Son sólo juguetes

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Mi sobrino tiene 2 años, mi sobrina 3. Son muy pequeños, aún les falta mucho por descubrir, sus mentes aún no han alcanzado a ver la belleza y el desastre más allá de sus manos. Aún ríen sin saber el significado mismo de sus carcajadas. Ni siquiera saben qué significan ellos mismos en el mundo, ni por ahora les importa.

Aun así mi sobrino tiene claro que le encantan las pistolas y que quiere superhéroes y camiones por navidad, y mi sobrina muñecas, pintauñas y todo lo que tenga purpurina y colores, por Reyes. Son demasiado pequeños para entender qué les ha pasado para desear esas cosas, pero ya han sido insertados en la diferencia sexual, y el género ya les azota en la espalda entrando en sus entrañas sin hacer daño. Por lo menos aún no.

A pesar de ello, nos seguimos quejando de las revistas de juguetes, reivindicamos la equidad, que los juguetes no tengan sexo, que somos feministas y podemos educar en el cambio. Y seguimos tragándonos dibujos diferenciados, colores diferenciados y juguetes diferenciados, seguimos procreando a niñas princesas y niños pistoleros y superhéroes.

¿Queremos un mundo mejor? … sí, pero luego todo nos viene grande porque nos damos cuenta que todo va mucho más allá de juguetes o colores. Porque nos topamos con un sistema muy bien estructurado en el que nos miramos, y al reconocernos,  agachamos la cabeza y seguimos hacia adelante, agarrando las manos de nuestros más pequeños,  con la esperanza de que a pesar de ello sean felices en un mundo desequilibrado. Hablamos de lucha hasta que nos toca utilizar nuestras propias ideas y crear espacios mejores. Porque trabajamos para vivir, porque amamos a nuestros pequeños el poco tiempo que nos resta la esclavitud capitalista y nada queda para construir horizontes mejores.

Por eso mi sobrino y sus compañeros de guardería seguirán jugando que disparan pistolas y mi sobrina y sus amigas de “parvulitos” seguirán pintándose los labios y poniéndose joyas,  para parecerse a las princesas que ven en la televisión y en los libros. Por eso mi sobrino tendrá que ser fuerte, valiente, privilegiado socialmente, potencialmente violador, hetero y mi sobrina tendrá que sonreír mucho, pintarse y arreglarse, depilarse, enamorarse, ser potencialmente violada,  y también ser hetero. Una cadena de consecuencias que empezaron mucho antes de que fueran conscientes de ello.

Lo mejor que les puede pasar es que se sientan identificados con todo ello y salvo algún empoderamiento que puedan desarrollar: ella podrá dejar de arreglarse a veces y él podrá llorar en ocasiones, todo les habrá conducido a ello. A perpetuar el sistema-binomio que nos condena, que nos vuelve mujeres y hombres con una relación desigual y jerárquica intrínseca en los mismos conceptos creados para ello: mujer y hombre. Sistema patriarcal. Feminicidio. Violencia. Desigualdad.

Pero aún son demasiado pequeños y,  al fin y al cabo, son sólo juguetes.

 

 

 

 

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