin de que no cayeran en el olvido.

No me gustan las personas extremas y racistas, intento alejarme de aquellas que promueven el odio, ya no solo porque se metan con personas de otra raza, sino también porque lo suelen hacer con otras de distinta condición sexual. Desde pequeños han de ser inculcadas las palabras esenciales para ser una persona que lucha por el bien común de todos siempre que se pueda, esas palabras son respeto, solidaridad y humildad, esas que cuestan poco asumirlas y, sin embargo, son muy gratificantes. Ya lo dijo Séneca: “Lo que de raíz se aprende nunca del todo se olvida”, por tanto, es urgente educar a las personas desde pequeñas enseñándoles que en la vida no hay mejor acto que hacer felices a los demás.

Finalmente, no quiero acabar sin dejar claro que la vida es demasiado corta como para estar perdiendo el tiempo insultando y jodiendo a los demás. Nadie es más que nadie porque todos tenemos el mismo destino; la muerte, esa realidad que fulmina nuestro ego y con lo que todo acaba.

Aunque suene a utopía, es necesario  luchar por un mundo más justo y más humano y cada vez que estemos ante un acto racista, recordemos parte de la letra de la canción de Imagine de John Lennon: “Imagina toda la gente viviendo el hoy, imagina que no hay países…” Y es que a fin de cuentas, todos merecemos ser felices ahora, ya que no sabemos lo que nos deparará el mañana. Gracias a personas como Vinicius, el hashtag stop racistas puede dar su fruto en un futuro cercano.