Solución del misterio literario de la Muda

Esta es la solución del enigma que os planteamos y del que nos habéis mandado vuestras aportaciones

María Parra

Aquella mañana me desperté muy sobresaltado, me asomé a la ventana y comprobé que todavía no había amanecido y que la calma reinaba en las calles. Sin embargo, yo sentía una enorme inquietud que solo podía apaciguar de una manera. Así que me aseé y me vestí con mayor ligereza que otras veces.  Realmente tenía una necesidad imperiosa de comprobar algo que había interrumpido mi descanso.

Y, con el paso muy ligero, casi corriendo, a pesar de mis torpes pasos sobre los adoquines, me dirigí por el casco antiguo a la ermita de nuestro patrón. El desasosiego se iba apoderando de mí hasta incluso faltarme el aire, pero por fin pude respirar tranquilo al llegar ante la estatua de la Muda y verla como siempre había estado, de pie, con sus brazos extendidos y su expresión de asombro e impotencia al mismo tiempo, y su boca lanzando ese grito de socorro ante el peligro inminente.

Y es que, durante la noche, sin movernos de la cama, vivimos una existencia paralela, plena de aventuras, de encuentros, de hazañas …que se desvanecen cada mañana cuando Morfeo se aleja. 

 

 

Escribir un comentario